Sucesos

Honduras: Madre e hijo mueren en el Hospital Escuela

Doña Maximina falleció en una dura banca de hospital, mientras que su hijo Cristóbal, en su lecho de enfermo. 'Murió de tristeza', aseguran.

22.10.2014

Tegucigalpa, Honduras

En el nombre de madre se encierra la más alta expresión del amor”, reza el himno de Honduras dedicado a las madres.

Y esa es la historia de una anciana de 76 años que murió en una banca del Hospital Escuela de Tegucigalpa, mientras esperaba la recuperación de su hijo de 40 años, cuyo corazón también dejó de latir al no ver más a su progenitora.

Maximina Hernández Gómez es el nombre de esta hondureña que falleció el pasado lunes en el principal centro hospitalario del país.

Hace dos meses, su hijo Cristóbal Hernández fue aquejado por una parálisis y llevado de emergencia al hospital Gabriela Alvarado, en Danlí, El Paraíso, al oriente de Honduras.

De este centro regional fue remitido al Hospital Escuela, de donde su madre no se despegó y, aunque no podía dormir cerca de su hijo, esperaba cada oportunidad para estar con él y prodigarle sus cuidados.

El hombre, de oficio agricultor, mostró cierta mejoría a las dos semanas de estar internado y su mamá llamó a sus parientes para decirles que ya lo tenían en el quinto piso del hospital, según el testimonio de su hija Zulema Hernández.

Cuando le preguntaron cómo se encontraba ella de salud, doña Maximina respondía que “por voluntad de Dios me siento bien”, cuenta Zulema.

Una nuera que vino a la capital hondureña a ver a la abnegada madre, vio que ésta tenía los pies inflamados.

Su respuesta, cuando le dijeron que se regresara a casa, fue: 'Yo no me voy para el pueblo, mientras no me den a mi hijo sano'.

'Ella estaba en las bancas donde se acuesta la gente para esperar a ver los pacientes que están dentro del hospital y ahí se quedó como dormidita”, dice su hija Zulema.

Unos médicos que la revisaron en el duro lecho confirmaron que doña Maximina había fallecido.

A su muerte siguió la de su hijo. 'Ayer (lunes) en la noche, también nos avisaron que él había fallecido', dice Zulema, mientras seca las lágrimas de un rostro cansado y lleno de penurias.

Según cuentan ahora en los pasillos del Hospital Escuela, al ver pasar el día sin ver a la autora de sus días, Cristóbal murió de tristeza.