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El asesinato y violación de la profesora Laura Luelmo, el caso que conmociona a España

Bernardo Montoya, de 50 años y con un largo historial delictivo a sus espaldas, es el autor confeso del crimen

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20.12.2018

MADRID, ESPAÑA.- Desde hace una semana, los diarios hablan de Laura Luelmo. Ella era una profesora, de 26 años, originaria de la ciudad castellana de Zamora que acababa de mudarse a El Campillo, para impartir clases en un instituto cercano.

Era su primer trabajo como maestra. Había alquilado una casa en el pueblo que estaba a pocos kilómetros de su centro de trabajo.

Salió de su casa el miércoles 12 de diciembre para hacer deporte, pero nunca regresó y cinco días más tarde fue hallada muerta en un barranco con signos de violencia.

Las pesquisas permitieron detener rápidamente a su vecino Bernardo Montoya, un reincidente de 50 años que, entre otros delitos, fue condenado a más de 17 años de cárcel por matar en 1995 a machetazos a una vecina octogenaria.

La autopsia certificó que Laura Luelmo murió de un fuerte golpe en la frente, pero su cuerpo presentaba muchos más golpes. Los investigadores también detallan otro dato crucial: pereció entre 48 y 72 horas después de su desaparición, por un fuerte golpe producido con un objeto contundente.

Vea: Laura Luelmo: Así era la profesora asesinada a golpes en Huelva

Bernardo Montoya, el asesino confeso de la joven profesora Laura Luelmo. Foto cortesía Twitter/@SEntrenador

Bernardo Montoya, el asesino confeso de la joven profesora Laura Luelmo. Foto cortesía Twitter/@SEntrenador


El agresor
Bernardo Montoya, según su confesión, golpeó la cabeza de Laura Luelmo en un callejón cercano de las casas de ambos en El Campillo ( Huelva). Él la envió ahí con el propósito de agredirla.

'La chica salió de su casa y se me acercó a preguntarme algo. Yo estaba sentado en una silla en la puerta de la mía, que están frente a frente. Ella me dijo: Hola vecino, ¿sabrías de algún supermercado por aquí? Es que soy nueva. Yo le respondí: Claro mujer y le di una dirección. La engañé porque la mandé a un callejón sin salida donde no había supermercado ni nada', dijo.

Además, dijo que la víctima 'estaba viva, pero inconsciente' cuando la abandonó. Para que nadie sospechara de él se llevó su teléfono celular y sus zapatillas y se deshizo de ambos objetos en un contenedor de basura.

La Guardia Civil encontró restos de sangre, que habían sido lavados, en la vivienda de la profesora.