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Recarga de adrenalina en El Río Plátano

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08.07.2017

Gracias a Dios, Honduras
La Biósfera del Río Plátano es un paraje natural que ofrece un reencuentro con los orígenes del hombre, la vida en armonía con el ambiente.

Es en la región de La Mosquitia, en las costas del Caribe de Honduras, donde más de cinco mil kilómetros cuadrados de bosque se preservan como un bien mundial.

Para adentrarse en este territorio la mejor temporada es la seca, entre diciembre y junio, cuando el caudal del río esta apacible y permite llegar a la reserva en bote desde las ciudades de Trujillo y La Ceiba.

Y para quienes desean apreciar desde el aire la más grande porción de bosque del país hay vuelos desde esas ciudades en pequeñas aeronaves.

Sin embargo, el mejor transporte para disfrutar el bosque tropical poblado por el manatí, nutria, tortugas verdes de mar, caimanes y más de 375 especies de aves es a través de los pipantes, botes construidos con troncos de árboles.

El río es la carretera sagrada de la reserva que se convierte para algunos amantes de la adrenalina en la fuente de un apasionante recorrido con paseos guiados a través de los humedales y bosques de mangle desde pequeños kayaks.

Las embarcaciones obligan a los turistas a guiar su avance entre los manglares mientras la corriente natural trata de llevarlos por el flujo del afluente.

Este deporte ofrece al visitante un contacto directo con la fauna nativa y las especies de árboles que cambian a medida se avanza, pues mientras en la zona costera de la reserva reinan los mangles de mangle, a lo largo de la región interna sabanas y humedales se descubren ante los ojos de los visitantes.

En lo natural. Observar de cerca la biodiversidad de la reserva es uno de los regalos que ofrece el recorrido en Kayak.

Tierra firme

Tras salir del devenir de las aguas, los turistas pueden apreciar las extensas áreas de bosque que son el refugio del tapir, jaguar, ocelote, león, mono araña, mono aullador, mono cara blanca, venado cola blanca, oso perezoso de tres dedos, entre otros.

La variedad de ecosistemas es propicia para la protección de variados mamíferos y aves en peligro de extinción como el águila arpía, halcón fajado, guacamayo verde y rojo, garzas y patos.

Además del encanto verde, los turistas pueden ser partícipes de encuentros culturales con las comunidades indígenas de Belén, Raista, Brus Laguna, Sabana Yamari Cabanas, Plaplaya, Batalla y Las Marías.

Los más de 2,000 indígenas que han conservado su vida tradicional ofrecen a los visitantes actividades culturales como la narración de historias, presentaciones de bailes al son de los tambores, canciones que constituyen una fuente de recuerdos perdurables.

Además, los nativos distribuyen variadas artesanías elaboradas con productos proporcionados por la naturaleza que le permiten llevarse a casa un pedazo del bosque tropical más exuberante de Honduras.

Y es que en la biósfera, ya sea caminar, nadar, navegar o simplemente explorar los bosques, es una aventura inolvidable.

Curiosidades

La riqueza de ecosistemas de la biósfera está compuesta por pantanos, manglares, bosques de pino, sabanas, bosque lluvioso tropical y los bosques enanos.

Algunas de las especies de árboles que se encuentran en la reserva incluyen balsa, ceiba, guayacán, caoba, santa maría, cedro y pino. Se ha comprobado que la biósfera contiene más de tres especies por hectárea cuadrada que la selva del Amazonas.