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'2017 abrió la brecha de una producción que presenta signos vitales importantes”

El curador y crítico de arte señala que las propuestas de los artistas en las diferentes disciplinas evidencian un trabajo más elaborado a nivel de lenguaje, aunque sigue la deuda de un apoyo sistemático hacia la creación

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04.01.2018

Tegucigalpa, Honduras
El arte no descansa. Aun así, el arte sigue estando al final de la lista de asuntos importantes para el desarrollo de una nación.

No obstante, hacemos una mirada a las exposiciones que tuvieron lugar en 2017, de la mano del crítico de arte Carlos Lanza.

Muestras individuales y colectivas, además de un simposio de escultura, formaron parte de 2017, esperando que en 2018 nuestros artistas nacionales puedan tener las fuerzas para seguir luchando en la construcción de la historia del arte en Honduras.

Tegucigalpa y Comayagüela fueron el centro de varias exposiciones importantes en 2017, ¿cómo considera que fue esta visualización del arte hondureño?
Este año se realizaron importantes proyectos individuales y colectivos, pero quiero señalar puntualmente los proyectos: “La culpa es de la flor”, de Dina Lagos, sorprendente instalación que discursa desde los lenguajes de la opresión y la invisibilidad de la mujer y que, a mi juicio, es uno de los trabajos mejor logrados del año.

“Hay escasa inversión en la producción, se trabaja ‘con las uñas’, sin embargo, aun así pienso que esta realidad no debe impedir que el artista se lance a producir”.


De igual manera quiero destacar la muestra “Correo certificado, primer aviso”, de la artista española residente en Honduras, María Pilar Leciñena; esta artista realiza una expresión visual que es poesía pura, desde allí hace sentir la nostalgia por esas cartas que abandonaron el papel para transcurrir por las insípidas e impersonales pantallas digitales.

Medardo Cardona con “Territorio oculto” y Ana Granera con “Cada quien con su caja” atienden realidades diferentes, pero tienen puntos de encuentro: el ser humano y sus temores, segregación y marginalidad. Todos estos proyectos se realizaron en el Museo para la Identidad Nacional (MIN).

Reflexiones sobre la movilidad y la interacción humana en “Territorio oculto”, de Medardo Cardona, en el MIN. Foto: El Heraldo.

Reflexiones sobre la movilidad y la interacción humana en “Territorio oculto”, de Medardo Cardona, en el MIN. Foto: El Heraldo.


La Galería Nacional de Arte (GNA), dirigida por don José Jorge Salgado, se reabrió en Tegucigalpa con el proyecto “Tres salas, tres generaciones”, en ese espacio nos encontramos con “Sudarios y centinelas” de Santos Arzú, bella instalación en la que edifica un homenaje a su hermano fallecido, pero que, escapando de su filiación personal, se instala en esta cultura de dolor y muerte en la que hoy vive el pueblo hondureño.

En otra sala encontramos una muestra retrospectiva de Miguel Ángel Ruiz Matute en la que destacan trabajos de la serie “Los Lázaros”, a mi juicio las obras más espléndidas del maestro Matute; y en la tercera sala nos encontramos con una obra emblemática por su contenido y muy refinada en su forma, se trata del proyecto instalacional de Adonay Navarro llamado “S.O.S.”, en donde el artista trata el dramático tema de la destrucción ecológica, sin olvidar la dimensión estética de su propuesta.

Otro evento de trascendental importancia fue el Simposio de Escultura auspiciado también por la Galería Nacional de Arte, cuya producción ha conformado el majestuoso Jardín Escultórico.

Y finalmente quiero mencionar el proyecto del que fui curador en el Centro de Arte y Cultura (CAC-UNAH), llamado “Tránsitos: entre la tradición y lo contemporáneo”. Los artistas participantes fueron Bayardo Blandino, Santos Arzú Quioto, Celsa Flores, Xenia Mejía, Regina Aguilar, Alex Galo, Samuel Erazo, Darvin Rodríguez, Jorge Restrepo, Armando Lara, Byron Mejía, Luis Landa y Nahúm Flores; este proyecto buscó articular lenguajes de la tradición y la contemporaneidad que, desde mi punto de vista, son el fundamento del arte visual hondureño.

A nivel de propuestas, ¿observa un trabajo mucho más maduro?
Hay evidencias de un trabajo más elaborado a nivel de lenguaje, poco a poco se empieza a comprender que el lenguaje es el fundamento del arte y esto quedó muy claro en el proyecto “Tránsitos: entre la tradición y lo contemporáneo” y en el conjunto de propuestas que he señalado.

Aun en el Jardín Escultórico, donde se observan formas bastante tradicionales, hay evidencias de un tratamiento formal serio, muy digno, pero habrá que avanzar hacia una escultura más contemporánea, más audaz en su concepción.

Esta búsqueda no es fácil, hace falta ir hacia una práctica artística más sostenida y coherente; de un evento a otro vemos cómo muchos artistas que tienen éxito decaen en sus propuestas, pero es indudable que lo expuesto en 2017 abrió la brecha de una producción que presenta signos vitales importantes. No me quiero emocionar, solo deseo evidenciar que ese camino está abierto y lo debemos aprovechar.

“Paisaje”, una obra de Darvin Rodríguez que integró la muestra “Tránsitos: entre la tradición y lo contemporáneo” en el CAC. Foto: El Heraldo.

“Paisaje”, una obra de Darvin Rodríguez que integró la muestra “Tránsitos: entre la tradición y lo contemporáneo” en el CAC. Foto: El Heraldo.


¿Podemos decir que en las nuevas generaciones se visualizan figuras que podrían tomar el relevo de los grandes artistas del siglo XX?
Es una pregunta difícil porque antes señalé las virtudes de unos artistas en los que confié y terminaron defraudando; pero bueno, la pregunta es directa y no la puedo obviar. No podemos ignorar el trabajo de Kathy Munguía en la escultura, a mi juicio una de las figuras más sobresalientes del año; Scarlett Rovelaz se muestra como una ceramista muy fina; Dilcia Cortés, en la fotografía contemporánea, está dejando su impronta; Cristian Gavarrete, de seguir así, tiene asegurado un lugar importante en la pintura hondureña; Samuel Erazo y Darvin Rodríguez presentan una gráfica audaz y respetable; Luis Landa ya se muestra como un artista maduro e influyente desde una práctica que ha tenido poca historia en Honduras, me refiero al arte abstracto; Byron Mejía se presenta como un artista consolidado, una de las nuevas revelaciones del expresionismo hondureño; Miguel Romero, Darío Rivera, Adonay Navarro y Alex Galo son escultores que muestran nuevos caminos en una práctica que no ha tenido el mismo peso específico que sí ha tenido la pintura.

Una muestra colectiva de Galo, Romero, Rovelaz, Munguía, Rivera y Navarro sería sencillamente espectacular.

Medardo Cardona se presenta como uno de los jóvenes valores del arte contemporáneo, llamado a incidir profundamente en los lenguajes artísticos del país. Unos tienen más edad que otros, pero su trabajo más elaborado lo han realizado en este siglo. Habrá otros jóvenes valores, pero deseo esperar.

¿Cómo valora la gestión de los museos y los centros culturales? ¿Entienden a los artistas? ¿Les permiten expresarse con libertad?
En este punto hace falta mucho trabajo, pero se ha mejorado. Hoy tenemos un Museo para la Identidad Nacional, un Centro Cultural de España, ha resurgido con mucha fuerza la Galería Nacional de Arte, tenemos una institución consolidada como Mujeres en las Artes, también contamos con la galería del IHCI y en el escenario de las instituciones que promueven el arte y la cultura también tenemos la feliz aparición del Centro de Arte y Cultura de la UNAH; no podemos dejar de mencionar al Museo del Hombre Hondureño que, como el Ave Fénix, se levantará de las cenizas.

“Hay evidencias de un trabajo más elaborado a nivel de lenguaje, poco a poco se empieza a comprender que el lenguaje es el fundamento del arte”.


Este panorama de instituciones era impensable hace dos o tres décadas. Pero la sola existencia de estas instituciones no resuelve la relación con los artistas, hace falta mayor coordinación, investigación y apoyo directo a la producción de ellos.

Se ha mejorado la infraestructura en cuanto a espacios de exhibición, pero la relación estructural y orgánica sigue pendiente.

Por otro lado, urge el aparecimiento de un espacio que promueva los lenguajes del arte contemporáneo, pues nuestras instituciones tienen espacios de exhibición adecuados para lenguajes que vienen de la tradición moderna; esto ha impedido, en alguna medida, que ese diálogo más intenso de los artistas con la realidad se pueda mostrar en toda su dimensión conceptual y estética.

¿Qué opinión le merece la situación de los artistas actualmente?
El artista hondureño, como dije anteriormente, tiene mejores alternativas para mostrar su trabajo, pero el problema central es que no existe un apoyo sistemático y directo a sus proyectos artísticos.

Hay escasa inversión en la producción, se trabaja “con las uñas”, sin embargo, aun así pienso que esta realidad no debe impedir que el artista se lance a producir.

Es evidente que esta falta de apoyo está incidiendo en la conformación de una verdadera cultura artística en el país y también ha limitado la inserción general del arte hondureño en el contexto internacional.

Siempre se dice que el Estado no tiene dinero para el arte, pero, ¿cuántos proyectos artísticos podrían financiarse si en vez de comprar bombas lacrimógenas se apoyara la labor de los artistas en los campos de la profesionalización y la producción? El arte es cultura de vida, las bombas son cultura de muerte.

Finalmente, deseo agregar que hace falta apoyar decididamente las investigaciones en el campo artístico, se ha creído, en forma equívoca, que la investigación es algo exclusivo de las ciencias fácticas; pero si tomamos en cuenta que el arte es uno de los fundamentos esenciales de la cultura humana, entonces debemos conocer su comportamiento, su forma de realizarse, los lenguajes que lo constituyen y su manera de relacionarse con otras formas de la cultura humana; una tarea de este tipo solo puede llevarse a cabo por un aparato crítico que esté sustentado en la investigación de los modelos de producción artísticos del país y en los contextos histórico-sociales que los producen.