Hondureños en el Mundo

Albergue en México: Hay testimonios que hondureña fue empujada del tren

El organismo de asistencia humanitaria aseguró que alojó a la hondureña en su travesía a Estados Unidos

FOTOGALERÍA
10.08.2016

Tegucigalpa, Honduras
La muerte de la hondureña Magda Meléndez (18) se torna más confusa luego que un albergue en México difundiera la versión que ella fue empujada del tren La Bestia, lo que cobró su vida de inmediato.

Una publicación del albergue de migrantes Hermanos en el Camino brinda información sobre la joven originaria de la comunidad garífuna de Corozal de La Ceiba.

'Según la información de uno de sus compañeros de viaje que se encontraba arriba de uno de los vagones -de La Bestia- cuando sucedió, los guardias del tren la habían empujado y jalado hasta que ella cayó', subraya el texto divulgado a través de la cuenta de Facebook de este organismo de asistencia humanitaria.

Añade que 'después, según el testimonio, las autoridades -de México- detuvieron a su pareja sentimental como responsable de los hechos', sin especificar su identidad.

EL HERALDO se comunicó con un amigo cercano de la víctima, Darwin Álvarez, quien confirmó que a oídos de amistades y familiares de Magda ha llevado esta versión.

'Eso es pura mentira que se durmió. Póngase a pensar, eso era domingo en la tarde, nadie se puede dormir, fue que la empujaron',

Violencia doméstica
La organización también sostiene que la catracha fue víctima de violencia doméstica de parte de su expareja en Honduras y durante su trayecto a tierras americanas.

Hermanos en el Camino aseguran que recogieron el testimonio de Magda donde contaba las atrocidades que sufrió de su compañero de hogar.

Sin embargo, esta afirmación es confusa, porque familiares y amigos de la joven sostuvieron a EL HERALDO que ella viajaba únicamente con el coyote. En otras versiones dicen que era acompañada por cinco personas de la comunidad.

Además, el esposo de Magda ha dado declaraciones a la prensa nacional en Honduras, por lo que no viajó.

Justamente, este entrevistado mencionó que no se fía del testimonio del coyote que acompañó a la hondureña.

Autoridades mexicanas informaron que Meléndez Chávez perdió la vida a inicios de esta semana a la altura de la ciudad de Nuevo Laredo, estado de Tamaulipas cuando el tren La Bestia transitaba por este lugar, ella se quedó dormida y se cayó de ese medio de transporte terrestre, cuyo cuerpo fue arrollado por las ruedas del ferrocarril.

Parientes de la infortunada utilizaron las redes sociales para dar con su paradero, pero se enteraron de la infausta noticia y solicitaron colaboración para poder repatriar sus restos mortales, ya que son personas de escasos recursos.

Publicación de familiares de Magda Meléndez en la que aparece su hijo de dos años de edad.
Lea más: Buscan repatriar cadáver de migrante hondureña

Además, precisa que hace un mes la catracha pasó por el lugar de hospedaje de migrantes ubicado en la ciudad mexicana de Ixcatepec, estado de Oaxaca, destacando que era responsable de toda su familia, ya que su padre falleció recientemente, mientras que su madre se encuentra en estado delicado de salud en EE UU.

362 cadáveres

de hondureños han sido repatriados de México, de acuerdo a la Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad.

La necesidad de poder satisfacer los menesteres básicos de sus hermanos menores así como de su pequeño vástago, incluyendo la violencia que impera en Honduras la obligó a irse de mojada para la nación del norte de América en búsqueda de mejores condiciones de vida.

Este es el comunicado íntegro publicado por Hermanos en el Camino sobre este caso particular:

Ciudad Ixtepec, Oaxaca, 09 de agosto de 2016

Hace un mes una mujer joven de la comunidad garífuna de Honduras, pasó por nuestro Albergue Hermanos en el Camino. Magda salió de su país de origen con el objetivo de llegar a Estados Unidos. Con tan solo 18 años, Magda era responsable de una familia entera, su papá murió hace cuatro meses y su mamá se encuentra delicada de salud en EE.UU.. En su país de origen su expareja, el padre de su hijo de un año, le había hecho la vida imposible, persiguiéndola por todo el país, hasta llegar a tal extremo de cortarle la mitad de un dedo con un machete. La violencia de género que vivió Magda, junto con la necesidad de satisfacer las necesidades básicas de sus hermanos menores y de su hijo, le obligaban a salir de su país, para buscar el ambicioso sueño americano. No obstante, la violencia que sufrió Magda en Honduras, continuó en su camino por México. Magda fue víctima de agresiones físicas por su pareja actual, quien la acompañaba en el viaje. Con el apoyo y solidaridad de sus compañeras y compañeros que conoció durante su estancia en el Albergue, era posible detener a su agresor. Sin embargo, por razones desconocidas, Magda decidió continuar su camino con él.

El día de ayer nos enteramos que Magda murió en la Frontera de Nuevo Laredo, en el Estado de Tamaulipas. Según los medios de comunicación, se cayó por cansancio de uno de los vagones a las vías del tren. Sin embargo, según la información de uno de sus compañeros de viaje que se encontraba arriba de uno de los vagones cuando sucedió, los guardias del tren la habían empujado y jalado hasta que ella cayó. Después, según el testimonio, las autoridades detuvieron a su pareja sentimental como responsable de los hechos.

La historia de Magda nos deja no solamente reflexiones, sino también desafíos que corresponden tanto a las autoridades e instituciones en su país de origen y en el país de tránsito, como a nuestras sociedades. A las autoridades en Honduras porque eran incapaces de protegerla de la violencia que estaba sufriendo, a pesar de que ella había intentado poner una denuncia en contra de su agresor, la cual fue rechazada porque ella era en ese momento menor de edad, y por otra parte por no generar las condiciones económicas necesarias para garantizar su derecho humano a no migrar. Al gobierno mexicano por su incapacidad de generar una política migratoria humana, la cual, lejos de proteger a las personas en condiciones vulnerables, las obliga a ponerse en situaciones de alto riesgo.

Pero también representa desafíos para nuestras sociedades. Las relaciones de poder entre los géneros marcan tanto instituciones y organizaciones como nuestros hogares, así como las experiencias de las mujeres en el ámbito migratorio, que se ve reflejado en su invizibilización dentro de este contexto, donde históricamente solamente son vistas como acompañantes de hombres migrantes. No obstante, las mujeres se vinculan de diversas maneras con la migración, como hijas, hermanas, tías, abuelas y madres que quedan atrás cuidando a la familia; un dogma de su vida cotidiana en donde el cuidado de los hijos injustamente se encuentra asignado de forma unilateral al género femenino. Pero también muchas que por propia elección luchan por un futuro digno para ellas y sus hijas e hijos, en muchos casos obligadas por la ausencia de un progenitor que se haga responsable o, no poco frecuente, por la violencia que sufren por parte de sus (ex)parejas.

Con respecto al camino mismo, muchas mujeres buscan viajar con hombres, para disminuir el riesgo del viaje. No obstante, muy frecuente estos mismos son los que ejercen violencia durante el camino, o las incluyen en su grupo con el fin de deferir la violencia hacia ellas, en caso de agresiones u operativos del Instituto Nacional de Migración. El caso de Magda nos enseña de una manera dolorosa, la importancia de reconstruir estos patrones de género, en donde las mujeres requieren la protección de un hombre que las salva y la necesidad de reconocer a las mujeres como personas autónomas, diseñadores de su propio destino. Por lo tanto, concientizar y considerar la violencia contra mujeres como una de las causas de la migración femenina, que la acompaña aún después durante todo el proceso migratorio, es uno de los desafíos que enfrentamos desde las organizaciones e instituciones como personas individuales.

Cuando pensamos en Magda, nos viene a la mente una mujer joven soñadora, llena de vida y con muchas ilusiones, sus ojos alegres que se esconden en su mirada firme, segura de sí misma. Recordamos su gran sonrisa cuando hablaba de su hijo, cuando decía que era “lo mejor que tenía en su vida”, de su actitud positiva a pesar de todos los conflictos, las largas conversaciones donde se manifestaba su lucha contra el racismo, el amor por la playa y la convivencia con otras personas. Nos acordamos de su cara llena de emoción cuando habló sobre la fiesta de su pueblo en marzo cuando se celebra el día de los garífunas, y su fascinación por el futbol; pero también de las lágrimas que salieron de sus ojos cuando le decíamos que no estaba sola en este camino. Estamos agradecidas por haberla conocido. Sus sueños, su risa y el amor que compartió con nosotras no conocen fronteras geopolíticas ni a la muerte. Vivirá en cada una de nosotras que tuvimos el placer de conocerla, hasta el día que nos volvamos a ver...

Sarah Moebius, Encargada de Mujeres Migrantes y Asuntos de Género Albergue de Migrantes Hermanos en el Camino, A.C.