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La ruta Cerro de Plata, la unión de El Picacho, El Piligüín y La Tigra

Para conocer Honduras es importante empezar por los sitios turísticos más cercanos. Aquí les cuento cómo emprender este viaje a lo nuestro

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10.02.2017

Tegucigalpa, Honduras
Recorrer la capital de Honduras es expandir nuestro olfato de aventurero y disfrutar con una perspectiva diferente los sectores más comunes en su territorio.

Por esta razón decidí ir a los lugares más visitados por los turistas nacionales y extranjeros: El Picacho, El Piligüín y La Tigra; y nombré mi recorrido como la ruta del Cerro de Plata.

Solo un viaje
Inicié mi aventura a partir de las 8:00 de la mañana con la meta de recorrer estos sectores en un solo viaje.
Sabía que esto iba a ser difícil, casi imposible, sin embargo, acepté el reto de explorar estas grandes zonas naturales en un solo viaje durante un día.

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De acuerdo al orden debía comenzar primero con el cerro El Picacho, que está ubicado a cinco kilómetros del centro de la capital. Aquí me tomé un tiempo para apreciar el famoso monumento de Cristo del Picacho, que desde 1997 se ha convertido en un ícono de la capital hondureña y tiene cierta similitud con el Cristo Corcovado de Río de Janeiro, en Brasil.

Continúe avanzando porque me faltaba mucho por explorar, así que rápidamente visité la escalinata, el parque recreativo, el zoológico y las diferentes cabañas.



Terminé con mi primer punto y era momento de trasladarme a la aldea que se caracteriza como la zona de la fe: El Piligüín.

Este rinconcito está ubicado a unos 11 kilómetros de Tegucigalpa y es uno de los sitios más populares porque el 3 de febrero de 1747 se encontró allí una imagen de la Virgen de Suyapa. Por este hallazgo, el lugar es visto como el sitio donde la madre de Dios gestó el milagro de convertirse en hondureña.

Deseaba quedarme un momento más porque este pueblo es muy reconocido por los labores que ejercen sus habitantes en el cultivo de hortalizas, flores y frutas. Quería verlas de primera mano, pero lamentablemente el tiempo no me lo permitió.

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Retomé carretera y me dirigí al Parque Nacional La Tigra, este era mi último destino de la ruta del Cerro de Plata. Estando allí lo primero que hice fue comprar mi boleto y solicitar mi mapa para explorar la montaña (se aconseja pedir un guía para que la caminata sea más segura).

Luego me presentaron los senderos para arrancar con el trayecto: el de la granadilla, el reales minas y el bosque nublado.

Todos ellos llevan al mismos final y compiten en belleza escénica, sin embargo, recorrerlos requiere diferentes tiempos. Partí por el sendero granadilla porque me comentaron que esa es la ruta más cercana para llegar al valle de San Juancito.

Mi reloj ya marcaba las 11:00 de la mañana y con todo mi espíritu aventurero empecé a apreciar el tesoro puro que existe en toda la área, mis pies se detuvieron y en ese momento levanté mi mirada hacia el cielo, respiré profundo y me relajé tanto que creí que estaba en el cielo, aunque solo era la cima de uno de los lugares más hermosos y verdes de Honduras.

Aquí culmina mi recorrido, meta cumplida: estoy entre la inocencia de las aves que cantan, las cascadas y la brisa de los árboles, a unos pasos de San Juancito.