Entretenimiento

Felipe Acosta: '‘Mea culpa’ es la obra que me abrió las puertas al mundo”

EL HERALDO conversó con el escritor, actor y director de la trilogía teatral protagonizada por Chuta, quien festeja 15 años de haber iniciado su andar por las tablas

FOTOGALERÍA
23.08.2018

Tegucigalpa, Honduras
“Mea culpa” es la primera obra de la trilogía en la que Jesús Martínez (Chuta) es el protagonista. Su estreno tuvo lugar en el ya desaparecido Teatro La Reforma en la colonia del mismo nombre en Tegucigalpa, un 4 de septiembre del año 2003.

A lo largo de este tiempo se ha representado más de 250 veces y en más de 30 festivales internacionales. Vida conversó con Felipe Acosta, el creador, actor y director de esta obra, la más emblemática del Grupo Teatral Bambú, para conocer más sobre él mismo y sobre Chuta, el alcohólico indigente que aborda profundos temas sociales que atañen a nuestra Honduras.

¿Cómo y cuándo descubrió su interés por el teatro?
Empecé a hacer teatro siendo estudiante de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras en 1980. Uno de mis compañeros tenía algo de experiencia y organizó un grupo que se llamó Teatro Universitario Libre de Honduras. La idea era llevar a escena obras que tuvieran que ver con la temática de leyes, pero hubo tan pocos estudiantes de Derecho interesados que el grupo luego se abrió a otras carreras. Esa fue la primera vez que conocí el teatro.

¿Cómo describe su recorrido desde ese entonces hasta la actualidad?
Luego de pasar dos años en ese grupo me retiré porque tenía un trabajo que me exigía mucho tiempo y me hice de familia. En 1991 se me dio la oportunidad de ingresar al Grupo Dramático de Tegucigalpa junto a Alonso Baires, quien me invitó a trabajar en el montaje de la obra de Antón Chéjov, “La gaviota”, y me encantó la idea. Volví a hacer teatro y a partir de ahí nunca me despedí de las tablas.

¿Qué representa el teatro para usted?
A estas alturas no me imagino haciendo otra cosa. Me formé como Perito Mercantil y Contador Público, estuve a muy poco de convertirme en abogado, estudié programación de computadoras, diseñé paquetes para contabilidad, tomé cursos de marketing y todo lo relacionado con empresas y mercadeo, y no puedo decir que no me gustaba, pero en el teatro descubrí el trabajo que realmente me apasiona.

¿Qué producciones han sido las más memorables en su trayectoria?
Es difícil seleccionar, pero hay algunas que por diferentes motivos recuerdo de manera muy especial. En el Grupo Dramático de Tegucigalpa trabajé en una obra llamada “Taxi”, que causó un furor nunca antes visto. Fue un montaje muy rico, entre amigos y muy bien recibido. Hubo gente que vio cinco veces esa obra y para nosotros fue una sorpresa ver hasta mercado negro de boletos.

En “Una Navidad especial” hice quizá uno de los personajes más completos que he interpretado, una persona con síndrome de Down. Dirigirla y actuarla se volvió muy exigente, pero el resultado me dejó muy satisfecho. En la comedia de “El oso” éramos un equipo muy lindo, el trabajo fue muy profesional y eso me permitió aprender mucho, fue ahí cuando gané mi primer premio Extra como actor.

En Bambú han sido muchísimas. La primera, “El marqués de tutifruti”, también marcó una parte importante en mi formación, porque a pesar de que yo era el único que no tenía una formación académica en el teatro, el maestro Rafael Murillo me escogió para hacer el papel protagónico. Por supuesto, la trilogía de Chuta no puede quedar atrás.

¿Qué representan 15 años de “Mea culpa” para usted?
“Mea Culpa” es la tercera obra que escribí y significó un paso importante para mí. En ella construí mi segundo monólogo, pero con un personaje mucho más exigente. La obra dura una hora con quince minutos, por lo que el trabajo de actuación es muy exigente. Mantener a un personaje alcohólico, con esa voz, exige un esfuerzo gigante. Además, es la obra que me abrió las puertas a 11 países extranjeros y a más de 30 festivales internacionales de teatro, hasta el momento.

¿Imaginó que la obra se convertiría en esa ventana al mundo y que sería la primera parte de una trilogía?
Para nada. Hasta ese momento tenía cinco años de estar en Bambú y todas las obras en las que había participado habían contado con un éxito relativo, pero “Mea culpa” fue algo diferente desde un inicio. El primero que escribió una crítica sobre la obra fue Roberto Quezada y sus palabras fueron muy halagadoras, lo que me dio más confianza al ser el reto más grande al que me había enfrentado. La estrené en septiembre y ya en noviembre había sido invitado a participar en un festival internacional en El Salvador, donde también tuvo una excelente respuesta del público.

¿Habrá una cuarta puesta en escena en donde veamos actuar a Chuta?
La idea es que no, “Sepa Dios” da término a la trilogía, pero como una vez alguien dijo “nunca se sabe”. Hay mucha gente que me pide hacer una cuarta parte y yo lo he considerado, solo que de ser así no dará seguimiento a las tres primeras, si no que sería una historia previa. Hay un personaje que en todas las veces que he presentado “Mea culpa” genera mucha intriga, que es Demetrio o “Diametro”, y a lo mejor en algún momento el público lo conozca vivo. El éxito de “Mea culpa” en gran parte se debe a él, que aunque no dice una sola palabra, su relación con Chuta es parte de lo que hace al espectáculo interesante.

¿Qué nuevos proyectos planea montar sobre las tablas?
De momento -como Bambú- estamos promoviendo nuestra producción más reciente “Qué difícil vivir en libertad”, con la que estuvimos en El Progreso y llegaremos a Danlí a finales de este mes. Sin embargo, ya estoy trabajando el montaje de una de las obras que escribí en 2004 y que nunca llevé a escena por diferentes circunstancias, se llama “Viernes Santo: de la traición al milagro”.

Tiene un carácter existencial y el personaje principal es Judas Iscariote, conocido como traidor y suicida. Se planea estrenar a más tardar en noviembre, dándole tiempo para ya en la Semana Santa del próximo año tener un camino recorrido y hacer una gira de presentaciones por diferentes lugares del país.