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San Lorenzo, la perla que resplandece y conquista Honduras

El calor del pacífico, una exquisita gastronomía, bosques de mangle, un santuario de aves y gente amable le esperan en el sur

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03.02.2017

San Lorenzo, Valle
Es uno de los destinos turísticos más placenteros del sur de Honduras.

En San Lorenzo, Valle, los viajeros tienen una cita con la aventura, la historia, la gastronomía, la diversidad cultural y una serie de emociones que solo este municipio sabe dar.

El deseo de quedarse
Ubicada a 102 kilómetros de la capital de Honduras, la ciudad puerto atrapa al turista desde la primera mirada.

Una magia especial, plasmada en múltiples colores, aromas y sonidos, atrae a miles de visitantes durante todo el año.

Por esta razón los pobladores, que se dedican en su mayoría a la pesca y a la extracción de sal, crearon este dicho: “Entre más tiempo pasen en San Lorenzo, más atrapados estarán”.

El encanto natural que gobierna en esta ciudad sureña, fundado en 1522, permite que las personas se desconecten y se relajen fácilmente.

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La conclusión de los turistas es que San Lorenzo es un seductor natural que sabe complacer los gustos más refinados.

Según Omar Rivera, presidente de la Empresa de Servicios Múltiples Unión de Pescadores Bahía de San Lorenzo, la ciudad no solo es playa y gastronomía, pues otra de sus cartas de presentación son los bosques de mangle, entre los que habita una impresionante variedad de fauna, en su mayoría aves, que atraen a decenas de amantes del aviturismo.

Pero nada sería posible sin la amabilidad, alegría y honestidad de su gente.

Los viajeros rápidamente saben que han llegado a San Lorenzo por las plazas con esculturas de temas marinos como el tiburón, el camarón y el pelícano que adornan la ciudad.

Hay un monumento diferente en cada entrada. Y la escultura de San Lorenzo, santo patrón del municipio, es sin duda es la más insigne del lugar.

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Si aún no está conforme es porque no ha probado la famosa sopa marinera. La mejor la encuentra en el mercado municipal, un espacio limpio, ordenado, que huele a tradición, a mar, a calor sureño y donde el rostro amable de los vendedores le dan la bienvenida.

“Este es un lugar que no necesita de comidas rápidas, porque solo consumimos lo nuestro”, afirma Rivera. Comer ahí es una delicia al paladar que no puede perderse si va a San Lorenzo.

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Y antes de que caiga la noche, nada como los sublimes atardeceres, que solo encuentra en el sur.

Pero la diversión no se acaba con la llegada de la noche, al contrario, lo mejor comienza cuando el sol se oculta.
Aquí el excursionista disfruta del sabor y el ritmo que ofrecen los diferentes restaurantes, pistas de baile y karaokes, que hacen que la noche sea más placentera y florezca el romance bajo la luna del puerto.