La fémina falleció dos décadas después del accidente que le causó graves quemaduras. La noticia de su muerte trascendió en redes sociales y uno de sus primos, José Saburido, contó al portal Statesman, de Austin, que ella deseaba ser enterrada en Venezuela, junto a la tumba de su madre, quien también murió de cáncer en 2006.
Tras recuperarse de la tragedia que marcó su vida, Jacqui se dedicó a dar charlas motivacionales para crear conciencia de las consecuencias de conducir bajos los efectos del alcohol.
La mujer venezolana con el tiempo se adaptó a su nuevo estilo de vida que sin duda la marcó para siempre. Poco a poco recuperó parte de su visión y pudo usar de forma parcial sus brazos.