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'Correo certificado', la carta visual de Pilar Leciñena

Dotado de una fina concepción, el trabajo de Leciñena tiene el poder de desplegar múltiples ventanas para atisbar una realidad que está más allá de lo que el ojo ve

FOTOGALERÍA
06.04.2018

Tegucigalpa, Honduras
Oigo un latido de cartas

navegando hacia su centro.

Cartas… fragmentos de la ternura,

proyectados en el cielo, lanzados de sangre a sangre

y de deseo a deseo.

Miguel Hernández

Hay obras que de ser vistas pasan a mirarnos, se transforman en ventanas que nos trasladan a otro universo de sentidos; se convierten en símbolos que tejen nuevas realidades; ellas, por sí mismas, adquieren vida propia, dejan de ser la excusa para comunicar un mensaje y se convierten en el mensaje mismo.

Esta fue la sensación que experimenté cuando estuve frente a la obra de Pilar Leciñena, me refiero a “Correo certificado, primer aviso”, curada por Darwin Mendoza e inaugurada en julio de 2017 en el Museo para la Identidad Nacional (MIN).

Aunque el proyecto propuso un discurso sobre el correo, hay algo en esas obras que me trasladó a la zona de lo inefable, a ese lugar donde lo sensorial da paso a lo sublime.

La artista María Pilar Leciñena.

La artista María Pilar Leciñena.



La propuesta visual era tan envolvente, sutil, refinada y elegante que por momentos me olvidé del acontecimiento (el tema del correo) y me trasladé a la potencia visual de sus diseños, al color planimétrico, absolutamente minimalista, a la representación de las irregularidades o accidentes que sufren las estampillas, a la ternura que produce esa poética asociación entre palabra, papel y vidrio, a las retículas de los casilleros, cuya geometría define un espacio íntimo, psicológico, un espacio de identidades.

La propuesta evidenció una semántica del correo, un decir sobre ese viaje interior que conlleva el envío de una carta; por cierto, en la muestra ese viaje queda expresado con una notable sensibilidad en obras como “Correos de Honduras”, “Lo que no te dije” y “Sobre en balanza”; estas piezas son un auténtico tejido simbólico que desde diferentes ángulos articulan esa experiencia tan humana de enviar y recibir una carta.

Enviar una carta ya trae consigo una función trascendente; el viaje por tierra, mar o aire lleva el fuego de nuestros sueños, traslada anhelos y nostalgias, en fin, es un viaje que en livianas hojas puede llevar el peso del mundo; esa metáfora está perfectamente evocada en el conjunto de la muestra, pero, aún así, estas piezas siempre generaron en mí un contrasentido que me substrajo de la cómoda relación entre significado y representación.

Pilar Leciñena tiene la virtud de implicarnos con un golpe de vista; su propuesta se sustenta en un diseño que sobrecoge el espíritu, me permito ciertas libertades metafísicas frente a una obra que desborda los límites de lo racional: por esta instalación no caminamos, nos trasladamos, levitamos; esta es una instalación de llamados múltiples, es la metáfora redonda, espacio revelándose como materia, línea, color y volúmenes.

Hay en la obra de Leciñena un subsuelo de imágenes latentes que se alojan en nosotros para revelar nuevos sentidos, otras perspectivas.

Esta exposición me hizo recordar una idea formidable de Didi-Huberman: “La imagen a menudo tiene más de memoria y de porvenir que el ser que la mira”.

Por esta razón mi método de análisis no se limita a la idea de “correo”, a pesar de su solidez, no me comprometen las decisiones conceptuales que el proyecto conlleva, me interesa esta propuesta como síntoma de algo más profundo: la función de la obra como soporte estético.

“Sello urgente”. Escultura y pintura dialogando en el mismo espacio. Admirable síntesis para estructurar un denso pero sensible tejido de conceptos.

“Sello urgente”. Escultura y pintura dialogando en el mismo espacio. Admirable síntesis para estructurar un denso pero sensible tejido de conceptos.



¿Qué hay entonces en “Correo certificado, primer aviso”?, ¿qué certifica este proyecto?, ¿cuál es su primer aviso? Estas reflexiones, a manera de interrogantes, nos obligan a ir más allá de la tradicional relación entre el mensaje y el objeto que lo representa, pasemos entonces a indagar el programa que prefigura esta muestra, allí encontraremos en primer lugar, una obra que se redefine en las profundas implicaciones simbólicas que la constituyen, alejándose de las narraciones fáciles y comunes; por ejemplo, la obra “Sobre en balanza”, posee una densidad conceptual en su estructura plástica que habla de su propia consistencia, su materialidad se abre a otros niveles de comunicación, despliega otro estado de la mirada.

Un sobre de cemento y plumas de aves establecen una relación de contrapesos que trascienden los significados puntuales de la obra y reubican la significación en su materialidad y no necesariamente en los presupuestos conceptuales que la originaron, esta estrategia visual no solo le corresponde a esta pieza, es valida para el conjunto de la muestra.

Dicho lo anterior, podemos decir que otro síntoma de esta exposición es el profundo nivel de multiplicidad semántica que posee cada obra o signo; en otras palabras, cada pieza es una y otra cosa a la vez; cuando una obra tiene esta cualidad, la riqueza conceptual se dimensiona.

Otro factor clave y que está relacionado con lo anterior, es que esta digna ambivalencia no atenta contra la coherencia de su discurso plástico, solo lo ubica en una relación múltiple capaz de generar otras experiencias estéticas; deseo establecer que aunque éstas no apunten en la misma dirección de la artista, sí apuntan a la mirada totalizadora del arte.

Otro elemento que deseo implicar en este programa estético es la capacidad de síntesis que tiene cada obra, trabajar en este nivel como el que logra Leciñena en esta exposición, es complejo, sobre todo en un medio donde abundan las narraciones cansadas en la escultura y la pintura, de allí que la recurrencia a la estética minimalista sea un recurso para potenciar el nivel de síntesis; esto justifica que las obras “Sello urgente” y “Homenaje a las estampillas” recurran a esta estrategia sobria y elegante de comunicación.

Cuando estuve frente a esta muestra, además del disfrute estético que me provocó, percibí en ella un importante paradigma para ubicarla en el conjunto de la producción plástica del país. Esta muestra reveló un comportamiento visual distante y ajeno a prácticas que no están cumpliendo ninguna función vital en el medio artístico. Esta propuesta es el síntoma de que algo distinto habrá que hacer en la producción visual hondureña y “Correo certificado, primer aviso” apuntó en esa dirección.

La propuesta generó una exposición puntual sobre un tema específico, pero, al mismo tiempo, fue la apuesta por una estética necesaria y renovada.

El trabajo de Pilar Leciñena, más allá de una simbología y de unos signos adheridos a la estética del correo, es un discurso sobre la función trascendente del arte, es un viaje que nos lleva más allá del objeto.