Honduras

Honduras: Con desesperación, pobladores luchan contra sequía

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26.04.2015

Choluteca, Honduras

¡Ohhh, ohhh! gritaba constantemente Víctor Francisco Galo mientras arreaba su manada de vacas rumbo a una charca que aún queda en el río Choluteca, a la altura de Marcovia.

Unas de aquellas reses que avanzaban al trote se quedaron en la orilla de la ciénaga calmando su sed, otras prefirieron zambullirse para refrescar el cuero.

Muy cerca del lugar donde ocurría esta escena, en las ramas secas de un viejo árbol, una bandada de pericos hacía un gran escándalo, como burlándose del infortunio de los sureños. Desde los ocho años vengo a darle agua a las vacas a este río y jamás se había secado, dijo Galo, sin perder de vista a la manada.

Y es que aquel caudal que hace años derribaba grandes estructuras y arrasaba pueblos enteros, en algunos tramos hoy es apenas un débil hilo de agua, en otros una charca verdosa y en las partes más extremas el líquido desapareció por completo.

La situación es tan aterradora que ahora las personas pueden caminar por las profundidades del río Choluteca, sin mojarse los pies, incluso hasta pueden dormir una siesta en las bases de los puentes.

Estas solo son ligeras manifestaciones de la intensa sequía que golpea sin clemencia a más de 90 mil personas que viven en unos 19 municipios del denominado corredor seco.

Los niños, mujeres, hombres y ancianos de Reitoca, Curarén, Alubarén, La Libertad y San Miguelito, Francisco Morazán; así como por Lauterique, La Paz; Coray, Langue y Alianza, en Valle; igualmente San José, Marcovia, Choluteca, Orocuina, Apacilagua y Morolica, en Choluteca; Soledad, Texíguat, en El Paraíso, enfrentan condiciones difíciles no solo por la insoportable calor, sino también por la falta de agua para el consumo humano y para los animales domésticos.

De acuerdo con los pronósticos de la oficina de Meteorología, la crítica situación que viven las poblaciones de estos municipios podría incrementarse en los próximos días por la tardanza y el débil invierno que se presagia para este año.

Los efectos del cambio climático y la presencia del fenómeno El Niño no solo generan calor, sequía y desesperación, sino que también proyectan efectos devastadores para la vida de las personas así como en la producción agrícola y ganadera de la zona.

Indiferencia

Así como el problema de la sequía en estos municipios es cíclica, también no deja de ser crónica la negligencia gubernamental tanto central como local, incluso de los mismos pobladores, para mejorar las condiciones ambientales de la zona.

Lejos de tomar conciencia de la protección del medio, aquí la gente sigue con la costumbre de meterle fuego a las parcelas que utilizarán para la siembra, con resultados muchas veces catastróficos cuando las llamas escapan a las rondas.

Si por heredad natural estas tierras ya son poco fértiles, con el fuego y el corte de árboles para leña no solo terminan de perder sus nutrientes, sino que también cada año dejan escapar el agua superficial y subterránea que las alimentaba, por eso hoy los pozos y las vertientes yacen totalmente secos.

Aunque los rótulos del gobierno central están por todos los caminos anunciando programas de ayuda, en la realidad los pobladores aseguran que ningún técnico del gobierno les ha orientado en materia de reforestación y peor en la siembra de cultivos alternativos, por eso ellos siguen hablando nada más de sembrar maíz, frijoles y maicillo (sorgo).

Ante la crítica situación en la zona sur, Iván Campos, encargado de la Regional seis del Comité Permanente de Contingencias (Copeco) en Choluteca, sostuvo que debido a los pronósticos poco alentadores de Meteorología “se ha estado trabajando en prevención en varias comunidades que comprenden el corredor seco y otros municipios que también sufren las consecuencias de la naturaleza”.

Logísticamente Copeco está preparado para auxiliar a la población, pero por el momento el gobierno no ha declarado ninguna emergencia, afirmó Campos.

Abastecimiento

Mientras el invierno no llegue y el gobierno no reaccione, Boanerge Baca, agricultor de Coraicito, comunidad ubicada en el municipio de San José, Choluteca, en la parte limítrofe con Francisco Morazán; tendrá que seguir caminando dos horas para lograr abastecer de agua su hogar.

“Para tener el agua para tomar tengo que levantarme a las 3:00 de la mañana para ir a hacer fila en el pozo de la comunidad. Pero para tener agua para la cocina tenemos que caminar una hora para venir a este río (El Tamarindo) y otra para regresar”, sostuvo Baca.

Igualmente la ama de casa Ana Yamileth Ortiz aseguró que ella, para abastecerse de agua para el consumo, se levanta a la 1:00 de la mañana, de lo contrario su familia tendrá que aguantar la sed.

EL HERALDO visitó la vertiente de donde se abastecen de agua para el consumo humano los habitantes de Coraicito y encontró un manantial al borde de la extinción. La cantidad de agua que brota de aquella vertiente es para espantarse por lo que podría pasar en estas comunidades si no llueve en mayo.
Esta lamentable situación es igual en la comunidad de El Jasmín, Orocuina, en el otro extremo de Choluteca, en la colindancia con El Paraíso.

En las comunidades de la parte alta del municipio es donde se presenta la mayor calamidad por la falta de agua, afirmó Alba Lidia Ordóñez, vicealcaldesa de Orocuina.

Aquí casi todas las aldeas son pobres, pero la situación se ha incrementado porque las fuentes de agua se han secado y otras han disminuido su caudal.

“Estas crisis son producto de la deforestación y de la quema a la que hemos sometido el municipio”, criticó la vicealcaldesa.

EL HERALDO visitó varias comunidades situadas en las partes altas de Orocuina, y encontró poblaciones que sobreviven en la más extrema pobreza, no solo por causa de los efectos del cambio climático, sino por la total ignorancia gubernamental acerca de la existencia de estos pueblos.

Allá en la cima, comunidades como El Jasmín, Gualiqueme y Las Marías añoran el auxilio de una mano solidaria. La sequía que viven estas personas solo es otro latigazo más de la naturaleza a su ya paupérrima calidad de vida.

Quienes más sufren las consecuencias son los niños que están abandonando la escuela, no solo porque el maestro se ausenta del aula de clases continuamente, sino porque tienen que ayudar en el hogar en el abastecimiento de agua.

“A la par de esta bárbara sequía nos estamos quedando sin alimentos y difícilmente podríamos adquirirlos porque al no haber trabajo, tampoco tenemos dinero”, contó Venancio Corrales.

Este hombre que le ha ganado la partida a la vida durante seis décadas, ve con preocupación los pronósticos de Meteorología. Esta oficina, con sus proyecciones poco alentadoras, prevé la caída de una ligera lluvia para mañana, que de llegar a alcanzar las comunidades antes mencionadas podrían paliar un poco la intensa sequía que viven las poblaciones de unos 19 municipios del corredor seco.

De lo contrario, los afectados tendrán que seguir soportando las inclemencias del tiempo, hasta que caigan las lluvias del invierno.