Honduras

Cacao, manjar de dioses de Honduras para el mundo

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02.06.2017

Tegucigalpa, Honduras
Llegó a Honduras hace cientos de años procedente de la parte más alta del Amazonas, en una migración que tuvo como vehículo a animales, ríos y quebradas, para regalarnos un manjar digno de los dioses.

El cacao, ese fruto milenario del que Honduras es el segundo productor de Centroamérica y quinto a nivel mundial, pone de relieve a nuestro país por su sabor y calidad.

De Sudamérica a Honduras

Procedente de la cuenca del río Amazonas, entre Brasil, Perú, Ecuador, Bolivia y Venezuela, el cacao se cultiva en la actualidad en México y Centroamérica, incluyendo a Honduras, donde la calidad del grano es reconocida internacionalmente.

Pero el grano originario de Sudamérica no es el mismo que conocieron nuestros antepasados, ya que durante el proceso de migración natural el fruto fue evolucionando a una semilla más fina.

Los primeros registros del cacao en Honduras datan de 1800 antes de Cristo, cuenta el historiador Rodolfo Pastor Fasquelle.

“Los arqueólogos han encontrado en entierros, vasijas de barro que tienen residuos de cacao y que datan de 1800 años antes de Cristo. Alguien estaba bebiendo un subproducto del cacao en Honduras en esa fecha y dejó el residuo en la vasija”.

La bebida surgió de la idea de secar el grano, tostarlo y convertirlo en polvo al que le agregaban agua y luego lo mezclaban con otras sustancias.

En la actualidad se le conoce como tiste, una bebida que es muy consumida en Centroamérica hecha a base de cacao y maíz blanco.

Fasquelle mencionó que en la antigüedad el cacao era una bebida que solo los reyes, nobles, soldados destacados en batalla, sacerdotes y todas aquellas personas que formaban parte de la élite, y considerados hijos de dioses, podían disfrutar.

Para el año 1000 antes de Cristo, los mayas también utilizaron la semilla de cacao como moneda y en la preparación de comidas.

Fueron los mayas quienes comenzaron el cultivo de cacao en la mayor parte de lo que hoy es Honduras, así como en el resto de la región centroamericana.

“En todo Honduras hay cacao antiguo, por ejemplo, en Copán y Santa Bárbara, pero no cultivaban en grandes cantidades para producir excedentes, sino para el consumo local y personal”, explicó Fasquelle.

Este fruto también se cultivó en La Mosquita y el Valle de Sula. En especial, en los bordos de los ríos para aprovechar la humedad, ya que esas zonas no se empantanaban.

Nuestros antepasados sabían que la producción de cacao debía realizarse bajo la sombra para que la planta y su fruto no se dañaran.

Regiones

En Mesoamérica, el cacao se cultivó en dos regiones, el litoral pacífico y en el atlántico. En el pacífico, que abarca El Salvador, Guatemala y México, era cultivado de manera intensiva.

En el atlántico, el cacao necesitaba más agua y más humedad, por lo que la zona costeña de Guatemala y Honduras fue el lugar indicado para su cultivo.

“En la antigüedad sabemos que en la zona más seca de El Salvador también se cultivaba bajo condiciones de riego porque no había suficiente agua, entonces inventaron sistemas de riego”, contó Fasquelle.

En la actualidad también se siembra cacao en Nicaragua y Costa Rica. Los productores prefieren plantar la semilla en los valles costeños para prevenir pérdidas por desbordamiento de ríos o quebradas. Y continúan utilizando el sistema de riego, sobre todo por los efectos del cambio climático.

Tanto en Honduras como en el resto de la región, el grano de cacao se produce de forma orgánica, sin utilizar sustancias químicas, porque es el que mayor demanda tiene entre los compradores internacionales.

Después de Costa Rica, Honduras ocupa el segundo lugar en producción de cacao por el sabor y la calidad que han cautivado a los compradores en el extranjero.

En el 2015, el país ganó el quinto lugar a nivel mundial en el Salón del Chocolate en Francia, París.

“El cacao hondureño es un producto catalogado como fino. Obviamente, es necesario hacer todas la labores de campo para que el producto no pierda esa calidad que ya tiene”, manifestó Francisco Herrera, director del Programa Nacional de Desarrollo Agroalimentario (Pronagro).

Foto: El Heraldo


Producción nacional

Gracias a la calidad del grano que se produce en el país, la demanda de los compradores internacionales es cada día mayor, pero solo cinco departamentos producen cacao para exportar.

En primer lugar está Cortés, que produce 600 toneladas anuales; Atlántida, 500 toneladas; Colón, 30; Santa Bárbara, 25 y Olancho 20 toneladas. Es decir que el país solamente exporta 1,175 toneladas al año, aunque la producción depende de las condiciones climáticas.

De esta cantidad, el 60 por ciento es exportado a Suiza, país que es considerado como fabricante del mejor chocolate del mundo; el 20 por ciento a Estados Unidos; 10 por ciento a Guatemala y 10 por ciento a El Salvador. El precio del cacao varía de acuerdo al comprador. Este puede andar entre 4,200 a 2,500 dólares la tonelada, entre 96,600 y 57,500 lempiras aproximadamente.

En los departamentos de Comayagua, Yoro y Copán también se produce cacao, pero solamente para el consumo. La Fundación para el Desarrollo Empresarial Rural (Funder) realiza gestiones para impulsar a organizaciones de productores para que exporten el aromático, que es base para la elaboración de uno de los productos de confitería y repostería más populares del mundo.

Hondureños prefieren productos importados derivados del cacao

Aunque Honduras es pilar en la producción de cacao, los consumidores nacionales son los que menos adquieren los productos derivados que son elaborados en el país.

“En Honduras se consume mucho el chocolate, pero es importado”, dijo Aníbal Ayala, gerente de la Asociación Nacional de Productores de Cacao.

Cada año el país exporta toneladas de granos de cacao a Suiza, Estado Unidos, Guatemala y El Salvador, sin embargo, el producto regresa convertido en chocolate importado que fácilmente se puede encontrar en las tiendas.

Según datos oficiales, cada año se importan al país 12 millones de dólares en chocolate, unos 281.6 millones de lempiras.

Es decir que los hondureños prefieren los productos de marcas internacionales.

Aunque también existen pequeños productores que de manera artesanal venden vinos, jaleas y hasta el mismo cacao listo para preparar en bebida.

Según Ayala, los compradores prefieren el producto que se vende en el mercado nacional como una bebida nutritiva que puede ser mezclada con chocolate, canela y hasta pinol.