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Perpetrador de masacre en Texas estuvo recluído en una clínica mental

Devin Patrick Kelley también fue descubierto cuando intentó meter armas a la base Holloman de la Fuerza Aérea de Nuevo México

08.11.2017

Houston, Texas
El hombre que mató a 26 personas en una iglesia de Texas estuvo internado en un centro de salud mental en Nuevo México del cual escapó en 2012, de acuerdo con un reporte de la policía.

Devin Patrick Kelley también fue descubierto cuando intentó meter armas a la base Holloman de la Fuerza Aérea de Nuevo México cuando estuvo estacionado ahí, de acuerdo con un reporte de la policía de El Paso obtenido por varios medios de comunicación.

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El reporte indicó que Kelley, quien tenía 21 años en ese entonces, hizo amenazas de muerte a sus superiores.

Fue enviado a un centro de salud mental ubicado en Santa Teresa, Nuevo México, pero logró escapar y posteriormente lo encontraron en una estación de autobuses en el centro de El Paso en junio de 2012.

Por otra parte, en la Primera Iglesia Bautista de Sutherland Springs, los investigadores continuaban analizando la escena del crimen e intentaron acceder al teléfono del agresor. Cabe destacar que desbloquear los teléfonos de los sospechosos ha representado un complicado desafío para el FBI en otros miles de casos.

Las autoridades se enfocan en concluir con la investigación en la iglesia para el miércoles por la tarde. Los investigadores no tienen ninguna razón para creer que alguien conspiró con Kelley (quien actuó solo) señaló Freeman Martin, director regional del Departamento de Seguridad Pública de Texas.

Martin reiteró que las autoridades creen que el tiroteo parece derivar de un incidente doméstico que involucra a la suegra de Kelley, quien asistía en ocasiones a los servicios religiosos de la iglesia pero no estaba el domingo en el recinto.

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“No sabemos lo que estaba pensando (Kelley) o lo que tenía en mente”, señaló Martin. “Había un conflicto. Él estaba molesto con su suegra”, agregó.

El teléfono del agresor fue llevado a un laboratorio del FBI para ser analizado, pero los agentes todavía no pueden desbloquearlo, dijo Christopher Combs, que está a cargo de la división de la agencia en San Antonio, Texas.

La incapacidad de acceder al teléfono del agresor enfatiza la añeja frustración del FBI de no poder sacar información de la mitad de los teléfonos que ha intentado desbloquear en menos de un año.

El mes pasado el director Christopher Wray dijo que en los primeros 11 meses del año fiscal, los agentes no pudieron acceder al contenido de más de 6.900 teléfonos móviles, lo cual indicó, es un problema que obstaculiza las investigaciones.

El FBI y otros funcionarios del orden público se han quejado desde hace tiempo de no poder desbloquear y obtener evidencia de los teléfonos y de otros dispositivos confiscados de los sospechosos, aun teniendo una orden judicial. Las compañías tecnológicas han rechazado ofrecer su ayuda bajo el argumento de que deben proteger la privacidad digital de sus clientes.

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