Testimonios

Sofía sufrió bullying; ahora es modelo y estudia Periodismo

En entrevista con EL HERALDO, la esforzada joven solicita a los niños, niñas y adolescentes que están sufriendo bullying que no permitan que nadie les haga sentir menos
12.03.2020

Texto: Sabdy Flores | Edición: Carmen Godoy

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Su lucha contra el bullying inició hace doce años. Una dermatitis aguda marcó su vida para siempre y la convirtió en la burla de todos sus compañeros de escuela debido a las cicatrices que esta enfermedad dejó en su rostro.

Hoy, Sofía Romero (20), oriunda de la ciudad de Siguatepeque, con mucha valentía abre su corazón a EL HERALDO y comparte su testimonio tras ser víctima del acoso escolar; con su mensaje quiere cambiar el pensamiento de indiferencia de muchos hondureños ante este fenómeno de violencia.

“Tuve que enfrentarme con mis compañeros en la escuela, lastimosamente ellos me menospreciaban y me decían apodos como ‘chucky’ y ‘cara de luna’, esto solo por tener cicatrices a raíz de la enfermedad que yo viví”, recuerda Sofía de ese negro episodio al cursar primero, segundo y tercer grado de la primaria.

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Perdiendo su infancia

Sin darse cuenta, su infancia estaba siendo sellada... no solo por las cicatrices en su piel, que le ocasionaron un sinfín de críticas.

La niña de ocho años prefirió llamarse al silencio, pues asegura que no tenía el valor de contárselo a sus papás. “Yo decía, ellos no se merecen saber que una de sus hijas está atravesando por todo esto”.

La joven, quien ahora estudia Periodismo, trabaja en un medio de comunicación y modela ropa para varias tiendas, cuenta que también recibió acoso escolar por parte de los maestros.

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“Recuerdo a una profesora que un día me dijo ‘niña, traiga el paste y el jabón que yo aquí la voy a bañar’, como si lo mío era algo producto de no bañarme, las cosas no eran así”, lamenta.

Al convertirse en una adolescente, Sofía recuerda que pidió a sus padres que la cambiaran de centro educativo, sin embargo las críticas no desaparecieron, seguía siendo víctima de este monstruo. Sus compañeros de colegio también se sentían con el poder de humillarla por ser “diferente”.

Así creció Sofi -como muchos de sus amigos le dicen- llena de complejos, inseguridades, baja autoestima y con un corazón despedazado que anhelaba conocer gente nueva para dejar su pasado atrás.

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Pese a las adversidades que tuvo que afrontar a su corta edad, la simpática joven nunca se dio por vencida, siempre dio pasos firmes para salir adelante, no estaba dispuesta a que este flagelo social siguiera arruinando su vida.

¿Cómo lo superó?

Colmada de seguridad, la catracha afirma que la solución para enfrentar a este temible ogro “está en Dios y el perdón”.

“Nunca vas a aprender a amarte y valorarte si no tenés a Dios en tu corazón, yo me di cuenta hasta mis 16 años”, dice con sus ojos llorosos, pero con un tono de voz fortalecido.
Sofía cuenta que a esta edad ya estaba cansada y decepcionada.

No dejaba pasar ningún momento del día para hacerle reclamos a Dios. “¿Por qué me hiciste fea?”, era uno de sus principales reclamos y seguidamente se sumaba el “¿por qué me hiciste pasar por esta enfermedad?”.

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“A los 16 años Dios usó a una persona que se acercó a mí y me dijo que nunca iba a salir de esa etapa de mi vida si no aprendía a perdonar. Esa noche en un evento, yo dije ¡basta ya! Y empecé a mencionar el nombre y apellido de aquellos compañeros que se enfocaron en hacerme la vida imposible para perdonarlos”.

Sofía Romero sufrió acoso escolar durante mucho tiempo, lo ocultó a sus padres, quienes al darse cuenta lloraron junto a ella y le brindaron todo el apoyo para sanar las heridas que el bullying le había generado.

A través de la entrevista con EL HERALDO, la esforzada joven envía un mensaje a todas esas personas que están siendo víctimas de bullying.

“No deje que nadie tenga el poder de hacerle sentir menos, que nadie se pueda sentir en esa autoridad, porque si usted nació es porque algo bueno tiene que hacer en esta vida”.

La historia de la también comunicadora social es tan solo un ejemplo de la realidad a la que muchos de nuestros niños y niñas se tienen que enfrentar.