Tegucigalpa

Llenos de fervor, pequeños devotos se postran ante la Virgen de Suyapa

Guiados por sus padres, le profesan amor, gratitud a la patrona de Honduras y piden por sus familias

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31.01.2018

Tegucigalpa, Honduras
Virgencita de Suyapa, te pido que le sanes los ojitos a mi hermanito Erick Nahún”, suplicaba ante el altar de la Morenita, Noé Edgardo Domínguez, mientras que en sus manos sostenía una veladora, como muestra de ofrenda.

El devoto de ocho años viajó desde el departamento de Intibucá para estar cerca de la patrona y hacer la petición especial por su hermano de cinco años, quien nació ciego.

El peregrino, que este 2018 cursará el cuarto grado, también puso en oración a su familia para que Dios la bendiga y la guarde.

Devoción infantil
En el corazón de los niños hay júbilo con motivo del 271 aniversario del hallazgo de la venerada imagen de la Virgen de Suyapa, declarada desde 1925 patrona de los hondureños.

Los menores son guiados por sus padres en la devoción que deben profesar hacia Santa María de Suyapa.

Así que no es extraño verlos de rodillas y sosteniendo entre sus manos velas, flores, el rosario o participando en las eucaristías.

Se acercan a la Morenita para contemplarla y admirar su belleza, pero a la vez para expresarle gratitud.

Con esta intención llegó Aarón Andino, uno de los niños bombero de nueve años.

“Yo llegué donde la Virgencita para decirle que la amo, y que proteja a toda mi familia”, confesó Andino.

“Es bonito y admirable ver a las madres que vienen con sus niños pequeñitos, que desde la infancia le inculcan el amor a Dios, a Jesús y la devoción hacia la Virgen María, en la advocación de Nuestra Señora de Suyapa”, manifestó el sacerdote Tony Salinas, de la parroquia San Juan Bautista de Ojojona.

Andrea Guadalupe Rodríguez, de nueve años, originaria de La Esperanza, Intibucá, con la misma intención de un centenar de niños que han llegado al templo católico se acercó ante la Virgen de Suyapa, para hacer una petición.

“Mi mamá me ha dicho que la Virgencita es milagrosa y por eso le pido que bendiga a mi familia, y mis estudios, porque voy a cuarto grado”, dijo la niña.

Y qué decir de Ángel Gabriel Maradiaga, de siete años, que al llegar a la Basílica Menor, acompañado de su madre, se dirigió hacia la “capilla de las velas”, para encender una candela de color blanco y pedir por la paz.