Honduras

'El estudio es el mejor legado que dejo para mis hijos”

Para doña María Silvia Estrada Pineda, el ser madre soltera la ha obligado a esforzarse el doble para sacar adelante a sus cuatros hijos varones, quienes después de años de lucha honran a su madre siendo destacados estudiantes y mostrando sus valores morales y espirituales

09.06.2018

CHOLUTECA, HONDURAS

El orgullo que doña María Silvia Estrada Pineda siente por sus cuatro hijos varones es tan inmenso que con solo pensar en ellos el tono de su voz cambia y sus ojos brillan de emoción.

“Usted no se imagina lo que para mí significa hablar de mis muchachos, ellos son el motor de mi vida”, desvela la madre de familia.

Con apenas 20 años, doña Silvia se convirtió en madre de Carlos Enrique Villalobos y dos años después ya era madre de tres pequeños varones. A Carlos Enrique le hicieron compañía Roberto José y
Miguel Ángel.

Durante sus primeros años de casada, su relación fue estable, pero al recibir la noticia de que pronto nacería Hugo Daniel, su pareja la abandonó y se negó a reconocerlo.

“Mi hijo mayor apenas tenía tres años cuanto su padre nos abandonó y mi último muchacho ni siquiera había nacido, por lo que no conoció a su padre”, recuerda la señora, mientras su voz se entrecorta.

La decisión tomada por el padre de sus vástagos, lejos de debilitarla, le dio el valor necesario para buscar la manera de sacar adelante a sus cuatro varoncitos y encontró en la elaboración de tortillas la salida a sus problemas.

“Al inicio era difícil para mí, porque solo contaba con el apoyo de mi madre, pero cuando ellos fueron creciendo me facilitaron las cosas”, recordó con nostalgia la señora.

Esfuerzo
Cada día de la semana, Silvia se levantaba a las 3:00 AM para preparar el maíz, ir al molino y regresar a moler a su casa para luego de algunas horas alistar a sus hijos para que fuesen a la escuela y luego ayudaran en los quehaceres de
la vivienda.

Las extensas jornadas de trabajo a las que, por más de dos décadas, se ha expuesto doña Silvia le permitían adquirir entre 200 y 300 lempiras diarios, fondos que tenía que dividir para la alimentación, vestuario y educación de sus hijos.

Todos esos años de trabajo terminaron por cobrarle factura, cuando tuvo que ser hospitalizada y operada a causa de diversos problemas médicos, entre ellos daños en la vesícula.

Con lágrimas en sus ojos reconoce que “no ha sido fácil, pero Dios me sigue dando la fuerza para continuar luchando por mis muchachos”, dice la dama.

El esfuerzo y la dedicación de doña Silvia han rendido los frutos deseados en sus hijos, quienes han honrado los sacrificios de su madre y han aprovechado la educación, consejos y los valores que les ha inculcado.

El primogénito de doña Silvia, Carlos Enrique, decidió que dedicaría su vida al sacerdocio y está a dos años de cumplirlo. Roberto José se graduó el año anterior de Bachillerato en Computación y actualmente se desempeña como supervisor en un supermercado en donde le han ofrecido la oportunidad de que siga estudiando.

Los dos más pequeños, Miguel Ángel y Hugo Daniel, estudian el tercero y segundo año de Bachillerato en Finanzas, alternando sus tiempos libres con sus respectivos trabajos.

“Yo les recalco a mis hijos que el estudio es el mejor legado que como madre les puedo dejar a ellos y por eso siempre los estoy alentando para que sigan formándose, pese a que yo solo llegué a cursar el sexto grado”, menciona la señora.

Estrada no pierde la oportunidad y le dice a las madres hondureñas que nunca se cansen de luchar por sus hijos.

Foto: El Heraldo

Los hijos han destacado y sobresalido en las aulas escolares; por supuesto, con el apoyo, el esfuerzo y sacrificio de su madre.