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Dos textos inéditos de uno de los más grandes poetas de Honduras: Pompeyo del Valle

En el año 2012 Pompeyo del Valle abrió las puertas de su casa para una entrevista con EL HERALDO. Al finalizar el diálogo nos entregó dos textos escritos a mano, inéditos, que publicamos ahora como un homenaje póstumo

24.08.2018

Tegucigalpa, Honduras
Todos los hombres mueren. Los hechos y las obras de algunos hombres, sin embargo, gozan de una pequeña y poderosa inmortalidad en la memoria humana. Este es el caso de Pompeyo de Valle.

En un mundo que se ha vuelto abismalmente superficial, Pompeyo cultivaba la complejidad del amor que luego convertía en poesía. Amaba Tegucigalpa como un experimentado hombre que sabe que el objeto de su amor es igual de hermoso y cruel que el calor de un volcán reventando. Y de esta tensión amorosa nació un libro como “Ciudad con dragones”, y de esta tensión amorosa (aunque el objeto del amor cambiaba) nació toda su obra: irónica y confesional, amarga y dulce, a veces suave como una música acogedora, pero capaz de impactar la conciencia con la certeza de un golpe.

No construyó su obra con esa pirotecnia verbal con la que algunos escritores buscan sorprender a los lectores inocentes. Toda su trabajo resplandece por su transparencia, porque se deja leer con la misma mansedumbre que un cuerpo desnudo. Con el lenguaje sencillo de las cosas cotidianas se convirtió en uno de los grandes renovadores de la poesía hondureña.

A este maestro de la palabra le hice una entrevista en 2012. Me recibió en su casa de la colonia Villa Olímpica. Recuerdo que hablamos de su obra, de Walt Whitman, de la fe en el cambio social, de la ironía y del amor en la ironía. Al final de la entrevista me entregó dos textos escritos a mano, en carbón.

El más largo, “Acerca de la utilidad de la poesía”, es una pequeña biografía literaria y una respuesta a una pregunta que sólo adquiere sentido cuando la contesta alguien con la lucidez de Pompeyo del Valle: ¿para qué sirve la poesía? El segundo es la confesión de una experiencia dolorosa y de cómo nació una de sus obras más finas: “Monólogo de un condenado a muerte”. Publíquelos cuando pueda, me dijo.

Por cuestiones de espacio estos textos no pudieron aparecer junto a la entrevista en marzo de 2012, luego el trabajo y las circunstancias los traspapelaron por más de cinco años, esperando que se les hiciera justicia. Ahora, como un tributo a su memoria, EL HERALDO publica estos dos escritos inéditos de Pompeyo del Valle, uno de los más grandes poetas que ha tenido Honduras.

Los textos inéditos de Pompeyo del Valle:

Acerca de la utilidad de la poesía

Mi interés por el arte de la palabra escrita se presentó muy temprano en mi vida, en las narraciones fantásticas que contaba por las noches mi abuela materna -doña Nicolasa- y uno de mis tíos matrilineales, maestro rural empírico, llamado Antonio.

Pertenezco al grupo de jóvenes creadores surgido en Tegucigalpa al promediar el siglo XX y conocido como Generación del 50. Conformábamos el núcleo central Óscar Acosta, Armando Zelaya, Adolfo Alemán, David Moya Posas y yo. Para mí fue bastante difícil el comienzo, debido a mi escasa formación. Téngase en cuenta que soy un autor autodidacta que se ha pasado la vida buscando a tientas sus propio camino.

En este aspecto, mis mejores amigos fueron los libros. Los leía con avidez, sin orden ni concierto; y de ese modo, totalmente arbitrario, tuve los mejores maestros. Eran la mayor parte de estos autores universales, pero también leía a los autores nacionales. Esto lo hacía instintivamene y afuera sé que yo estaba en lo correcto, porque para construir lo nuevo hay que conocer el legado de las generaciones pasadas, a cuyo trabajo hay que dar continuidad y desarrollo. De otra manera, estaríamos siempre partiendo de cero, y así no es posible avanzar.

En otro aspecto del problema, son muchas las personas que lanzan, cuando menos te lo esperas, la vieja pregunta peyorativa: ¿Para qué sirve la poesía? Si se viniera a mí con tal interrogante es como si igualmente se me preguntara para qué sirve la música, el teatro, la danza, la pintura, el canto... Todo parece indicar que la humanidad, para ser tal, necesita de estas formas de expresión, de comunicación o intercomunicación.

El Nobel colombiano, (Gabriel) García Márquez, cita en su libro de memorias, un juicio de Luis Cardoza y Aragón, sobre este punto: 'La poesía es la única prueba concreta de la existencia del hombre'. Con el término poesía, entiendo yo, el maestro Cardoza y Aragón aludía a las bellas artes en su conjunto. De otra manera expresado, el arte o las artes, incluido el arte de la escritura, constituyen una manifestación esencial, de la condición humana, resultando así que el hombre, además de un 'animal político', es también un 'animal estético'.

Esto significa que la criatura humana, aparte de necesidades materiales, también tiene necesidades espirituales solo posibles de satisfacer yendo a los teatros, a los cines, a las galerías de pintura, o comprando libros, música grabada y videos de sus autores o intérpretes favoritos.

Naturalmente, en un país como el nuestro, a las grandes mayorías no les es posible saciar este segundo tipo de necesidades, hundidas como están, hasta el cuello, en las miserias más inicuas y de ese modo condenadas de por vida a su 'animalidad'. Hace falta entonces reconstruir la sociedad de tal modo que los libros y el disfrute de las bellas artes formen parte de la canasta básica.

Reflexiones sobre 'Monólogo de un condenado a muerte'

Monólogo de un condenado a muerte expresa uno de las más dolorosas experiencias de mi vida, cuando un grupo de intelectuales, incluso algunos supuestamente amigos míos, invocando razones políticas inexistentes, me hizo la guerra, sin declarármela.

El grupo pretendía despojarme de mi ciudadanía literaria, proscribirme de la república de las letras, como secuela de rivalidades estúpidas, de celos irracionales. Afortunadamente eso ya pasó y yo sigo en pie. Se me quiso desaparecer, pero reaparecí. Dios nos mantenga lejos de los 'maniáticos de la gloria'. Es un decir. Un gran decir. Y no diré más al respecto.

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