¿Puede revivir una ciudad turística?

Antes del incendio, unas 200 personas vivían en el pueblo. Excursionistas, pescadores y otros visitantes mantenían las pequeñas empresas

Lytton, Columbia Británica se quemó en una tarde. Un arbotante derretido.

mar 26 de marzo de 2024 a las 16:44

Por Rowan Moore Gerety / The New York Times

Antes del incendio, Lytton, Columbia Británica, era la clase de diminuto poblado en el que se detenían los visitantes a medio viaje por carretera, dejando la autopista Trans-Canadá para contemplar las vistas de los ríos Fraser y Thompson. El Kumsheen Rafting Resort atraía a 8 mil visitantes al año para hacer recorridos por rápidos furiosos. Luego, Lytton quedó reducido a cenizas en el curso de una tarde.

Fue el 30 de junio del 2021, el día después de la temperatura más alta jamás registrada en el poblado —y en Canadá: 49 grados centígrados. El incendio arrasó con la tienda de abarrotes del pueblo y su restaurante de comida china, junto con el Hotel Lytton con su restaurante y taberna, el banco, la estación de policía, la clínica de salud y todos salvo un puñado de los más de 100 hogares y negocios, junto con unas cuantas docenas más por la carretera y la cercana reserva indígena Lytton First Nation.

$!La calle principal de Lytton, Columbia Británica, 2 semanas después de un incendio forestal en junio del 2021.

Dos residentes murieron en el incendio. Otros se refugiaron en ciudades más grandes como Vancouver, a tres horas de distancia.

Días después del siniestro, John Horgan, entonces Primer Ministro de Columbia Británica, prometió ayudar a Lytton a convertirse en un modelo “de cómo construimos una comunidad para el futuro”. Las promesas de los gobiernos provincial y federal para limpiar y reconstruir instalaciones e infraestructura pública ascendieron a 115 millones de dólares canadienses (unos 85 millones de dólares).

Sin embargo, más de dos años después del incendio, ha escaseado gente —no digamos turistas— en Lytton. Al tiempo que los incendios y los fenómenos meteorológicos extremos siguen alterando los itinerarios y los bolsillos de los turistas, Lytton se ha convertido en un microcosmos de un reto mundial —el cambio climático como una nueva variable impredecible en las matemáticas que sustenta los negocios estacionales.

Antes del incendio, unas 200 personas vivían en el pueblo. Excursionistas, pescadores y otros visitantes mantenían las pequeñas empresas. Autobuses turísticos llevaban a visitantes de Europa y Asia.

Pero la limpieza de Lytton, emprendida por una serie de contratistas trabajando a través del Gobierno provincial, ha avanzado lentamente, exacerbada por el conflicto en el Gobierno del pueblo.

Muchos residentes aún no han encontrado una vivienda permanente. Algunos servicios han regresado, desordenadamente: el destacamento de policía se trasladó al lugar donde había estado la clínica de salud y la Lytton First nation abrió una tienda de abarrotes a 3 kilómetros de distancia.

Kumsheen, que celebró su 50 aniversario el año pasado, perdió 1 millón de dólares canadienses (740 mil dólares) en equipos de rafting en el incendio. Lorna Fandrich, que opera Kumsheen con su esposo e hijo, estaba agradecida de que los pagos del seguro les permitieron reemplazar gran parte de lo que habían perdido. Pero no es una situación sostenible.

Para cubrir las primas del seguro, que ascienden a 70 mil dólares, “hay que vender muchos viajes en balsa”, dijo.

Lytton emitió su primer permiso para que un residente reconstruyera en octubre: Lillian Graie, una ex concejal del poblado, vació cimientos nuevos antes de que llegara el invierno. Aunque su casa ya no está, Graie dijo que las cosas que la hicieron mudarse a Lytton en el 2019 aún están allí. Y confía en que los turistas querrán venir.

“Hay montañas, ríos, bosques”, dijo. “Es simplemente hermoso”.

© 2024 The New York Times Company

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