Honduras

Ellos son los ocho mineros hondureños que siguen soterrados 

La pobreza y la falta de oportunidades de empleo los obligaron a realizar un trabajo peligroso que, finalmente, los sepultó en vida.
08.07.2014

TEGUCIGALPA, Honduras

El pasado 2 de julio quedaron atrapados 11 trabajadores en una mina de El Corpus, Choluteca, al sur de Honduras, de los cuales tres ya han sido rescatados.

Tras la alerta de un nuevo derrumbe, el gobierno de Honduras suspendió temporalmente las labores de rescate en la mina San Juan Arriba.

Ocho mineros continúan soterrados a unos 150 metros de profundidad. Prácticamente han sido dados por muertos y las esperanzas de que reciban una digna sepultura son escasas.

¿Quiénes son las víctimas?

Olvin Omar Anduray (19) y José Florentino Anduray (25) son dos hermanos que tomaron el trabajo en los túneles por necesidad, para poder mantener a su familia, dijo su madre María Josefina Anduray.

El mayor es padre de dos niños, quienes parecen resignados, ya que dicen que su papá está en el cielo, mientras su abuela no deja de lamentarse y sufrir por la suspensión de la búsqueda.

Wilmer Ramírez (22) celebró su cumpleaños apenas un día antes del accidente en la mina; ganaba 250 lempiras diarios.

Según sus padres, era el más preocupado por ayudar en la casa, por lo que consiguió el trabajo una semana antes del desastre.

Emilio Muñoz (42) era padre de cuatro hijos que ahora aguardan fuera de la mina junto a su madre en espera de noticias de su progenitor y esposo.

Vecinos

Santos López (40) y Óscar Fúnez (18) eran vecinos en la aldea El Cerrón en Concepción de María, ubicada a dos horas de la mina. Se levantaban a las cinco de la mañana para emprender el viaje y llegar puntuales al trabajo.

Fúnez acababa de graduarse de la secundaria y tenía tres meses de laborar en la excavación para ayudar a sus padres.

Fue su vecino, quien también yace soterrado, el que le ayudó a conseguir ese trabajo.

López tiene ocho hijos, por los cuales exponía su vida al trabajar en los túneles donde supuestamente recibía un mejor pago.

Geovany Cárcamo (17) y Arony Zepeda (23) también eran vecinos en la comunidad de El Zapotal, El Corpus.

La abuela de Cárcamo recordó haberle dicho varias veces que dejara ese trabajo, porque era muy peligroso. Pero él era responsable de ayudar financieramente a su madre y hermana, luego que su padre muriera hace siete años.

Según expertos, la búsqueda de estos ocho hombres podría reanudarse luego de efectuar labores de estabilización en el terreno, para lo cual son necesarios fondos y tiempo.

Por su parte, compañeros de las víctimas continúan por su cuenta las labores de rescate en la zona, solo con la presencia de la Cruz Roja de Honduras en caso de que se necesite atender alguna emergencia.

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