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Jesús Muñoz Tábora, maestro del folclore

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09.03.2017

Tegucigalpa, Honduras
En mis tiempos de estudiante ya estaba completamente entregado a la investigación de la música indígena, sus orígenes, creencias, cantos, rituales y todo aquello que alimenta el alma de los pueblos y que fortalece la identidad nacional de cualquier nación.

Un amigo tenía conocimiento de lo que hacía respecto a esto, y decidió presentarme a Jesús Muñoz Tábora: “te voy a presentar a un maestro, músico de músicos, de categoría, que te aseguro vas a quedar pasmado”, dijo, y fue así que en aquella ocasión pude conocer a don Jesús, conversamos alrededor de tres horas sobre la música de Venezuela y sus grandes compositores; nos despedimos sintiendo alegría y respeto por haber compartido tantas maravillas de la música latinoamericana.

Nuestro segundo encuentro fue varios meses después, hablamos de etnomusicología. En ese momento nació una amistad plagada de conocimientos y experiencias, de tardes de guitarra y literatura, y es que “Chungo” era así, compartía con un elegante humor todas sus hazañas por las selvas amerindias y de sus aprendizajes con las tribus indígenas -sí, anduvo sin ropas en algunas de ellas-.

Desde niño recorrió el mundo con una guitarra, y como su papá era un militar de aquellos que decían que el arte y esas “babosadas” eran para gente “diferente”, le advirtió que de vago no viviría y que se dedicara a labores de hombres.

Después de una tunda a puño cerrado, propinada por el sensible capitán, “Chungo”, decidido, se despidió de su mamá, agarró sus trapos y su guitarra y, antes de que saliera el sol, ya cruzaba media montaña desde su Santa Rosa de Copán.

Llegó a San Pedro Sula y trabajando y estudiando se recibió de maestro, los años se encargarían de llevarlo a Costa Rica, Venezuela y Chile, de donde abundaron sus anécdotas académicas y de otra índole.

Ya en Honduras, cuando estuvo a cargo de la Dirección del Folclore Nacional, pudo comprender la importancia del desarrollo cultural, la difusión de la cultura ancestral, la preservación de la historia y todo lo referente al manejo de una correcta Secretaría de Cultura, Artes y Deportes.

El maestro Jesús conocía la diplomacia y la forma correcta de desarrollar la cultura. Hemos perdido a un gran hondureño, pero los que le conocimos, ganamos un gran amigo, leal, sincero, honesto y cabal, que, con sus enseñanzas, vino a dejarnos como las abejas, bañados de jalea real y perfumados de miel cultural.