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Fortaleza sobre ruedas

Raúl Flores, un mecánico que perdió la movilidad en sus piernas, se negó a dejarse vencer por la adversidad y hoy modifica autos para que otros discapacitados puedan conducir sin ayuda.
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20.09.2014

Tegucigalpa, Honduras

Viernes 11:30 de la noche, 16 de enero de 2002, un accidente automovilístico lo dejó inmovilizado de sus extremidades inferiores. Esa fue la tragedia, pero él eligió su destino.

A pesar de estar condenado a una silla de ruedas, el mecánico hondureño Raúl Arturo Flores decidió tomar un camino diferente al conformismo y la desesperanza, decidió seguir adelante con su oficio y agregar un servicio más para sus clientes: la modificación de autos para personas que no pueden caminar.

Han pasado casi trece años desde esa noche en la que cambió su vida, y han sido 25 los que ha se ha dedicado a la mecánica, oficio que es su sostén económico y el de su familia.

Tener un accidente era una posibilidad que nunca consideró, y cuando sucedió “mi mundo se vino abajo”, expresó Raúl. El deseo que inundó su mente al conocer su estado de discapacidad permanente y ceguera temporal fue morirse. Su esposa estaba embarazada de su último hijo y él no podía imaginar cómo saldrían adelante.

No obstante, la desesperación fue calmada por una reflexión: “Mi familia no tuvo la culpa del accidente, yo fui el responsable y ellos no tenían que pagar eso. Dios me estaba dando otra oportunidad”.

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El cambio

Ocho meses de recuperación, tres de los cuales estuvo interno en el hospital, le hicieron replantearse su vida, ya no sería un mecánico común y corriente, sería un mecánico discapacitado, que conservaría la independencia en muchas cosas, pero sería dependiente en otras, y que además crearía un mecanismo para que otras personas que no caminan puedan conducir sus carros.

Con esa determinación reabrió su taller, para seguir poniendo en práctica el oficio que aprendió en Estados Unidos. Y movido por esa necesidad de volver a conducir su auto, un año después del accidente se sentó a pensar de qué manera podía modificarlo para manejarlo solo con las manos. Una semana después ya tenía el diseño y la maqueta, solo faltaba probarlo, lo hizo y funcionó. “La capacidad de hacer las cosas está en cada persona, Dios dotó al ser humano de un cerebro superdotado”, dijo, y esa capacidad le ha permitido salir avante en un mundo minado por las dificultades, pero con personas capaces de crear oportunidades. “Desde que estoy en esta silla de ruedas he tenido la fortaleza, estoy trabajando, siempre necesitaré de ayuda porque mis piernas no funcionan, pero mi corazón y mi mente sí, y cada día seguiré adelante, porque la vida continúa y es hermosa”.

Sus clientes, que lo definen como un hombre sencillo, trabajador y solidario, saben que además de hacer racing y tuning en los autos, cambiar llantas, regular frenos, reparar filtros de gasolina y de aire, modificar y poner motores, Raúl también le da otra oportunidad de movilidad a quienes no pueden caminar, sus clientes saben que en su pequeño taller de la colonia Pueblo Nuevo, de Tegucigalpa, hay un mecánico con el deseo de ayudar.

El invento

A esa modificación en la mecánica del auto, Raúl le llama arneses, “he hecho alrededor de 30 modificaciones y hay gente que me dice que registre la patente, pero no es eso lo que me interesa, lo que quiero es ayudar a la gente”.

Ese trabajo lo realiza en un día, “lo que hago es colocar los arneses, le pongo una columna en la parte de la caña del timón y luego instalo los instrumentos que hago yo, y eso funciona como las piernas. El aparato solo se usa con una mano, frena y acelera excelente, no me da problemas”.

Raúl es la prueba de que un par de piernas inmóviles no le impedirán seguir el camino en esta vida, “si pude enfrentar las cosas desde el inicio, tengo que hacerlo ahora”. Su hijo menor de 12 años es su ayuda idónea y, junto a su esposa y dos hijas más, el motor que lo impulsa a luchar.

No está de acuerdo en que las personas con alguna discapacidad física pidan dinero en la calle, “si yo puedo trabajar, ellos también pueden hacerlo; en Honduras la voluntad de trabajar y salir adelante es de uno, no hay tal sueño americano, uno tiene que buscar las oportunidades”, dijo.

Y así es que un mecánico en silla de ruedas le dio otro giro a su vida, creó sus propias oportunidades en vez de emigrar a otro país buscando un sueño que hizo realidad desde su propio taller en Honduras, donde cada año regresan 20 ciudadanos que en su paso ilegal a Estados Unidos han perdido sus piernas o brazos en el llamado tren de la muerte, según datos de la Pastoral de Movilidad Humana, que ofrece ayuda a estas personas que pagaron miles de dólares en busca del sueño americano. Raúl prefiere el sueño hondureño.