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Un emporio agroescolar

Alumnos de la Escuela Cerro Grande II de la capital dirigen cinco microempresas de agricultura, ebanistería, decoración, envasado y panadería que generan ingresos y contribuyen a su dieta alimenticia.
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20.09.2014

Tegucigalpa, Honduras

Un pequeño conglomerado de compañías escolares crece con éxito de la mano de 900 estudiantes en el centro educativo Cerro Grande II, localizado en la capital de Honduras.

Sin abandonar su formación académica, los niños y niñas dirigen cinco microempresas educativas establecidas bajo un novedoso modelo agroempresarial apoyado por maestros y padres de familia.

“Con este formato buscamos que nuestros alumnos se inserten a la parte productiva de la sociedad con facilidad o que por lo menos lleven una base”, explicó Melvin Domínguez, subdirector del recinto estudiantil.

El motor de esta industria escolar está en la empresa insigne Agropecuarias del Cerro (Agropec), un proyecto de huertos escolares donde los niños y niñas siembran hortalizas y frutas para vender y suplir la dieta alimenticia de la merienda escolar diaria.

Culantro, rábano, lechuga, espinaca, cebolla, chile, tomate, remolacha, entre otros cultivos, crecen en las parcelas artesanales de la escuela, indicó Silvia Zavala, docente subcoordinadora de microempresas, mientras un grupo de infantes recoge la cosecha de la temporada.

Este círculo escolar empresarial también se encarga de deleitar el paladar con Delicias Alimenticias del Cerro (Dace), una pequeña fábrica de productos envasados, como encurtidos, mermeladas, jaleas y confituras.

Otro mercado que forma parte del emporio de la Cerro Grande II son las decoraciones para el hogar con la compañía Detalles y Manualidades, donde las niñas y niños elaboran mantas, delantales, cortinas, así como adornos para baños, salas y cocinas.

Mientras que Demaderas es la marca de utensilios y artículos para la casa fabricados en los talleres de ebanistería, como zapateras, cortineras y vaseras, entre otros, siempre con el sello de la niñez hondureña.

La última expansión del grupo estudiantil fue la empresa Sabrosos Panes Escolares (Sabropanes), una panadería recientemente inaugurada y bien acondicionada, luego de ganar un concurso de escuelas organizado por el gremio empresarial de Tegucigalpa. Zavala resaltó la importancia de esta competencia, ya que los estudiantes elaboraron un estudio de mercadeo para el negocio, lo que permitió ganar el primer lugar y 40 mil lempiras, fondo con que compraron el horno industrial para la panadería. Pero en la escuela no tienen que envidiar la estructura organizativa de grandes cadenas de comercio y producción, porque presumen de un engranaje óptimo para que las microempresas no afecten la carga académica, según Zavala.

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Los protagonistas

En el centro educativo funcionan 25 secciones del nivel primario educativo, de primero a sexto grado, distribuidos en una jornada matutina y vespertina, para atender a 900 alumnas y alumnos.

En cada sección conforman grupos de diez a doce estudiantes para asignarlos en determinadas microempresas, explicó la docente, según el nivel de preparación de sus capacidades motrices y cognitivas.

Para el caso, los escolares de primero a tercer grado solo participan en la manufactura sencilla de Detalles y Manualidades, mientras que en cuarto grado, inician un trabajo más elaborado con Agropec y Demaderas.

Finalmente, los estudiantes de los grados superiores (quinto y sexto) tienen mayor responsabilidad en los cultivos y la ebanistería, a la vez que entran en la industria, a pequeña escala, de los panes y envasados.

Según el programa, cada sección dedica tres horas a la semana al mantenimiento de la microempresa, en un período de tres a seis meses, según el tipo de compañía. De esta forma, en toda su vida estudiantil, los escolares exploran los cincos rubros, detalló.

Al mejor estilo de cualquier firma internacional, cada microempresa está dirigida por una junta directiva, pero en lugar de finos sacos y corbatas, estos altos directivos visten su uniforme de cuballera blanca y un pantalón de tela celeste, pues los protagonistas siempre son los niños. “He aprendido a elaborar pan de yema, tortas de banano y pan de pan. Son varios productos con los que podemos iniciar un negocio en nuestras casas para generar ingresos”, comenta Carlos Alberto Murga, vicepresidente de Sabropanes. Murga, de apenas doce años y alumno de sexto grado con excelencia académica, considera que si el gobierno de Honduras -un país golpeado este año por la sequía y los pobres cultivos- replicara este modelo agroempresarial en todas las escuelas estatales, “nos ayudaría a superar la pobreza”.

Pero esta cadena productiva no puede estar completa sin la distribución ni la comercialización y por eso organizan dos veces al año dos expoventas en la instalación educativa para poner en oferta los productos y bienes, informó Mario Flores, docente guía de Demaderas.

Los principales compradores, reveló Flores, no son otros que los padres de familia y parientes de los alumnos, conscientes del esfuerzo de los microempresarios y la calidad de los artículos; y de esta afable transacción comercial se originan los ingresos para volver autosostenibles las compañías.