Opinión

Obama y los presidentes centroamericanos

Aunque los mandatarios de El Salvador y Guatemala la calificaron de “fructífera” y el de Honduras expresó su satisfacción por la “responsabilidad compartida”, aceptada por el estadounidense, la inédita reunión presidencial del pasado viernes en Washington estuvo lejos de un “Plan Centroamérica” o siquiera de generar esperanzas reales de una pronta solución humanitaria a la crisis creada por la masiva emigración de niños.

En el plano de la cruda realidad, los resultados de la reunión de los presidentes de Honduras, Guatemala, El Salvador y Estados Unidos fueron solo algo más de lo mismo: promesas por parte del inquilino de la Casa Blanca, que dependen mucho de la decisión final de la enconada oposición republicana contra Obama, y compromisos de parte de los presidentes centroamericanos, muy similares a los escuchados durante cada campaña electoral desde hace muchos años.

“Expresamos nuestra creencia compartida sobre la necesidad de una respuesta humanitaria a la situación, con un enfoque en la seguridad y bienestar de los niños y las familias. Reiteramos nuestro compromiso para prevenir que las familias y niños realicen este viaje peligroso y para trabajar juntos para promover una migración segura, legal y ordenada”, señala la declaración conjunta divulgada por la Casa Blanca.

“Revisamos y acordamos redoblar nuestros esfuerzos conjuntos para contrarrestar la información errónea sobre la política de inmigración de los EE UU. Nos comprometimos a trabajar juntos en los esfuerzos continuos para repatriar humanitariamente a los migrantes, de acuerdo con el proceso debido”.

“Expresamos nuestro compromiso para trabajar juntos con un espíritu de responsabilidad compartida para resolver las causas subyacentes de la migración al reducir la actividad criminal y promover una mayor oportunidad social y económica”, reza otra parte de la declaración conjunta.

Esto significa que será deportada la mayoría de los niños centroamericanos que llegaron indocumentados, solos o acompañados por sus madres, y que han rebasado la capacidad misma de Estados Unidos para albergarlos. Si las campañas de concienciación tienen éxito se espera que también disminuya esta clase de migrantes que prácticamente salieron en estampida de estos subdesarrollados países ante la falsa promesa de que ingresarían sin mayores problemas a la gran nación del norte. Ya los “coyotes” hicieron su “agosto”.