Economía

Petrocaribe ya no es tan bueno como antes

25.01.2015

Miami

La adicción de una década al petróleo subsidiado de Venezuela podría estar llegando a su fin para varios países del Caribe, con un empujoncito de Estados Unidos.

El temor de que la caída en los precios del crudo pueda trastocar la ya endeble economía petrolera de Venezuela ha generado un evidente interés en la búsqueda de alternativas a Petrocaribe, un programa comercial creado por el fallecido presidente Hugo Chávez, el cual ha hecho que la región dependa de la nación sudamericana para el suministro de energéticos.

La evidencia de ese interés se hará visible el lunes, cuando los líderes de las naciones caribeñas converjan en Washington para la I Cumbre de Seguridad Energética del Caribe, cuyo anfitrión será el vicepresidente estadounidense Joe Biden.

El evento ha estado preparándose desde hace meses, pero con la reciente caída del petróleo a menos de 50 dólares por barril, ha surgido una sensación de urgencia dada la situación de Venezuela, cada vez más precaria.

“La situación económica de Venezuela se ha deteriorado y por ello ha aumentado el riesgo para todas estas naciones”, dijo David Goldwyn, un consultor de energía y exenviado especial del Departamento de Estado norteamericano que ha estado involucrado en la organización de la cumbre.

Solo Cuba no va

Se prevé que todos los países de la región, excepto Cuba, participen en las negociaciones a puerta cerrada con Biden y otros funcionarios de Estados Unidos, así como con representantes de la Unión Europea, la ONU y agencias crediticias internacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.

La meta será explorar vías para ayudar a las naciones caribeñas a convertir plantas termoeléctricas para que usen gas natural e incrementar el uso de otras fuentes alternativas de energía. Tales medidas podrían reducir la dependencia casi total de esos países del petróleo, lo que ha encarecido la energía para la región y que creó la apertura hacia Venezuela en primer lugar.

En términos prácticos, la cumbre tiene como fin ofrecer asistencia técnica, ayudar a obtener financiamiento y brindar asesoría sobre cambios normativos que puedan atraer inversiones, dijo un funcionario de la oficina del vicepresidente involucrado en el evento.

La palabra “Venezuela” podría no ser mencionada siquiera, pero estará en la mente de todos. “Están en una situación en la que Petrocaribe no es tan buen trato como solía ser”, dijo el funcionario, quien habló bajo condición de anonimato para poder hablar de las negociaciones privadas y multilaterales en Washington.

Por el momento, no hay indicios de que Venezuela vaya a cancelar sus tratos con Petrocaribe. Hace unos días, el presidente Nicolás Maduro elogió el programa y dijo que era “garantía de paz, estabilidad, de beneficio mutuo, de desarrollo compartido, de comercio justo compartido de todo el Caribe”.

Aun así, un prolongado colapso de los precios del petróleo podría hundir a una economía que ya se encuentra en una recesión profunda, u obligar a Caracas a comprometer sus exportaciones a China para cumplir con sus obligaciones de deuda.

Los gobiernos caribeños comenzaron a inscribirse a Petrocaribe en 2005, cuando el alto costo del petróleo elevó los precios de la gasolina y otros energéticos.

Contrapeso a EE UU

Venezuela, que creó el programa como parte de un esfuerzo para contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región, provee petróleo y productos refinados, como diésel, a precios de mercado, pero los participantes del programa solo pagan inicialmente una pequeña porción del costo, y el resto es financiado mediante generosos acuerdos de deuda a largo plazo. La deuda también es pagable con productos del sector primario o con servicios.

Estos acuerdos han permitido a los miembros de Petrocaribe tener más dinero para financiar sus gobiernos, eternamente endeudados. Tan solo Haití dijo en un reporte reciente que ha financiado decenas de proyectos de obra pública en los últimos cinco años que hubieran sido imposibles sin Petrocaribe.

Sin embargo, ha habido inconvenientes.

La asociación ha desalentado al Caribe de volverse más autosuficiente y de cambiar al gas natural, que produce menos gases de efecto invernadero y haría que sus economías fueras más competitivas al bajar los costos de la energía. “Es un tanto semejante a la adicción. Es difícil para ellos dejarla”, dijo Goldwyn, quien coescribió un reporte para el Centro Adrienne Arsht para América Latina, del Atlantic Council, el cual organiza una porción pública de la cumbre del lunes.

Petrocaribe también ha incrementado el endeudamiento. Las obligaciones de Jamaica, por ejemplo, han aumentado en 3,000 millones de dólares, y la deuda pública del país representa 130% de su PIB.

Si el programa se suspendiera, dejaría a sus 17 miembros desamparados.

“No creo que vaya a durar mucho más, o al menos no en su forma completa”, dijo Peter Schechter, director del Centro para América Latina del Atlantic Council. “No queremos que nuestros vecinos más cercanos en el Caribe sean sorprendidos súbitamente por una situación en la que Venezuela ya no pueda proveer petróleo”.