Langue, Honduras
El sonido ensordecedor de un viejo rin de bicicleta girando a gran velocidad marca el inicio de una labor que, si bien es cierto no es una de las mejor pagadas, sí ha hecho resaltar a su comunidad por la excelente calidad de sus hamacas.
Y es que ¿quién no ha tenido el gusto de descansar sobre una? Seguramente todos, pero lo que muy pocas personas saben es el trabajo que los artesanos realizan para fabricarlas.
La Rinconada es un caserío que pertenece al municipio de Langue, Valle, al sur de Honduras, conocido por ser uno de los máximos productores de hamacas.
En este lugar visitamos la casa y taller de don Carlos García, un artesano que se ha dedicado toda su vida a la elaboración de este artículo que sirve para el descanso y cuya elaboración ha pasado de generación en generación.
Taller
Un frondoso árbol y un techo improvisado de nailon protegen a los tejedores de los fuertes rayos del sol.
Dos palos obtenidos de los árboles de la zona fungen como telar. Y es que ni todos los avances de la tecnología han logrado cambiar la tradicional forma de elaboración de las hamacas.
Tamaños y precios
Para hacer una hamaca Elder García, hijo de don Carlos, comentó que se encargan de todo el proceso, desde la compra del material en bruto, crear la pita y después tejer la hamaca.
Según este artesano, los tamaños varían, pues fabrican de dos y media, tres y media y cuatro varas, mientras que los precios tanto de su elaboración como de venta están sujetos al tamaño. El producto está disponible en una gran variedad de colores e incluso las personas pueden personalizarlo.
Otras comunidades que se dedican a este oficio son El Hato, El Barrial, La Concepción, Aguacatal, El Chaparral y Potrerillos.
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