A las 12:45 PM del viernes 20 de febrero de 2015, un chimbo de gas explotó en un comedor de la Feria del Agricultor y el Artesano, en la capital de Honduras.
Más de 70 personas, entre niños, adultos y personas de la tercera edad, resultaron quemadas por la mortal mezcla del gas disperso y el fuego de las hornillas.
En cuestión de segundos, el panorama de comensales que disfrutaban de pupusas y otros platillos típicos cambió a uno donde los gritos eran desesperados y el dolor, atroz.
Una multitud envuelta en llamas trataba de librarse del fuego en su ropa, piel y cabello, mientras testigos horrorizados trataban de brindar ayuda aún sin comprender del todo lo que estaba pasando.
Diez días después de la explosión, la dimensión de la tragedia ha ido alcanzando niveles impredecibles con la muerte de siete personas. Dos más se encuentran en estado crítico.
Después del suceso, comenzaron operativos para prevenir otras tragedias en mercados locales y para crear conciencia sobre el uso de los cilindros de gas.
Pero de la tragedia en la Feria del Agricultor y el Artesano nadie se responsabiliza y los familiares de las siete víctimas mortales solo han podido echarle la culpa al infortunio.
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