Un supuesto ladrón en Irlanda recibió su propia medicina intentando robar un coche de alta gama en una calle solitaria de una localidad irlandesa.
No calculó la fuerza del enemigo y perdió por KO antes del cuarto asalto. El rival tenía un arma secreta: cristales blindados.
El ladrón aprovechó la noche cerrada para comenzar su sesión de lanzamientos. En la primera pasada, lo intentó dos veces con una piedra de pequeñas dimensiones y sólo dañó un poco una de los vidrios. No se paró a meditar y a sacar conclusiones. ¿Para qué? Debió de pensar que con un objeto más grande seguro que lograría su propósito.
Un cuarto de hora más tarde, la cámara de una cervecería lo vuelven a grabar con un ladrillo de grandes dimensiones en una de sus manos. Lo aparentemente sencillo se transformó en un desastre de proporciones casi bíblicas. Un enérgico movimiento de brazo, el proyectil avanza por el aire, rebota en la luna derecha y le golpea.
El propietario del automóvil tuvo que pedir el vídeo de la cámara de vigilancia de dicho parqueo donde horas mas tarde, los agentes detuvieron al sujeto que había robado varios coches esa misma noche utilizando idéntico método.
