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Álvaro Canales, entre los espejos del arte y la ideología

Todo arte se vincula a la realidad, pero, al momento de crear, la única realidad del artista es su obra

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11.07.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El maestro Álvaro Canales nació el 5 de octubre de 1919 en la ciudad de San Pedro Sula. Este 2019 se cumple el 100 aniversario de su nacimiento. Murió el 16 de octubre de 1983.

Hizo su carrera artística en México. En 1957 ingresó al Frente Nacional de las Artes Plásticas, donde desarrolló parte de su vida cultural, allí forjó su visión crítica del mundo, expuso en muchas oportunidades e interactuó con importantes artistas e intelectuales mexicanos y de otras partes del mundo.

En 1958, participó en la “Exposición de pintura y estampa” que se hizo para conmemorar el 72 aniversario del nacimiento del maestro Diego Rivera. Con sus amplios conocimientos sobre la técnica del mural, fue invitado en 1960 por el entonces Banco del Ahorro Hondureño para realizar una obra que tituló “El esfuerzo evolutivo del hombre”. De igual manera, en 1978, la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) lo contrató para realizar uno de los murales más emblemáticos de la producción muralística hondureña, me refiero a la obra que tituló “Evolución de la sociedad”.

Es curioso que ambos murales, el del Banco del Ahorro Hondureño y el de la UNAH, llevan los términos “evolutivo” y “evolución”, sutil forma de conceptualizar su obra, quizá un giro táctico en el lenguaje para moverse en una sociedad altamente conservadora; de acuerdo a la formación filosófica y a la postura ideológico-política de Canales, la palabra “evolución” significa revolución, cambio generado por las contradicciones de la lucha social. Estos indicios en la estructura consciente del discurso artístico de Álvaro Canales son los que deseamos estudiar en este artículo.

El pensamiento estético del maestro
Existe en él una absoluta coherencia entre su pensamiento histórico-social y la forma de concebir el arte. En el texto “Texturas de la memoria. Fundación y esplendor de la Escuela Nacional de Bellas Artes (1940-1980)”, aún inédito, publicó una entrevista realizada el 30 de mayo de 1978 bajo la conducción del periodista cultural Wilfredo Ramírez Vega, quien en ese momento trabajaba para el diario El Cronista.

En dicha entrevista Álvaro Canales expone sobre las relaciones del arte con la política, sosteniendo que en una sociedad dividida en clases, el artista debe reflejar sus posiciones políticas e ideológicas; manifiesta que “es necesario que el artista tenga conciencia en qué ambiente está viviendo, en qué ambiente se desarrolla y eso es lo que le puede permitir los temas de carácter social que estén reflejando los intereses de esta sociedad”.

Finalmente, sostiene que “los pintores hondureños deben interesarse por los problemas nuestros, no hay que andar buscando afuera nada, hay que buscar dentro del pueblo la verdadera fuente nutricia de nuestras obras”. Extraño consejo de un artista que vivió siempre en México, ¿Qué buscaba entonces Álvaro Canales en el país de Diego Rivera, Orozco y Sequeiros? No dudo que su presencia en México, el país de los grandes muralistas, lo convirtió en uno de los artistas del mural con mayor prestigio en Honduras.

En una entrevista publicada el 11 de junio de 1978, siempre en Diario El Cronista, con la participación del periodista Ramírez Vega, sostuvo ese mismo tono ideológico, esa vez el tema discurrió sobre el arte abstracto. Planteó que el muralismo era una de las mejores expresiones del arte moderno porque “permitía en la amplitud de su espacio proyectar con mayor claridad los problemas del pueblo”, también sostuvo que “continuar por los caminos del muralismo no significa repetir los planteamientos que en aquel momento histórico se realizaran, sino encontrar nuevas formas de expresión que reflejan la problemática actual”.

Canales valoró el arte social por encima del arte abstracto, señaló que en Honduras no tenía cabida el arte abstracto, al que consideró como una nueva forma de penetración cultural; planteó que “la absoluta abstracción en una obra artística resulta rígida por un rebuscamiento de problemas íntimos, subjetivos que apartan al productor de la obra de una mayor amplitud y comprensión… este tipo de arte ha sido cuidadosamente fomentado y aprovechado por los intereses del neocolonialismo cultural para distorsionar los verdaderos objetivos que pueden contribuir a estimular, sobre todo en la juventud, a descubrir los elementos que conduzcan a producir obras que reflejen los problemas del mundo contemporáneo”.

Sus posturas no dejan de ser polémicas, sobre todo su visión del arte abstracto que no comparto porque muchas obras abstractas, desde el punto de vista estético, son más revolucionarias que algunas obras de contenido social de corte muy obvio. Está claro que Canales abogó por una pintura de la revolución y no necesariamente por una revolución en la pintura. Podemos estar en desacuerdo con algunos de sus planteamientos, pero fue fiel a su visión del mundo y en eso supera a muchos artistas que “cambian de colores según la ocasión”.

A pesar de ese planteamiento, un tanto lineal para mi gusto, un buen artista como Álvaro Canales nos dejó obras magníficas. Generalmente la obra supera las ideas con las que inicialmente el artista concibe sus proyectos; el mural pintado en la UNAH y que hoy engalana el auditórium Juan Lindo es una pieza clave en la estética del muralismo social hondureño, aunque el contenido tiende a ser explícito, la estructura temporal de los planos y el manejo del color nos hace comprender que Canales, más allá de esa relación mecánica entre arte y estructura económica que tanto defendió, comprendió la dialéctica correcta en la construcción de una obra de arte, es por esa razón que, en esa misma entrevista, señala que la forma y el contenido deben estar en perfecto equilibrio porque de no ser así se corre el riesgo de “elaborar un arte deshumanizado”. Hay momentos en que su obra toca los rasgos del realismo mágico y hay otros de acendrado intimismo que lo acercan al paisaje natural, intuyó que el arte solo puede crecer en libertad.

El pensamiento estético de Álvaro Canales influyó a muchas generaciones de artistas desde los años sesentas, pero es en los años ochenta cuando alcanzó su mayor incidencia, prácticamente sus ideas se convirtieron en el programa estético de la coyuntura; en esa década la situación política provocada por la guerra de baja intensidad en Centroamérica marcó el destino de la producción artística en la región, pero muy pocos como Álvaro Canales dejaron obras que trascendieron el momento histórico.