El perfil psicológico de JOH, según expertos: personalidad sociopática y obsesión por el poder

Según expertos consultados por EL HERALDO, JOH presentó varios padecimientos durante sus más de 30 años en la política de Honduras, incluyendo personalidad sociopática, trastorno de personalidad, actitud narcisista y síndrome de hubris

lun 29 de enero de 2024 a las 16:0

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- JOH, conocido así por las iniciales de su nombre Juan Orlando Hernández, además de ser el presidente más joven de Honduras, fue el único reelecto y el primer exgobernante extraditado a Estados Unidos. Según profesionales que han analizado su comportamiento durante los ocho años que estuvo al mando de Honduras, su enfoque político podría asemejarse a las ideas de Maquiavelo e incluso de Napoléon Bonaparte, caracterizándose por la premisa de que “el fin justificó los medios”.

Con una estatura de 1.71 metros y un peso menor a 175 libras, a sus 55 años, Juan Orlando Hernández siempre destacó por su sonrisa marcada, una meticulosidad evidente en cada palabra que pronunciaba y una notable amabilidad.

La astucia fue su mejor aliada, pues de acuerdo a testimonios, a lo largo de más de 30 años de carrera política activa en el país, desde muy joven aprovechó para observar de cerca el ambiente político, empaparse y lanzarse -sin miedo alguno y con firme convicción- al profundo mundo gubernamental, mostrándose como un “político de la nueva generación”: educado, con sólida formación académica, moderno, aparentemente muy conciliador y todo un estadista que había nacido en departamento de Lempira, destinado a gobernar el país.

Su carácter firme y beligerante fue un punto de partida desde que estaba joven, pues desde esa época Juan Orlando ya mostraba sus dotes de liderazgo y perseverancia en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en apenas poco tiempo.

Poco a poco JOH fue ganando notoriedad en la vida política activa del país. Desde sus funciones como congresista se mantuvo irreverente y afín a sus ideales -sin dejar un metro de duda-, de ahí su sobrenombre “Cipote Malcriado”, que se originó durante una sesión del Congreso Nacional, cuando el extinto expresidente liberal, Rafael Pineda Ponce, tomó el micrófono y lo etiquetó de esa manera.

Según un profundo análisis de su perfil psicológico, el exmandatario hondureño, al ser reelegido y gobernar el país de manera estratégica, como si fuera una “mesa de ajedrez”, revela ser un “adicto” al poder con una personalidad narcisista y psicopática. Además, se le observan indicios del síndrome de hubris.

En su carrera por la silla presidencial en 2013 se mostró -la mayor parte del tiempo- como un político carismático y jovial, mostrando en cada uno de sus discursos que era capaz de “hacer lo que tenga que hacer” para lograr sus propósitos en la vida.

“Empieza una carrera vertiginosa fuerte a nivel de políticos en donde sus aspiraciones empiezan a crecer, a desarrollar, y entonces se va viendo como una persona muy astuta, muy ágil, ya con comportamiento psicopático o sociopático”, opinó el médico psiquiatra Javier Uclés al ser consultado por EL HERALDO.

Uclés definió el comportamiento psicopático o sociopático como una actitud en la que, a pesar de conocer la diferencia entre el bien y el mal, se ignoran “los derechos y sentimientos de los demás”. Este comportamiento se caracteriza por la capacidad de engañar, manipular, explotar, amenazar, robar o incluso causar daño físico a otros, mientras al mismo tiempo pueden parecer amigables y bien adaptados de forma superficial.

“El trastorno sociopático de la personalidad es algo muy dañino, destructivo, pernicioso, ya sea en casos leves, moderados o severos”, amplió el médico.

A criterio del profesional de la psiquiatría, JOH una vez que probó las mieles del poder, mostraba un comportamiento muy controlado ante el ojo público, que a sus espaldas, presentaba signos de una insaciable sed de autoridad que va más allá de los límites normales, por lo tanto sus actitudes se convirtieron en insanas.

“Ya en el poder, no solamente es la personalidad sociopática, también el síndrome de hubris, donde la persona solo está pendiente del poder, más poder y más poder y es inalcanzable, nunca terminan de hacerlo. De ahí entran muchos enemigos o muchas personas que son obedientes y que son sumisas para él, que le hacen los favores, las conveniencias y sigue agrandando siempre con poder y el poder ya no solamente era político, sino hasta de tipo ideológico. Sigue avanzando, sigue creciendo y es la persona que mandaba en Honduras y el que no obedecía”, opinó.

El médico psiquiatra conceptualizó el síndrome de hubris como una adicción al poder, donde quienes se autodenominan líderes suelen considerar que poseen cualidades excepcionales. En este síndrome, creen saberlo todo, se valoran por encima de los demás y actúan dejando a un lado la realidad y los principios morales que generalmente conocen.

El experto explicó que JOH demostró una notable habilidad para consolidar su imagen como presidente, presentándose como un líder confiable y efectivo. Hizo de su toma de decisiones un “agente de cambio”, ganándose así el aprecio y cariño de una gran parte de la población. Sus acciones, que incluían la entrega de comida, bonos e incluso la construcción de viviendas, ofrecían otra perspectiva a la mayoría de la población y resultaron efectivas en la mejora de su imagen.

Además, con su sutileza y seguridad en cada uno de sus discursos y entrevistas, aseguraba que los hondureños ya tenían una Vida Mejor (Programa diseñado por el gobierno de JOH para construcción de viviendas), al menos desde el punto de vista de los indicadores en ese momento (la pobreza pasó de 60% a 73%, según el INE)

“No solamente busca instruir a los demás, lo que busca es que lo tengan que agradecer, se cree dotado por Dios para hacer grandes cosas y que no solo tienen que reconocer, le tienen que obedecer ciegamente, cree que nadie tiene derecho a juzgarlo”, opinó el profesional de la psicología, Daniel Ávila.

$!JOH se mostró sonriente, amable y cercano a las personas mientras buscaba la presidencia de Honduras por primera vez.

Formación militar

JOH estudió en el Liceo Militar del Norte y egresó con el grado de subteniente de infantería. Esa formación militar pudo haber provocado en el joven Juan Orlando “un impacto en su mentalidad y comportamiento”.

“Pensó que era buena ubicación, la militar, y eso lo hace un montón porque también en los militares se da una manera de superarse y buscar posiciones y andar uniformado y de elegancia y todo eso, entonces ya es conocer el poder, porque estaba cerca de los poderosos”, consideró el médico psiquiatra.

Por su parte el psicólogo Daniel Ávila opinó que en “una promoción tiene que esperar a que le toque su turno, es un camino bastante largo, entonces la persona se puede convertir en muy ambiciosa de poder”.

A criterio de los expertos, si bien la formación militar puede influir en la percepción y el manejo del poder, no es la única variable determinante en el aspecto psicológico, aunque sí un detonante de trastornos de personalidad y narcisismo que se pueden volver insanos.

Además, Ávila definió la personalidad narcisista como un “amor hacia sí mismo” donde la persona también siente que “los demás deben de complacer todos sus deseos, merecer una gran atención buscar la aprobación sin ser empático con las necesidades de los demás”.

“Estar en algo relacionado al Ejército les va gustando, entonces se enamoran del poder, se enamoran del dinero y de las posiciones”, explicó el profesional de la salud.

$!De acuerdo a los expertos, algunas actitudes y comportamiento de JOH hacían dudar de las verdaderas intenciones durante sus dos mandatos.

JOH tuvo una metamorfosis en su doble mandato

A medida que su tiempo en el cargo avanzaba, su forma de actuar experimentó una “metamorfosis”. En su segundo mandato dejó a un lado su jovialidad y su carisma se fue diluyendo poco a poco, hasta el punto que sus argumentos ya no eran “convocantes”.

“Va pasando el tiempo hasta llegar a un nivel de 100% en donde hay una personalidad sociopática y una personalidad psicopática en donde él (JOH) ya tenía el poder absoluto, por todos lados... de la autoridad, todo el mundo, aquí en el país y no había escrúpulos”, opinó sobre el cambio abrupto en la personalidad de Hernández.

A criterio de Ávila, el desgaste en la personalidad de Juan Orlando mientras ejercía como presidente se debió a que “se mantuvo a sus mandatos y sus deseos y hacía esfuerzos por mejorar su imagen para ser visto como el gran líder. Siempre está diciendo que lo vean como la gran persona”.

Según el diagnóstico de profesionales en psicología y psiquiatría, inicialmente, los primeros actos de JOH eran aplaudidos. Sin embargo, con el tiempo, se empezó a observar una tendencia hacia la “centralización del poder” (Como por ejemplo el control en el Consejo Nacional de Defensa y Seguridad) y una resistencia a aceptar responsabilidades y errores, generando cuestionamientos sobre una posible “adicción al poder”. Esta preocupación se confirmó con su reelección en 2017.

“Llegó un momento en que aparentemente (JOH) se desvío de la parte política tradicional y se empezó a especular que ya andaba en otros pasos que ya están reñidos con la ley y con autoridad. Se vuelve ya peligroso y ya puede ser peligroso para los demás, entonces ya es una parte en donde ya los sociopáticos están consolidados”, consideró Uclés.

Según los expertos consultados por este rotativo, fue durante su segundo mandato que JOH mostró, de manera sutil, un comportamiento diferente al exhibido durante sus años como diputado y en su primer gobierno.

A pesar de las denuncias nacionales en su contra, Hernández no parecía verse afectado por el problema. Incluso cuando la Fiscalía de Estados Unidos llevaba a cabo investigaciones sobre sus conexiones y supuesta participación en el narcotráfico, él nunca mostró signos de temor o alteración. Por el contrario, siempre afirmó ser “inocente”.

A esta actitud, los profesionales la definen como trastorno propio de una persona “histriónica”, es decir, que actúa de manera diferente a las circunstancias que le aquejan, aunque sepan que se enfrentan a algo muy grave. En este caso se trataba de una extradición.

Otro de los momentos donde se puso en aprietos su comportamiento fue durante su captura, pues lejos de mostrarse tímido, lució calmado, seguro y hasta amable (con tiempo de saludar a la prensa afuera de su casa). Tanto Uclés como Ávila lo definieron como una persona “psicópata”, ya que no mostró ningún “sentimiento de culpa”.

Después de ser detenido por las autoridades, Hernández no mostró estrés ni preocupación. Durante los días previos a su extradición, se mantuvo calmado, seguro y sin mostrar inquietud. Incluso, fue captado realizando ejercicios físicos sin aparente preocupación.

Lo mismo sucedió al momento de abordar el avión que lo llevaría a enfrentar un largo proceso en Estados Unidos. Ese día, nuevamente el país entero le vio calmado, seguro y hasta amable.

La conducta de JOH en Estados Unidos

Pese a mostrarse timorato y sin muchas intervenciones durante sus primeras audiencias ante los fiscales estadounidenses, a criterio del profesional Uclés, JOH actuó esas veces en su papel de víctima, pero sin perder la inteligencia y audacia adquiridas.

JOH va a querer “manejar las cosas a su manera”, dijo Uclés, y prueba de ello fue su repentino cambio de actitud durante la última audiencia previa al juicio. Esa vez fue más participativo y hasta solicitó una computadora y un abogado adicional, peticiones que fueron admitidas. También mostró valentía y seguridad al pararse ante el jurado para manifestar sus inquietudes.

Según el profesional de la psiquiatría, sea cual sea la decisión final del jurado de la Corte del Distrito Sur de Nueva York el día de su juicio, Hernández mantendrá su personalidad sociopática y se presentará “frío y sin miedo a nada” al escuchar si es “inocente” o “culpable”.

“Las cárceles están llenas, pero los sociópatas más peligrosos no son los que están en la cárcel, son los que están en la calle y los que están en los congresos, en las estructuras políticas, esos son los peligrosos”, externó el médico.

JOH está a las puertas de un juicio por cargos de narcotráfico, y su personalidad en la actualidad contrasta significativamente con el período en el que emanaba carisma y elocuencia. Ahora, tras las rejas de la justicia estadounidense, su postura es más fría y menos expresiva. Hasta el momento, no ha presentado delirios ni locuras.

$!En calma y sin gestos de preocupación fue extraditado el primer presidente de Honduras acusado por cargos de narcotráfico.
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