Coronavirus

'No se estrese, ya viene el avión”: El traslado de un doctor de La Mosquitia a Tegucigalpa

El estado de salud del médico Henzel Roberto Pérez, positivo de covid-19, en Puerto Lempira, comenzó a decaer desde la semana anterior. Varios de sus colegas pidieron ayuda a la Fuerza Aérea para movilizarlo hasta la capital, pero la solicitud fue negada; las denuncias aceleraron la gestión
FOTOGALERÍA
23.07.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El potente sonido de un avión estremeció la pista del Aeropuerto Internacional Toncontín. La cálida tarde parecía ser favorable para los pilotos del Cesna 208, FA-019, quienes fueron los encargados de la misión.

El reloj marcaba cerca de las 5:00 de la tarde. El ocaso dejaba ver el cielo despampanante, como si celebrara el vuelo de un ave. Ninguna de las tres doctoras que iban dentro del avión mencionaron nada, pues en su mente solo se les cruzaba la idea de llegar lo antes posible para salvar la vida de su colega.

Los pilotos marcaron las coordenadas: era un viaje de aproximadamente una hora y 30 minutos desde la capital hasta Puerto Lempira, un olvidado municipio de Gracias a Dios.

El vuelo pareció eterno, especialmente porque para gestionarlo las tres doctoras tuvieron que acudir a la denuncia pública, alegando que “los helicópteros de la FFAA solo pueden trasladar oficiales”, como escribió la presidenta del Colegio Médico de Honduras, Suyapa Figueroa, en su cuenta de twitter.

Henzel Roberto Pérez se encontraba a más de 900 kilómetros, en el colapsado hospital de Puerto Lempira, un centro asistencial básico que se ha quedado sin espacio, oxígeno y hasta sin personal debido a la pandemia del covid-19.

Henzel comenzó a trabajar en ese centro asistencial en 2017, cuando decidió dejar la comodidad de Comayagua para ejercer la profesión para la que había estudiado por ocho largos años en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH).

Fue a través de la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) que obtuvo su plaza laboral, sin imaginar que casi cuatro años después una pandemia pondría de rodillas al mundo entero y aún más a la olvidada zona de La Mosquitia, donde llega todo menos el desarrollo.

Según varios colegas, Henzel comenzó a trabajar en el área de gestión de información, pero después fue incluido en lo que los galenos de Puerto Lempira llaman “la guardia”, una sala de emergencia donde la mayoría de los médicos generales se han infectado.

Con 168 trabajadores de la salud (incluidos doctores, enfermeras y empleados de otras áreas), ese hospital atiende diariamente a más de 20 sospechosos del nuevo coronavirus, por lo que sala que apenas tiene 14 camas disponibles con oxígeno no son suficientes para todos los enfermos.

E incluso, al menos 17 trabajadores se han infectado de la mortal enfermedad, pero ninguno presentó afectaciones graves por el virus como Henzel, un hombre de 34, robusto y de tes trigueña.

Fue el pasado 8 de julio cuando este médico general comenzó a sentirse mal. Él le comentó a uno de sus colegas que tenía síntomas de covid-19; inmediatamente fue incapacitado y enviado a su casa porque “en ese momento no tenía ninguna complicación”, recordó Egla Santely, exdirectora de ese centro asistencial.

En los primeros exámenes realizados los resultados sobre coronavirus dieron negativos, pero fue una semana después (el jueves 16 de julio), en un segundo test, que el IGM (Inmunoglobulina M) dio positivo.

“Él inmediatamente me contactó y me expresó su preocupación de ese resultado positivo”, contó Santely.

La preocupación de Henzel no era por el virus, sino porque padece de hipertensión, diabetes y también de problemas en el corazón, patologías que, según la Organización Mundial de la Salud, complican aún más la lucha de los anticuerpos contra el virus.

Santely se comunicaba diariamente con él para monitorear su estado de salud, pero horas después de recibir la noticia de que era portador del virus, los síntomas comenzaron a ser notorios: tenía dolor de cabeza, fiebre y también dificultad respiratoria.

Henzel se movilizó al hospital al que había servido por casi cuatro años: allí el oxígeno era limitado, no habían camillas para los pacientes y de necesitar un respirador artificial solo un milagro podría salvarlo, porque ese centro asistencial no cuenta con Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).

Sus colegas decidieron actuar lo más rápido posible y contactaron a autoridades de la Fuerza Aérea de Honduras y hasta la Secretaría de Salud para gestionar un vuelo que permitiera transportar a Henzel hasta Tegucigalpa, la capital de Honduras.

El Colegio Médico de Honduras (CMH) solicitó un helicóptero o avión porque a La Mosquitia, la zona más boscosa y menos explorada del país, solo se puede llegar de tres formas: en transporte aéreo, en barco o en canoas.

Cada semana uno o dos vuelos de la Fuerza Aérea salen de la improvisada pista que hay en Puerto Lempira rumbo a las principales ciudades del país. En esos viajes directos las autoridades del hospital aprovechan para enviar las muestras de las pruebas PCR u otras necesarias para detectar las enfermedades que sufre la empobrecida población de esa zona.

Como no había un vuelo programado, en primera instancia la respuesta de la FAH fue que no estaban listos con equipo de bioseguridad para transportar a pacientes con covid-19, según expresó la doctora Ligia Ramos.

Pero la denuncia de la presidenta del CMH, Suyapa Figueroa, fue aún más contundente, al afirmar en un tuit que “un colega grave en puerto lempira y los helicópteros de la FFAA solo pueden trasladar oficiales. Los héroes será que tiene que venirse volando con su capa. El pueblo Misquito nuevamente en desamparo”.

Apenas pasaron cinco horas desde que Figueroa escribió el mensaje cuando se conoció que un avión ambulancia de la FAH se encargaría de transportar al galeno hasta la capital.

El avión fue equipado con una camilla, un tanque de oxígeno y un humificador, los aparatos básicos para cumplir la operación.

En el vuelo viajaron dos pilotos, un mecánico, y las doctoras Suyapa Figueroa, Ligia Ramos y Helga Codina; todos usaron trajes de seguridad nieves 3, un equipo de protección desechable que parece capote y que protege a quienes lo utilizan de desechos líquidos.

La misión del equipo era llegar a La Mosquitia en menos de dos horas, recoger al doctor Henzel y transportarlo hasta el Hospital María de Especialidades Pediátricas, uno de los destinados para atender a pacientes con covid-19.

Cuando el avión despegó, el doctor Henzel seguía en el Hospital de Puerto Lempira. En su última comunicación con Santely le contó que ya no podía hablar porque se cansaba.

“Me levanté a ponerme los zapatos y me quité un ratito el oxígeno, en lo que me iba a poner los calcetines me sentí muy mal y me saturé hasta 70”, le escribió en un mensaje por WhatsApp. (Según los términos médicos, la saturación es la cantidad de oxígeno disponible en la sangre y el promedio adecuado es de entre el 95 y el 100 por ciento).

Con voz paciente y tratando de tranquilizarlo, Santely le respondió “no se estrese porque ya viene el avión”.

Vea también: Urge construcción de hospital en Brus Laguna, azotado por el covid-19

Mientras Henzel leía ese mensaje, la aeronave de la FAH se sucumbía por los cielos, mientras los pilotos hablaban en códigos. Las doctoras viajaban sentadas en las sillas ubicadas exactamente atrás de donde están los aviadores.

En la parte de atrás del avión ambulancia estaba instalada la camilla y el resto de equipo médico. El vuelo duró un poco más de la puesta del sol, pero aún con la oscuridad, las coordenadas apuntaban a la improvisada pista de aterrizaje de Puerto Lempira.

Antes de aterrizar ya había comunicación con el personal del hospital, quienes movilizaron a Henzel hasta la pista en una ambulancia. El avión descendió de forma rápida; la ambulancia se colocó cerca para hacer el traslado.

Tras el aterrizaje, en menos de media hora Henzel ya estaba abordando al avión, mientras miembros de las Fuerzas Armadas, quienes se encontraban a varios metros de distancia, observaban el procedimiento.

Henzel no fue colocado en la camilla, al contrario, se sentó en uno de los lugares de la espaciosa aeronave. Las tres doctoras conectaron el oxígeno y el humificador a una bolsa de reservorio y luego se la pusieron al galeno en la boca para que no tuviera dificultades respiratorias.

El avión nuevamente tomó vuelo, se perdió en la noche hasta que pidió autorización para aterrizar en la misma pista de la que había salido horas antes en Tegucigalpa.

En la Base Aérea Hernán Acosta Mejía ya esperaba una ambulancia totalmente equipada para llevar al médico hasta el Hospital María, donde cuatro días después aún se encuentra interno.

Con un estado de salud delicado, Henzel fue enviado a la Unidad de Cuidados Intensivos.

La doctora Suyapa Figueroa, quien ha estado monitoreando su estado de salud, informó que estaba en asistencia mecánica no invasiva, es decir que dependía de un ventilador artificial a través de una mascarilla para poder respirar.

Aunque su estado de salud es delicado, sus colegas, quienes pidieron a través de todos los mecanismos necesarios un avión para movilizarlo hasta Tegucigalpa, esperan cada día que se recupere, para que pueda volver a trabajar en ese hospital al que hace casi cuatro años llegó, pero donde hizo lo necesario para ganarse el cariño y apoyo de sus compañeros.