Escasa creatividad, refritos musicales y tributos innecesarios han hecho de 2017 un año poco prolífico para la industria musical.
Artistas emergentes e incluso renombrados desplomaron sus números en el mercado discográfico y pasaron a ser la sombra de su propio éxito.
El pasado junio, Katy Perry lanzó Witness, su quinto álbum de estudio, con baja respuesta en ventas.A pesar de que tras su lanzamiento el material alcanzó la primera posición en el Top 200 de Billboard, con 180,000 unidades, resultó una cifra minoritaria al compararse con las ventas de su álbum previo (Prism, 2013) que logró 286,000 unidades en su semana debut.
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Según Forbes, Chained to the Rhythm, el primer single de la apuesta, solo llegó a la cuarta posición del Top 100, y la siguiente semana empezó a caer. Por igual el tema Bon Appétit entro a la lista en la posición 76, para siete días después salir del Top 100 de Billboard.
El tercer sencillo, Swish Swish, debutó en el sitio 46 del famoso chart para luego caer al 78 en la semana dos.
Algo similar ha ocurrido con el cantautor colombiano Juanes.
Luego de tres años de silencio, en mayo publicó “Mis planes son amarte”, considerado “el primer álbum visual lanzado por un artista latino”. Su disco ha pasado como un material sin relevancia para las nuevas generaciones y para las anteriores, que se quedaron con hits como “La camisa negra”, “A Dios le pido” o “Volverte a ver”.
A él se han sumado Fergie y Fifth Harmony, prontas a lanzar nuevo material discográfico este viernes 25 de agosto.
