Hondureños en el Mundo

Sabor catracho atrapa la capital española

La migración de hondureños a Madrid provoca una apuesta por la gastronomía catracha. Visitamos uno de los nuevos restaurantes que promete ser referente

12.08.2018

MADRID, ESPAÑA.- Algo se está cocinando en Madrid... y es delicioso. Descansa encima de una parrilla colocada sobre una pila de carbón blanco grisáceo y rojo encendido. Los pedazos de carne condimentada empiezan a sudar a una temperatura de 160 grados. Los jugos corren por los surcos del bocado.

Minutos después, el plato de carne de res termina en la mesa de una chica originaria de San Pedro Sula, al norte de Honduras. Lo acompaña de chorizos, frijoles molidos, queso, chismol, tajadas fritas y un refresco natural.

Probablemente ella llevaba varios meses sin que su paladar probara comida con sazón hondureña. Jugosa y recién preparada.

En Rincón Catracho, un restaurante de reciente apertura en Madrid, los hondureños retoman la dieta que abandonaron una vez que cruzaron el control de extranjería de España.

Alta demanda
Los locales de comida catracha han abierto en Madrid casi al mismo ritmo que la migración hondureña pone sus ojos en esa región española como nuevo hogar. Solo en la Comunidad de Madrid hay casi 20,000 hondureños, según datos del padrón actualizados al 1 de enero del 2018.

Rincón Catracho es uno -quizás el más reciente- de los siete u ocho restaurantes de gastronomía catracha que operan en la capital española.

Apenas tiene dos meses, pero este local ubicado estratégicamente en una zona oxigenada de catrachos -Distrito de Carabanchel, Vía Carpetana, número 433- ya ha logrado una clientela fiel.

Las claves de este prematuro reconocimiento nos la da la propietaria del comedor, Cindy Pineda, una joven hondureña de 28 años que junto con su socia peruana Sara Vidal transformaron los ahorros en empresa.

“La diferencia es que no tenemos comida recalentada. Lo hacemos en el momento. Tal vez le decimos al cliente que tiene que esperar 15 minutos, pero es hecho al pedido”, explicó Pineda a EL HERALDO.

La chica atiende la entrevista un sábado, un día concurrido. Los clientes empiezan a abarrotar el local. Así que inventa minutos para no descuidar a los comensales y mantener la conversación.

Aunque en el menú tiene una variedad de bocadillos y golosinas hondureñas, como la infaltable baleada -sencilla, especial y con todo-, los crujientes tacos fritos, los pastelitos y las enchiladas, los consumidores prefieren “el plato completo, quieren lo mejor”.

Así que lo común es que a la cocina lleguen pedidos del plato típico. Carne asada, chorizo, frijolitos molidos y rebanadas de plátano. O el pollo acompañado de tajadas, bañado en aderezo y salsas -pollo chuco-. También prefieren el pescado frito.

Mientras en España la tradición dicta que en verano se coman platos fríos, los hondureños no pierden la costumbre de hacer ebullición interna con las sopas, comenta con agrado Pineda. Los domingos desfilan por su sopa de mondongo.

Un sueño en España
Junto a Cindy y su socia trabajan seis personas. Confiesa que las jornadas son agotadoras, a partir de las 9:00 AM. Tienen el permiso del ayuntamiento para cerrar a las 2:00 de la mañana.

Un distintivo de este local es que disponen de un espacio exterior para comer, lo que en España se conoce como terraza, muy típicos y pocos locales de comida latina lo tienen.

A Cindy le alegra que, apenas con semanas de trabajo, llegó una familia catracha de Zaragoza buscando comida que a veces solo saborean desde la nostalgia. La publicidad de boca en boca corriendo a su favor.

“Esa fue mi idea desde un inicio. Saber que uno viene de trabajar una semana, comes lo que te dan en un trabajo, que siempre es la comida española, y añoras un platito de tu comida”, comentó.

Cuando Cindy dice un inicio se refiere a cuando llegó a España, hace cuatros años. “Dejas todo atrás y empiezas una vida desde cero”. Todo para Cindy es, principalmente, sus padres y su niña de ocho años en San Pedro Sula.

Al llegar, la oferta de trabajo para ella no varió a lo que hay para las mujeres latinas: en cuidados domésticos, pese a tener media carrera universitaria de Administración de Empresas. Pero ella, con un sueño ya dibujado, de la paga reservaba unos cuantos euros para un proyecto especial. A veces más, a veces menos. “Llevaba tiempo madurando esta idea”.

Para dar el salto final cogió impulso con ese dinero, se auxilió de sus hermanos con más apoyo económico y se asoció con su amiga peruana para montar el restaurante. El sueño, al fin.

Ella recapacita y corrige, antes de terminar. Era una idea que inició en Honduras, “pero es tan difícil emprender en nuestro país”.

Llegan más clientes y Cindy se multiplica en el restaurante: camarera, cobradora, de todo. Multiplicar es lo que quiere con la marca. De un restaurante ser luego una cadena. Soñar se vale cuando lo vas cumpliendo.