Nuevas casas de lujo para pájaros: un paraíso sin arañas

Cientos de edificios de concreto sin ventanas se utilizan como pajareras para las salanganas, cuyos nidos son recolectados y vendidos por su alto valor

En Borneo construyen pajareras gigantes para salanganas, cuyos nidos son el ingrediente clave de la sopa de nido de pájaro.

sáb 13 de abril de 2024 a las 16:4

Por Richard C. Paddock y Muktita Suhartono / The New York Times

PERAPAKAN, Indonesia — Sin ventanas, el edificio gris y sombrío que se alza cuatro pisos sobre los campos de arroz en una remota aldea del Borneo indonesio no parece más que una prisión.

Cientos de estructuras de concreto similares, con pequeños orificios para ventilación, se elevan sobre tiendas y casas a lo largo de la costa noroeste de Borneo. Estos edificios son para salanganas, que construyen sus nidos en su interior.

Zulkibli, de 56 años, un trabajador del Gobierno que construyó su casa para pájaros gigante en Perapakan en el 2010, complementa sus ingresos recolectando nidos de salanganas y vendiéndolos a China.

Los nidos, hechos con la saliva de los pájaros, son el ingrediente clave de la sopa de nido de pájaro, un manjar costoso que muchos chinos creen que tiene beneficios para la salud.

$!Una pajarera en Borneo para salanganas, construida para imitar las condiciones en cuevas

Las salanganas suelen hacer sus nidos en cuevas costeras, donde recolectarlas puede ser un trabajo peligroso. La clave para atraer a las aves a un hogar hecho por el hombre, dijo Zulkibli, es tratarlas como “humanos ricos” y garantizar su comodidad y seguridad. Zulkibli, como muchos indonesios, tiene un solo nombre.

“Comodidad, al regular la temperatura”, afirmó. “Seguridad, al mantener alejadas a las plagas y a los depredadores. La casa de la salangana debe estar muy limpia. Ni siquiera les gustan las arañas”.

Los funcionarios del Gobierno dicen que Indonesia es el mayor exportador mundial de nidos de salanganas. Sambas Regency, la región donde se encuentra Perapakan, es un productor destacado, pues las aves prosperan en sus zonas costeras pantanosas, ricas en insectos.

Durante la última década, tantos propietarios estaban ansiosos por sacar provecho que el número de pajareras aquí se quintuplicó, dijo Zulkibli.

Las salanganas son aves de vuelo rápido que se alimentan de insectos y que pueden cubrir grandes distancias en un día, utilizando la ecolocalización para navegar en entornos con luz tenue. Construyen hasta tres nidos al año, dijo Zulkibli, y cambian con frecuencia sus sitios de anidación.

Con el exceso de pajareras en la región, muchas ahora tienen vacantes. “Los pájaros tienen muchas opciones”, dijo Zulkibli.

Por ello, los propietarios compiten para atraer a los salanganas reproduciendo grabaciones de los chasquidos que hacen al ecolocalizar.

Los nidos pequeños y delicados se recolectan con una herramienta especializada similar a un raspador de pintura y luego se limpian. Los nidos blancos intactos atraen los mejores precios. El robo de nidos es un problema común. Zulkibli dijo que su pajarera fue asaltada 20 veces y que los ladrones a veces rompieron sus paredes de concreto.

Los propietarios de pajareras dicen que esperan hasta que los polluelos hayan abandonado el nido antes de cosechar y que ni los padres ni sus crías resultan perjudicados. Pero a veces, los ladrones roban los nidos prematuramente y matan a las crías en el proceso.

Dentro de la pajarera de 15 metros de altura de Zulkibli, vigas de madera se entrecruzan en los techos, creando lugares para que los pájaros hagan sus nidos. Cada orificio de ventilación está cubierto con una malla para mantener alejadas a las alimañas y está conectado a un tubo corto y curvo que bloquea la luz, ayudando a imitar la penumbra de una cueva. Un charco de agua a nivel del suelo ayuda a enfriar el edificio y brinda a las aves un lugar para bañarse.

En las afueras de la ciudad costera de Singkawang, un granjero, Suhardi, de 52 años, construyó algunas de las primeras pajareras de la región en el 2000. Durante más de una década, las aves abundaron y su negocio era rentable.

En su apogeo, dijo, podía producir 10 kilos de nidos al mes, que podía vender por 20 mil dólares —un ingreso enorme para un campesino indonesio. Ahora si cosecha alrededor de 1.5 kilos al mes y los vende por mil 500 dólares, se considera afortunado.

No culpa tanto a la construcción excesiva de pajareras como al aumento de las temperaturas debido al cambio climático y la tala de la selva cercana para dar paso a plantaciones de palma aceitera, que arruinaron el ecosistema del que dependían las aves para alimentarse.

“La Tierra se está calentando y la intensidad del sol es abrasadora”, dijo Suhardi. “Y con la desaparición del bosque, su fuente de alimento también desaparece”.

© 2024 The New York Times Company

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