Tegucigalpa

Protesta de la resistencia deja severos daños

Manifestantes afines al Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), bajo la bandera de la libertad de expresión, volvieron a mancillar la propiedad privada y los inmuebles históricos.

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26.01.2013

Las luchas ideológicas y el fanatismo político apuñalan con mayor fuerza y sin piedad a una víctima libre de pecado: el patrimonio cultural de la capital.

Y es que las marcas del vandalismo en edificios emblemáticos y la devastación del ornato de la ciudad se han vuelto una constante cada vez que marchan los miembros del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP) y su brazo político, el partido Libertad y Refundación (Libre).

El jueves anterior, militantes de estas agrupaciones lideradas por el expresidente Manuel Zelaya alzaron su voz contra la inseguridad, el desempleo y el proyecto de las “ciudades modelo”.

Pero, a su paso y entre las críticas al gobierno de turno, dejaron una estela de destrucción y daños imponderables a varios inmuebles históricos de Tegucigalpa.

El despiadado recorrido inició en el bulevar Miraflores, a la altura de la Universidad Nacional Pedagógica Francisco Morazán (UPNFM), donde los protestantes aprovecharon para destrozar los rótulos informativos de socialización con la población del sistema de transporte Trans 450.

Las autoridades municipales externaron su pesar y malestar por estas acciones.

Arnoldo Avilés, enlace del proyecto entre la Unidad Ejecutora y la Alcaldía, dijo que las acciones son tipificadas como un robo y daño a la propiedad.

“Es una lástima. La valla había sido colocada con mucho sacrificio para la socialización del Trans 450, y no es justo que por desavenencias políticas dañen la publicidad”, se quejó.

Severos daños

La ruta del caos siguió sin pausa. Los manifestantes se movilizaron hasta el bulevar Juan Pablo II y recorrieron la avenida República de Chile para llegar al centro histórico de Tegucigalpa, en dirección al Congreso Nacional.

A medida que se aproximaban a los bajos del Poder Legislativo, los vándalos sacaron las latas de aerosol para arremeter contra la propiedad privada y pública.

Las paredes de edificios emblemáticos, como la Biblioteca Nacional y la Catedral Metropolitana San Miguel Arcángel, volvieron a servir de lienzo para escribir groserías, obscenidades e insultos.

Los comercios de la avenida Cervantes tampoco se salvaron de la intolerancia de los antisociales, y sus propietarios viven resignados a gastar en innumerables latas de pintura para aplacar el daño.

Cometen un delito

La ley es clara y en ninguna cláusula, desde las constitucionales hasta las secundarias, se toleran los continuos daños a los inmuebles históricos.

Sin embargo, para las autoridades del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), lo que falta es voluntad para aplicar justicia, porque las armas legales existen.

Según el artículo 172 de la Constitución de la República, es deber de todos los hondureños velar por la conservación e impedir la sustracción del patrimonio cultural.

Lo mismo manda para las autoridades edilicias el artículo 14 de la Ley de Municipalidades, que dice en el numeral 5 que es deber “preservar el patrimonio histórico y las tradiciones cívico-culturales del municipio”.

Incluso, en el artículo 254 del Código Penal está tipificada la sanción, pues indica que “se impondrá reclusión de tres meses a dos años a quien destruyere, inutilizare, hiciere desaparecer o deteriorare muebles o inmuebles o animales de ajena pertenencia”.

Estas cláusulas abren el camino para que la Fiscalía de las Etnias y Patrimonio proceda de oficio contra los infractores.