Hondureños en el Mundo

Tepesianos: 'Aquí nos quedamos, esto es todo lo que tenemos en la vida'

La incertidumbre se ha apoderado de miles de hondureños que están adscritos al TPS y que a más tardar el sábado sabrán su destino. EL HERALDO está en Washington para conocer las historias de algunos de estos hondureños

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03.05.2018

Maryland, Estados Unidos
“Rosario” y “Miguel” son dos hondureños que decidieron emigrar a Estados Unidos, como miles que salieron del país en busca de mejores horizontes.

Ambos arriesgaron sus vidas cruzando terrenos inhóspitos y hasta un desierto antes de llegar a lo que para ambos era una especie de tierra prometida.

Ambos hondureños adscritos al programa Estatus de Protección Temporal (TPS) accedieron a contar su historia a EL HERALDO en medio de las horas cruciales por las que atraviesa el histórico beneficio, pero todo a cambio de preservar su identidad y la de sus hijos.

“Miguel” pagó 2,500 dólares a un coyote, mientras que “Rosario” tuvo que pagar 7,500 dólares. Los dos llegaron a la meta, agotados y también endeudados.

Quién se podría imaginar que un hombre de San Lorenzo, Valle, en el sur de Honduras, y una mujer de Tocoa, Colón, en la costa norte del país, se conocerían en Nueva York y darían inicio a una historia de amor que los llevaría a unir sus vidas en 1997, cuando decidieron casarse.

Ninguno de los dos hablaba inglés entonces, pero ese no fue obstáculo para seguir adelante en un país distante y extraño al que ambos llegaron determinados a trabajar duro para salir de la pobreza.

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Esta valiente mujer trabaja cada día para sostener junto a su esposo a sus cuatro hijos, aquí con dos de ellos.

Esta valiente mujer trabaja cada día para sostener junto a su esposo a sus cuatro hijos, aquí con dos de ellos.

Nada fue fácil
“Miguel” recuerda cómo al principio él y “Rosario” vivían con un primo suyo pagando 250 dólares al mes como renta, aunque por lo reducido del lugar tenían que dormir bajo el comedor, colocando cobijas sobre la mesa para tapar la luz del televisor.

Su suerte pareció cambiar en 1998 cuando aplicaron al TPS.

El programa fue establecido por la administración del entonces presidente Bill Clinton en respuesta a la destrucción y las muertes provocadas ese año en Honduras por el paso del huracán Mitch, uno de los peores desastres naturales que ha padecido la nación.

“Con un permiso de trabajo y una licencia de conducir, pudimos mejorar nuestra calidad de vida, aunque desde siempre hemos tenido dos trabajos. Nosotros hemos hecho de todo, desde cortar grama, trabajar en la construcción, recolectar basura, limpiar oficinas, trabajar en factorías y tiendas y hasta lavar carros”, recuerda “Miguel”.

Con su esfuerzo, la pareja pudo reunir un pequeño capital y poco después decidieron establecer lo que él califica como su propia “microempresa de limpieza”, con la intención de mejorar sus ingresos.

“Rosario” recuerda con alegría el arribo de su primera hija, al año después de casarse, y a quien en unos meses le celebrarán sus 15 años.

A la pequeña se le sumaron después otros tres hermanos que ahora tienen 10, siete y dos años.

Debido a que la tercera nació con un problema de la tiroides, los padres han tenido que dedicarle mayor atención, por sus citas médicas y su tratamiento.

“El chiquito, mi hijito, nació con un soplo en el corazón y recientemente le practicaron una operación para salvarle la vida. Imagínese usted, ¿cómo nos vamos de aquí con estos niños en esta condición de salud?”, se pregunta “Rosario”.

Su temor tiene origen en la posibilidad de que la administración del presidente Donald Trump decida, a más tardar este sábado 5 de mayo, poner fin al TPS, tal y como ocurrió con El Salvador, Nicaragua, Haití y recientemente Nepal.

Hace seis meses, Honduras fue notificada de una extensión, por esa misma cantidad de tiempo, de ese beneficio. Sin embargo, ese plazo se vence el sábado y será ese mismo día que se sabrá el futuro de los compatriotas adscritos al beneficio.

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En vilo
“Miguel” y “Rosario” son parte de los 56,790 hondureños beneficiados con el TPS, aunque de acuerdo con cifras del gobierno hondureño, hasta el pasado 8 de marzo solo 44,079 connacionales se habían reinscrito.

Mientras “Rosario” platicaba con EL HERALDO sostenía a su bebé de dos años en uno de sus brazos, mientras que con el otro se auxiliaba para cocinar unos frijoles para la cena, que serían los acompañantes perfectos para las tortillas y el café que segundos después empezaría a preparar.

La preocupación de esta mujer sobre el futuro de su familia es notoria. Está convencida que si el gobierno decide suspender el TPS para los hondureños, la vida de ella y su familia otra vez será diferente.

Sin embargo, la incertidumbre no le impide afirmar con voz firme que si eso pasa, nada los moverán de su casa en Maryland, donde ella y su esposo han vivido desde hace unos 15 años.

56,790

Hondureños tienen TPS

En este lugar se concentra el mayor número de hondureños en el área metropolitana de Washington DC.

“Nos quedaríamos aquí, aunque sea de indocumentados. No nos podemos ir a ningún lado y menos regresar a Honduras porque nuestro hijo está operado del corazón, se me puede morir allá. Sus especialistas están aquí”, dice.

La mujer de 41 de edad señala que no existe punto de comparación entre la atención que su hijo podría recibir en su país natal y a la que tienen acceso aquí.

“La atención no es la misma y luego cobran demasiado dinero en los centros privados, y en los públicos no hay ni medicinas. Si no tenemos una fuente de empleo para sobrevivir, ¿qué haremos allá con nuestros hijos?”, vuelve a interrogarse.

Ella dice que aquí sus cuatro hijos tienen garantizado el acceso a atención médica gracias al seguro de cobertura de gastos médicos que ella y su esposo han podido adquirir para toda la familia, haciendo notar con orgullo que no reciben asistencia de gobierno.

“No dependo del gobierno. Trabajamos para mantener el seguro (médico). Nosotros somos gente que venimos del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Pagamos impuestos. No nos parece justo que nos quiten esta protección si estamos aportando a la economía de este país”, lamenta.

Pese a su aplomo, “Rosario” reconoce que tiene miedo de regresar a Honduras debido a la situación de inseguridad.

“Honduras no nos da la seguridad que tenemos aquí. El TPS nos ha permitido por lo menos vivir con dignidad y darles lo mejor que podemos a nuestros hijos, comenzando con la atención médica que se merecen. Tener acceso a créditos, tener un carro, poder pagar un seguro (médico) y que nunca nos falte la comida y las necesidades básicas”, dice.

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El pequeño de dos años ocupa asistencia médica debido al problema con el que nació.

Los hijos de 'Rosario' y 'Miguel' nacieron en Estados Unidos.

“Aquí nos quedaremos”
EL HERALDO también conversó con “Miguel”, un padre de familia de 52 años, que en su rostro denotaba cansancio por una larga jornada de trabajo. Se le consultó sobre los planes que tiene para su familia en caso de que el gobierno estadounidense decida cancelar el TPS.

Con sus secas manos resguardadas en sus bolsillos y con su mirada fija en el suelo, respondió con voz pausada pero determinada: “Aquí nos quedaremos, y si me deportan a mí, al día siguiente me regreso. Yo no soy el mismo de antes, sé que estoy más cansado, estoy más viejo, pero como sea, yo me regreso. ¿Cómo va a cree que voy a dejar a mi familia aquí sola? Esto es todo lo que tengo en la vida”, dice.

Aunque sus cuatro hijos nacieron en Estados Unidos, “Miguel” y “Rosario” no pueden ajustar su situación migratoria y obtener su residencia permanente debido a que ellos son todavía menores de edad.

Los dos podrán solicitar su ajuste hasta que su hija mayor cumpla los 21 años.

Amén de lo que el gobierno anuncie este viernes, 'Miguel' y 'Rosario' tratan de continuar adelante con sus vidas, haciendo planes para su futuro y el de su familia.

Recientemente obtuvieron un crédito para comprar una casa, que ven como su único patrimonio, pues pese a haber enviado remesas a su país durante más de 20 años, nunca prepararon un terreno para su eventual retorno.

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