Leemos en los diarios solo buenas noticias, que Honduras es el mejor país en lucha contra la corrupción, que solo Honduras mejoró en notas de riesgo país, etc.
Parece toda una parafernalia mediática para impulsar la reelección del gobernante. Y aunque vivo en Honduras, parece que solo yo estoy fuera de todas las maravillas que están ocurriendo.
Sufro la mala atención en los hospitales públicos, tengo que pagar educación privada porque la pública es deficiente, debo caminar por la calle porque las aceras están ocupadas por carros, mi recibo de la luz es exorbitante, el agua llega dos días de por medio, apenas me alcanza el salario para vivir dignamente, sigo con miedo a andar de noche en la calle, sigo también esperando el Trans-450 y que todas las mentes criminales en el desfalco al IHSS sean puestas ante la justicia, que no haya tanta impunidad, que los taxistas me digan que ahora sí se acabaron las extorsiones y que no se vean más niños en la calle, escupiendo fuego o extendiendo la mano para pedir dinero o comida, donde los diputados salgan tan pobres como entraron al Congreso y todos los periodistas llamen a las cosas por su nombre.
Será que yo estoy en una dimensión alterna a la que dibujan los medios y los políticos y que la realidad no es la que yo vivo sino la que solo puedo soñar.
Será que los otros millones de hondureños sí están disfrutando de los logros asombrosos que ha tenido este gobierno, único en la historia de Honduras, cuyo excelentísimo Presidente se postula a la reelección para terminar de salvarnos de la pobreza y el subdesarrollo.
¿En qué Honduras vivo?
Rubén Gómez
Ciudadano
