Opinión

Autonomía económica de la mujer y la pobreza

En el marco de la celebración del Día Internacional de la Mujer, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 8 de marzo de 1977, en honor a la feminista rusa Aleksandra Kollontái, destacada política, escritora y revolucionaria, es oportuno reflexionar sobre la importancia de promover la Autonomía Económica de la Mujer para combatir la pobreza en Honduras.

¿Qué implica la autonomía económica de la mujer en la sociedad? Implica tener acceso a los recursos económicos, empleo, mercados y al comercio en condiciones de igualdad con el hombre.

No obstante, va más allá de lo financiero, al incluir también el acceso a la seguridad social y a los servicios públicos y se sustenta en el grado de libertad que tiene una mujer para actuar y decidir en aspectos económicos y sociales de acuerdo con su elección. (Ana Güezmes, Directora Regional de ONU Mujeres para México, Centroamérica, Cuba y República Dominicana).

Sin embargo, muchas mujeres encuentran restricciones a la hora de ejercer sus derechos económicos, que constituyen un mecanismo imprescindible para la contribución al desarrollo económico y social de sus familias y comunidades, por lo que la falta de acceso a estos derechos limita su autonomía económica, es decir, la capacidad de las mujeres de ser proveedoras de su propio sustento, así como de las personas que dependen de ellas.

En el caso particular de Honduras con 1.8 millones de hogares, el 32% de los mismos tienen por jefa a una mujer, con un promedio de 4 hijos, lo que significa que las mujeres hondureñas en la actualidad se ven obligadas a trabajar de lo que sea para generar ingresos, como ser huertos familiares, venta de alimentos y bebidas, comercio y servicios, rompiendo con ello estereotipos al insertarse en el Sector Agroalimentario para realizar actividades de labranza que anteriormente eran exclusivas de los hombres.

De acuerdo al criterio de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) “el trabajo es la base de la igualdad entre mujeres y hombres”, sin embargo, miles de mujeres hondureñas no encuentran una oportunidad de trabajo remunerado debido a la situación de violencia que afecta a la población en general y a las mujeres en particular, constituyendo una de las principales causas para ahuyentar la inversión y por ende la generación de empleo digno.

En vista de lo anterior, este año 2013 el tema fijado por la ONU para conmemorar el Día Internacional de la Mujer es “Una Promesa es un Promesa: Momento de pasar a la Acción para acabar con la Violencia hacia las Mujeres”, que muchas veces termina en su muerte violenta por el simple hecho de ser mujer, delito más conocido como “femicidio” que en la mayoría de los casos queda en la impunidad, por lo que las mujeres organizadas y no organizadas exigimos justicia.


Otro aspecto que limita el acceso de las mujeres al mercado laboral es la carga de “trabajo no remunerado y de cuidado”, que recae históricamente sobre sus espaldas, por lo tanto, es urgente buscar los mecanismos necesarios para integrar la esfera pública con la privada, mediante la conciliación entre la vida laboral y familiar.

Ante lo expuesto, las mujeres no deberían dedicarse al “trabajo remunerado” mientras no se resuelva la carga del “trabajo no remunerado” porque con esto se les obliga a realizar una doble o triple jornada de trabajo que se traduce en un terrible agotamiento físico y mental de la mujer, porque es la primera en levantarse y la última en acostarse, principalmente las que trabajan en condiciones precarias en el Sector de la Industria Manufacturera.

Según estudios de la CEPAL, las mujeres rurales hondureñas son mucho más productivas que los hombres, aunque sus ingresos son menores, existiendo una brecha de género en su salario.

Es importante señalar que las mujeres de este país son muy trabajadoras e invierten sus ingresos en la producción agropecuaria, en alimentación y nutrición de niños y niñas, en salud, educación y mejora de vivienda, aspectos que contribuyen a la reducción de la pobreza que en Honduras supera el 67% de la población total. (Foro Social de la Deuda Externa de Honduras - FOSDEH).

Las reflexiones anteriores tienen como propósito promover la Igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer tal como se establece en el numeral 3 de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, asimismo, definir una estrategia de género para incorporarla en planes, programas y proyectos productivos, en el marco de la Visión de País y Plan de Nación, de tal manera que las mujeres micro, pequeñas y medianas empresarias tengan acceso a recursos económicos como microcréditos, asistencia técnica, asesoría y capacitación para lograr el éxito de sus emprendimientos.