Desde abril, una menor uruguaya abrió el debate en ese país sobre si debía o no abortar al bebé que espera, producto de la violación perpetrada por H.C. de 41 años, hoy encarcelado.
La menor, que padece un leve retardo, tenía mucho contacto con la familia del procesado, pues todos los días acudía a su casa para cuidar de su sobrina de año y medio, informaron sus familiares.
“Yo quiero casarme con él, aunque me lo prohíba la ley”, fueron las palabras de la pequeña a la jueza especializada en Familia de 4° Turno.
Hoy, en su séptimo mes de gestación, la niña tiene buen estado de salud y pese a su edad, el Ministerio de Salud Pública y el Hospital Pereira Rossell, que la atiende, afirmaron que no pueden obligarla a abortar.
'Quiero tener mi bebé, ya tengo ropa de bebé. No importa que yo sea joven', dijo la niña con respecto a esa decisión.
Una infancia rodeada de la pobreza
La pequeña y futura madre vive en un hogar precario, sus condiciones sociales, emocionales y económicas no son las óptimas para su desarrollo.
Quizás por eso se explica que la niña dijera al psicólogo del caso que el embarazo fue “buscado”, y que quiere mantener el vínculo sentimental con su abusador.
Las autoridades detectaron que la pequeña tiene un leve retardo, y esto se debe a las condiciones en las que ha vivido desde que nació.
Su madre, de 36 años y ama de casa, tiene 6 hijos y el séptimo viene en camino. Fue criada por su padre y una madrasta. Su padre era alcohólico y a los 11 fue abusada sexualmente por él.
Dado este contexto, el psicólogo que trata a la menor concluyó lo siguiente:
“La menor (violada y embarazada) no es consciente de su actual condición. Su único interés está centrado en preservar la relación de pareja, a lo que debe sumarse su bajo nivel intelectual y trastornos de conducta e impulsividad”.
