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La gran mentora de Alfonso Díaz, el candidato de la UD: su mamá

El candidato udeísta, de gran formación académica como economista e ingeniero civil -además de polígota que domina cinco idiomas-, considera que la gran artesana de su vida no fue otra persona más que su madre, Ofelia Narváez Flores
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02.11.2021

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- A los seis años de edad, cuando la mayoría de niños dedican su tiempo a jugar o ver la televisión, Alfonso se encargaba de devorar cuanto libro se le atravesara en su camino, uno de ellos en especial -entregado por su madre- marcó su vida y, como cartas de Tarot, alumbró su camino forjándose su destino.

Entre tantos relatos de “Cuentos para niños y niñas que quieren salvar el mundo”, uno de ellos narra la vida de un candidato a presidente haciendo propuestas de campaña... 33 años después, Alfonso recuerda esa historia, la siente como un espejo: “¡Qué irónico, verdad!”, expresó entre risas.

A la hora exacta, con su atuendo pulcro y con una espléndida sonrisa que se dibujaba en su rostro, se presentó a las instalaciones de EL HERALDO Alfonso Díaz Narváez, aspirante a la presidencia de la República por el partido Unificación Democrática (UD).

Alfonso es un hombre cuya presencia se percibe a kilómetros de distancia por su buen porte y contextura gruesa, que delata su edad mediana a pesar de su mirada juvenil. Tiene 39 años. Sabe escuchar y se expresa con habla sofisticada y una voz serena que fluye con argumentos, aspirando a convencer.

Cuenta con dos profesiones: ingeniería civil y economía, y está próximo a culminar su maestría de formulación, gestión y evaluación de proyectos en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) y aspira también a un doctorado. Habla cinco idiomas: japonés, mandarín, ruso, inglés y su natal español.

“No estaba acostumbrado a tantas fotos”, dijo en un tono amigable pero que al mismo tiempo hacía entrever su nerviosismo y timidez ante las fotografías, no obstante, seguidamente soltó una carcajada con la cual marcó el inicio de la entrevista con mucha seguridad y confianza, misma que se mantuvo por el resto de la conversación.

El propósito de la entrevista era conocer el lado humano del aspirante presidencial por el partido UD, quién abrió mente y corazón permitiendo ahondar en sus pensamientos y al mismo tiempo evocar con nostalgia esos gratos recuerdos de su niñez y adolescencia.

Nacido en la “ciudad bonita” de Honduras, El Progreso, Yoro, hijo de un padre obrero en construcción, Alfonso Díaz Murillo, y una madre ama de casa, Ofelia Narváez Flores, unión que dio fruto a cuatro hijos, siendo Alfonso el mayor de ellos.

Alfonso cuenta con dos profesiones: ingeniería civil y economía, y está próximo a culminar su maestría de formulación, gestión y evaluación de proyectos. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

Su niñez y un libro

Alfonso creció en el interior de El Progreso, Yoro, rodeado de muchos amigos y vecinos con los que comparte una infinidad de recuerdos, mismos que son recontados cuando tienen la oportunidad de reunirse ahora en su etapa de adulto.

Desde su niñez se presagió que iba a ser una persona de éxito. A la edad temprana, justo cuando ingresaba al primer año escolar, Alfonso ya sabía sumar, dividir y multiplicar, eso gracias a su madre que se empeñaba en sembrar conocimiento en él.

Descubrió su pasión por el fútbol desde muy pequeño, incluso consideró que de grande se dedicaría al fútbol profesional, sin embargo, finalmente se decidió por una carrera diferente.

Nunca se consideró a Alfonso como un niño problemático, gracias al rigor y la buena formación de su hogar, siempre se caracterizó por ser responsable en la escuela y en su casa ayudaba a su mamá con los quehaceres.

Pero como todo niño, amaba salir a jugar a la pelota con sus amigos. Con sus ojos brillantes y su sonrisa igual a la de un niño travieso se dispone a contar una anécdota que le desata varias carcajadas.

“Nosotros siempre íbamos a jugar a un colegio católico, nos metíamos a escondidas porque la cancha era muy bonita y corríamos sin camisa bajo el agua, felices, y lo más chistoso era cuando venía el sacerdote bajo la lluvia a corrernos y sacarnos de la cancha, ya después solo daba la vuelta y nosotros seguíamos corriendo por toda la cancha”, recordó.

Recuerda con tanta nostalgia y agrado su niñez que incluso “quisiera a veces quedarse congelado en ese tiempo, cuando solo era diversión sin muchas responsabilidades”.

Sin embargo, eventualmente evoca esa etapa para motivarse, no darse por vencido y seguir adelante por ese niño que un día fue y al cual le prometió lograr todos sus sueños.

¿Qué hay del pequeño Alfonso devorador de textos? Los libros tienen el poder de transportar a las personas a mundos fantásticos y surreales y al mismo tiempo alumbrar el camino de los lectores. Eso fue lo que experimentó Alfonso con el libro que le obsequió su madre Ofelia a los seis años . El libro contenía 35 historias variadas, entre reales y ficticias, y también las biografías de los protagonistas.

Entre esas historias figuraban eventos históricos como “El titanic” y “El primer viaje a la luna”.

Alfonso ama tanto ese libro que todavía lo guarda como uno de los tesoros más preciados ya que “impactó su vida y lo motivó para que en el futuro pudiera lograr un gran aporte en el mundo”.

“Recuerdo también que cuando leí ese libro no solo hablaba de cosas surreales o cuentos, sino que hablaba también historias reales y cosas de descubrimiento, lo leía tanto que continuamente me imaginaba y soñaba con un día tratar de hacer un aporte, descubrir algo, hacer algo”.

“Es de esos libros que todos los padres deben obsequiar a sus hijos para incitarlos en la lectura y sembrar esa chispa de emoción por querer lograr grandes cosas en la vida y motivarlos a dejar una huella positiva en el mundo”, concluyó.

Sus primeros pasos en la política

Narváez cuenta que no llegó inesperadamente a convertirse en candidato a la presidencia, “que no fue una decisión de la noche a la mañana”, sino que poco a poco, como quien va siguiendo piedritas que le señalan el camino fue como llegó a la política.

En retrospectiva, desde su infancia se notó que Alfonso había nacido con el don para hacer propuestas y dirigir el país, a la edad de seis años se vio reflejado en una historia que leyó y que de cierto modo le motivó para hacer un aporte considerable en el mundo.

Seguidamente en “la etapa del colegio, a la edad de 15 años, yo ya comencé a tener esa noción de responsabilidad, de compromiso y entender el tema de la educación”.

Cuando entró a la Universidad del Valle de Sula, ubicada en el norte del país, relata que varios amigos le convencieron para que se trasladara a Ciudad Universitaria de la capital, hizo el respectivo cambio y se ubicó permanentemente en Tegucigalpa.

“Yo sentí que la carrera estaba en mejores condiciones aquí en Tegucigalpa, buenos laboratorios, buenos maestros y en esa medida decidí quedarme en Tegucigalpa”.

Posteriormente, se conformó el movimiento estudiantil de la facultad de ingeniería, de la cual él formaba parte fundamental como dirigente estudiantil.

Se organizaron en torno a cómo mejorar la educación superior, hubo varias luchas incesantes respecto al tema de la tecnología, de los laboratorios, las normas académicas y todo lo que pudiese beneficiar a los estudiantes y garantizar una mejor educación.

“Entonces allí ya empieza ese rol de la adolescencia a una persona con mayor madurez y asumir nuevos retos importantes de la vida”, recordó.

“Los jóvenes somos el futuro del país”, sino que somos el presente, remarcó Díaz, como slogan permanente.

Su participación en ese movimiento estudiantil se prestó para que contara con la experiencia requerida para dirigir un partido político.

Su inteligencia e impetuosidad favorecieron para que lo consideraran la persona idónea para aspirar a la presidencia de la República por el partido Unificación Democrático (UD).

La UD pasa por un extraño conflicto ideológico en la última década: esta fuerza de izquierda tocó su techo más alto en el poder al aliarse con el derechista Partido Nacional durante la gestión de Porfirio Lobo Sosa (2010-2014).

También ha estado de lejos de las alianzas entre otras fuerzas de izquierdas y centristas de Honduras (no se unió a la coalición de Libre, Pinu y Salvador Nasralla para 2017 ni en este 2021); más bien cerró un acuerdo para la alcaldía capitalina con los nacionalistas.

Alfonso es consciente de la paradoja, pero prefiere ser pragmático: 'Yo sé que hay mucho debate sobre este tema, porque somos un partido de izquierda y a pesar del morbo que se pueda dar y decir que la UD es lo mismo que el Partido Nacional o que somos un partido vendido, no hay nada de eso'.

El udeísta tampoco acepta que midan a su instituto político con diferente vara; reflexionó que cuando los partidos tradicionales alcanzan arreglos se celebra como un triunfo para la democracia, pero cuando las fuerza minoritarias participan, son blanco de críticas.

Dijo lo anterior en el programa de debate Frente a Frente, mientras sacaba una montaña de credenciales no usadas en las elecciones de 2017 como prueba de que su partido no se prestó a la venta de las mismas a los otros partidos para torcer los resultados de las votaciones.

Con muy pocas opciones de ganar, pero con un optimismo muy alto, Narváez se enfrenta a oros 13 candidatos que buscan ser los presidentes de la nación.

La contienda electoral es el próximo 28 de noviembre del corriente año y quienes figuran como los favoritos de la población es la alianza entre Xiomara Castro y Salvador Nasralla, aunque expertos dicen que el Partido Nacional podría volver a ganar.

Narváez, de niño, junto a su padre Alfonso Díaz y Ofelia Narváez. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

Narváez, de niño, junto a su padre Alfonso Díaz y Ofelia Narváez. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.

El amor, en segundo plano en su vida

“Sí, he sido una persona enamorada y he tenido la fortuna en el camino de haberme encontrado con personas espectaculares”, respondió Alfonso a la interrogante sobre el porqué de su soltería.

“El asunto es que llegó como algún espacio de reflexionar en la vida, que como yo vengo de una familia humilde, luchadora y entonces allí también asumí más el reto de ver cómo se salía delante, de la preparación y de estar enfocado, me puse metas y en la medida que fui trabajando, las metas me fueron llevando a una a otra cosa”, explicó.

La principal razón por la cual ha mantenido el amor en segundo plano se debe a que se ha dedicado enteramente al estudio y se ha planificado en torno a las exigencias y la dinámica de la vida actual. “Ahora la calidad de vida está muy cara, no hay muchas oportunidades, por eso me he propuesto crear las herramientas para estar preparado en el momento de formar mi propia familia”.

Y el hecho de estar tan enfocado y dedicado de lleno en sus carreras profesionales y políticas ha hecho que sacrifique su espacio personal, por lo que considera que ha postergado el tema del amor por ausencia de tiempo.

“Una relación hay que dedicarle tiempo, requiere tiempo y es necesario tener tiempo” y eso es lo que le ha impedido formar una familia, expresó.

Siempre se caracterizó por organizar bien su tiempo, por lo que el amor no fue la excepción, sin embargo su agenda de vida ya le está marcado el tiempo de crear una familia y junto a la persona idónea procrear cuatro hijos, que es la cantidad que desea tener.

“Dios mediante, para poder ya conocer a alguien con la cual pueda soñar, construir un mejor futuro y compartir con ella el resto de mi vida”, finalizó.

La sociedad siempre ve con recelo cuando alguien llega a política. No son pocos quienes, al entrar al mundo del poder dan un salto gigantesco en su economía y rápidamente optan por cambiar su carro viejo a uno de último modelo.

Alfonso relató que su carro, un Mitsubishi 2009, no lo cambiaría aunque llegase a la presidencia de la República, debido a que tiene un valor sentimental y significativo para él.

Algunos familiares y amigos le han estado presionando para que cambie de vehículo y ciertamente aclara que, si quisiera, ya lo habría hecho, pero teme desprenderse de algo que mantiene vivo el recuerdo de la persona más amada para él: su progenitora, doña Ofelia.

Su madre, quien desafortunadamente falleció en el 2018, producto de un cáncer, amaba ese carro y de manera continua la llevaba a pasear y hacer los mandados en él “era en el que caminaba a mi mamá para arriba y para abajo”.

“No hay hombre más completo que aquel que ha viajado mucho, que ha cambiado veinte veces de forma de pensar y de vivir”. El escritor, poeta y político Alphonse Lamartine acuñó esta frase en el siglo XIX, pero calza a la perfección con la experiencia de Alfonso.

Cada viaje que la vida le ha permitido realizar (Canadá, México, China, Estados Unidos, Venezuela, Holanda y Francia) le han abierto los ojos y alumbrado la mente para que de ella surjan ideas que podría realizar a mediano y largo plazo como presidente de la nación.

“Fíjese que las experiencias que he tenido me han servido para tener una visión más amplia, para ver en qué podemos aspirar y en esa medida, se trata de trabajar desde acá para tratar de impulsar esos cambios”, advirtió.

Japón fue uno de los países que más llamó su atención por el tema de la infraestructura, lógicamente al ser un ingeniero civil siempre su punto de interés estará centrado en eso.

“Buena planificación, el modernismo también, el desarrollo, no solo en tecnología sino también en infraestructura, entonces eso también me ha servido para tener una visión más amplia de hasta dónde podemos llegar y poder identificar también de mecanismos de cómo construirlos”.

Finalmente recomendó que esos son los cambios que se deben tratar de impulsar y aseguró que para alcanzar las realidades de otros países dependerá de que se llegue a un acuerdo para lograr propuestas que den los mejores resultados por el bien de la población en general.

Alfonso, nacido en una cuna humilde y educado por su madre con valores y principios humanistas, presionar por recordar que la profesión política implica la preocupación por mejorar las condiciones de vida colectivas y no personales. Devuelve fe y esperanza.

A la hora exacta, con su atuendo pulcro y con una espléndida sonrisa que se dibujaba en su rostro, se presentó a las instalaciones de EL HERALDO Alfonso Díaz Narváez. Foto: Johny Magallanes / EL HERALDO.