Hondureños en el Mundo

Josué Orellana, el barbero hondureño que con su creatividad triunfa en Nueva York

La necesidad lo hizo convertirse en barbero, ahora se ha ganado el respeto de sus clientes en una prestigiosa barbería de Estados Unidos

FOTOGALERÍA
16.02.2018

Nueva York, Estados Unidos
La cabeza de sus clientes viene a ser como el lienzo que utiliza un pintor para recrear paisajes, con la diferencia que no son óleos ni pinceles los que utiliza, sino máquinas, navajas, tijeras y peines, entre otros instrumentos.

El fiel reflejo son originales cortes de cabello, con un despliegue que va desde los más sencillos y clásicos hasta los modernos y extravagantes que se apartan de lo común.

Originario del municipio de Tambla, en el occidental departamento de Lempira, Josué Orellana, de 27 años, ha encontrado en el oficio de la barbería su pasión.

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Con siete años de experiencia, y aunque confiesa que de niño nunca se le cruzó por la mente llegar a ser peluquero, el nombre de este compatriota que actualmente reside en Nueva York, Estados Unidos, quedará registrado en la historia de su natal Tambla por ser el fundador del primer establecimiento para cortar pelo en ese municipio.

Y es que, como se ha expresado desde siempre que la necesidad es la madre de la invención, en Josué se cumplió el popular dicho. Ya que, luego de ir en busca del señor que peluqueaba en el pueblo, e incorforme con el corte que le estaba realizando, decidió convertirse en la solución de este problema, que se presentaba con frecuencia.

'La idea de mi negocio surgió por la necesidad de tener una barbería en mi pueblo, aunque yo tenía mi trabajo en una ferretería, visualicé la oportunidad y decidí aprender sobre barbería y empezar', expresó..

Josué Orellana

Emprendedor
Aún en medio de las dificultades, Orellana, a quien le caracteriza un espíritu emprendedor y de superación, puso en marcha su iniciativa, consiguió por medio de un vecino un préstamo a través de una cooperativa y así nació en 2011 Barbería Josué.

Imposible se le hace no recordar la dicha que sentía al momento de escribir sobre una cartulina el rótulo que identificaría su negocio o a su primer cliente. 'Bien recuerdo quién fue mi primer cliente, es un niño que vivía en el centro de mi pueblo, recuerdo que estaba nervioso, pero me tocó un examen muy sencillo, pues era un corte de un solo número, que así se le llama cuando el pelo se corta parejo', afirmó con voz emocionada.

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No le fue nada fácil desempeñar dos trabajos, uno como dependente de ferretería y el otro como administrador de su propio negocio, que era todo un éxito. Orellana no perdía la oportunidad para aprender y consolidarse como barbero, así que recurría a sus amigos para que le sirvieran de modelo y practicar nuevos cortes de acuerdo con la tendencia y exigencias de la moda.

Así que recurrió a la creatividad y con mucha precisión les dibujaba soles, estrellas, líneas exóticas y cuanto diseño le fuera posible. En busca de nuevos horizontes, hace tres años que Josué se marchó de su patria y en un segundo intento llegó a Nueva York.

Josué Orellana hace en la cabeza de sus clientes el diseño que le soliciten en la barbaría donde labora.

Josué Orellana hace en la cabeza de sus clientes el diseño que le soliciten en la barbaría donde labora.
Hoy trabaja en una prestigiosa barbería y esta viene a ser la sana recompensa a su esfuerzo y dicación. Ordenado en lo que hace, vestido de manera impecable, con su cabello correcto y elegante, el reto diario de este compatriota que vive entre navajas, máquinas, tijeras, geles, peines, cepillos, secadoras y otros instrumentos es complacer a su amplia clientela.

'Lo que me llena de satisfacción es ver el gesto que hace una persona después de haberle realizado un buen corte, porque luce una imagen fresca y elegante, eso me hace sentir orgulloso de mi trabajo y por eso me empeño en aprender más', confesó. Y es que además tiene la habilidad de captar qué es lo que el cliente exige y a la vez sugerirle qué es lo que le va bien.

Si le preguntan a qué atribuye su éxito, es porque ha aprendido a ponerlo todo en las manos de Dios y tener confianza en sí mismo. Su máxima aspiración es volver un día al pueblo que lo vio nacer, convertirse en un empresario y ayudar al prójimo.

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