Tegucigalpa

'Súper” Jesfry: Un pequeño héroe con grandes sueños    

El alumno de 13 años dedica los domingos a vender chicles para ayudar a su madre.

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03.08.2015

Tegucigalpa, Honduras

“Chicles, chicles ¿No quiere chicles?”, exclama con voz infantil el inquieto Jesfry Andino Carías (13) en pleno autoservicio de un restaurante en el bulevar Morazán.

Una mano que sale de un carro polarizado lo llama. “¿Y es que usted no estudia?”, lo cuestiona una dama mientras espera el pedido en ventanilla.

“Claro que sí, señora, en el mejor colegio de Honduras”, contesta sonriente el joven, mientras carga con su brazo izquierdo los paquetes de goma de mascar recién comprados en una tienda del Guanacaste.

En efecto, Jesfry es alumno becado del Instituto Taular, colegio que obtuvo el mejor resultado en las Pruebas de Aptitud Académica (PAA) de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) de 2014.

Contrario a lo primero que se nos viene a la mente, el estudiante confiesa que no trabaja por obligación, sino por voluntad propia para “ayudarle a mi mamá, aunque a ella no le gusta”.

“Súper” Jesfry

Jesfry desprende una magnética y lúcida personalidad que toma la mejor forma en una sonrisa sincera, sus ojos vivaces y sus bromas inocentes.

Para conocer más del intrépido alumno, EL HERALDO se trasladó hasta su vivienda en un quebrado cerro que colinda con el río Choluteca, en la zona de Los Próceres.
Una modesta casa de tres metros cuadrados, madera vieja, muebles apilados y láminas de zinc es el lugar que Jesfry, cuatro hermanos y su mamá Nora Carías llaman hogar.

“Me da miedo por la inseguridad, pero él siempre sale porque mira la necesidad en la casa o a veces lava carros”, comenta doña Nora, mientras se acompaña de todos sus hijos en una de las tres camas hacinadas en la zona de riesgo.

Así, con un temple de guerrero y la sensibilidad de hijo, Jesfry sale todos los domingos y posa su esperanza en la venta de chicles de 9:00 de la mañana a 6:00 de la tarde.

“La gente siempre me pregunta si estudio y se sorprende cuando les digo que estoy en el colegio y me ven tan pequeño”, comenta en sentido cómico el alumno de octavo grado.
Por cuestiones de juegos, en los pasillos del colegio lo bautizaron como “Súper” Jesfry, un título que bien pudo ganárselo a pulso con su doble esfuerzo, comenta Carlos Espinoza, director ejecutivo del Taular.

Solidaridad y ayuda

Aunque tiene una respuesta para todo y suelta ocurrencias de la manga, la timidez atrapa al joven de piel morena cuando se trata de revelar en qué invierte el dinero obtenido.
Complementar los gastos de los estudios y apoyar a su adorable madre en el hogar es el destino de los cien lempiras de ganancias, confiesa.

“Contale Jesfry del regalo que le diste a tu hermana con ese dinero”, lo anima el director. “¡Ah! Sí, la llevé a comer a un restaurante en su cumpleaños”, responde con un pizca de pena en su rostro.

Ejemplo para toda una generación, a este muchacho no solo le toca lidiar con los dilemas económicos, sino con sus problemas de crecimiento, visuales y alergias, a los que se suma la rinitis y las migrañas.

Ahora entendemos cuando el director Espinoza destaca a “Súper” Jesfry por “su inteligencia emocional, eso lo hace muy especial, nunca pierde esa sonrisa y no se deja de la vida”.
Por ello, no duda en considerar que el joven y su familia merecen el apoyo de cualquier persona, el gobierno y la empresa.

Este clamor también lo lanza doña Nora desde su condición de madre soltera: “Tenemos bastantes necesidades y miro que el presidente Juan Orlando Hernández ayuda. Yo le pediría una casa”.

Con unos suspiros y una voz gentil y casi quebrada, la señora termina la plática. Los niños van para la iglesia, excepto “Súper” Jesfry, casi obstinado por vender chicles.