Cartas al editor

Cruzarse de brazos

“La historia de Honduras se puede escribir en una lágrima”. Con esta soberbia frase el escritor Rafael Heliodoro Valle resumió la realidad de nuestro país y que a la fecha sigue siendo la misma. Diputados que de la noche a la mañana se convierten en potentados, empresarios a la caza de jugosos y dudosos negocios con el Estado para incrementar sus ganancias con dineros que nunca llegarán a estar al servicio de los más pobres y necesitados, funcionarios que deberían estar presos por sus actos de corrupción y que se aferran al poder para permanecer por encima de la ley. La naturaleza dotó a nuestro país de abundantes recursos que han estado al servicio de unos pocos, enriqueciendo transnacionales y a unos cuantos vendepatrias. Desde siempre, unos pocos, vividores, oportunistas y manipuladores, confabulados entre sí, han sometido a todo un país que ha sido incapaz de reaccionar para exigir justicia y equidad.

El pueblo catracho solo es “macho” para golpear a sus mujeres y niños, para embrutecerse con el alcohol, para sucumbir a la pereza, para hacer activismo político que le permita vivir a cuerpo de rey cuatro años, y luego otros cuatro, para aparentar y vivir como rico cuando en realidad somos un país pobre. Pero no para alzar su voz. Un millón doscientos mil hondureños no tienen ni para comer, pero somos incapaces de tomar conciencia y ser más responsables como ciudadanos. Y unos pocos, inconformes con el estado de cosas, conscientes de la violencia, pobreza, corrupción, ignorancia, alienación y manipulación en que vivimos, simplemente se quedan cruzados de brazos porque mientras algunos estén bien, lo demás no importa.