Opinión

Grecia decide mañana su futuro

El referendo al que están convocados mañana más de 10 millones de griegos para decidir si aceptan o no la propuesta de rescate de la “troika”, no solo podría definir el futuro de la “cuna de la democracia” y de la coalición izquierdista puesta al mando por los “indignados”, sino también de la propia Unión Europea y hasta del enfoque neoliberal en la lucha para enfrentar la crisis del viejo continente.

Aunque el referendo se produce ya cuando Grecia cayó en mora con el Fondo Monetario Internacional –que junto a la Comisión Europea y el Banco Central Europeo conforman la llamada “troika”— ya que fue el pasado martes cuando debió hacer uno de los pagos y no lo hizo; lo cierto es que tanto el primer ministro griego Alexis Tsipras, como los demás miembros de su gobierno y la coalición que lo sustenta –que apoyan el NO--, al igual que la oposición conservadora griega y la propia Unión Europea –que promueven el SÍ--, hacen hasta lo imposible para que el voto popular apoye sus respectivas posiciones.

El SÍ o el NO que den los griegos mañana será su respuesta a la siguiente pregunta: “¿Tenemos que aceptar el proyecto de acuerdo que fue presentado por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional?”.

A esta cresta de la crisis se ha llegado porque la “troika” no aceptó la propuesta del gobierno griego de flexibilizar sus exigencias para el rescate que evitara el impago y porque Tsipras, en vez de traicionar sus promesas de campaña ante los indignados griegos, desafió a los centros mundiales del poder económico y dejó que fuera su mismo pueblo el que tomara la decisión ya que, indudablemente, aceptar la propuesta de los acreedores significará muchos más sacrificios para los más pobres, ya vapuleados por el desempleo, la precariedad laboral y la pobreza en general.

Pero el reto y los riesgos son descomunales para ambos bandos ya que mientras los griegos, si rechazan la propuesta de la “troika” corren el riesgo de caer en “default”, de ser expulsados de la eurozona y de la misma Unión Europea, de ser aislados como lo fue Argentina en el 2001.

Los acreedores, por su parte, si aceptan la propuesta de los izquierdistas que dirige Tsipras, se arriesgan a dar a los demás “indignados” europeos el punto de apoyo que necesitan para incrementar sus presiones por un trato similar; pero si optan por simplemente aislar a Grecia podrían generar un contagio de rebeldía y llevar hasta una implosión de la Unión Europea.

Por lo pronto, esperemos cuál es la decisión que se tomará mañana en la cuna de la democracia.