Cartas al editor

No hay duda de que las redes sociales han jugado su papel en el encendido y casi incendiario ambiente político de la actualidad hondureña, pero no hay que confundir o exagerar el impacto de las nuevas tecnologías de información.

Aunque una estadística oficial revela que un no despreciable 30% de la población cuenta con acceso al Internet, las movilizaciones y protestas parecen tener otras motivaciones.

Una lucha política entre el bien y el mal, dirán algunos. Otros más aguzados sostendrán que se trata de la coyuntura esperada por el crimen organizado y el narcotráfico para intentar profundizar aún más sus raíces en la realidad nacional.

Si escuchas a los sociólogos y sus análisis antropológicos te dirán que esas protestas son fruto de la frustración generalizada, en especial entre la juventud, provocada por décadas de equivocadas políticas económicas que, combinadas con una vasta corrupción, crearon una suerte de caldo de cultivo para una creciente desigualdad y exclusión de colosales cantidades de compatriotas.

Que la influencia o no de la OEA, la UE y otros organismos internacionales. Que el rol de los militares por acá, que el rol de los militares por allá. En fin. Para gustos los colores y las versiones en esta vorágine que sufrimos todos por igual.

Qué nivel de solidez tiene cada una de estas expresiones, no sabemos. Y no sabemos porque no nos permitimos el tiempo ni el espacio para reflexionar y distinguir entre aquél que continúa confundiendo lo correcto con lo incorrecto y al pueblo con el enemigo, y el otro que sufre de necrofilia ideológica defendiendo creencias cuya falsedad ha quedado demostrada con evidencias irrebatibles.

Juan José Cruz
Ciudadano