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Héctor Vargas analiza su gran obra maestra

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26.05.2016

Tegucigalpa, Honduras
Puesta en escena el 10 de enero, cuando el Estadio Nacional vio levantar el telón con los tres goles en el clásico ante Real España, Héctor Vargas empezó a escribir el libreto de su obra maestra en el Blanco, a la que puso nombre a pedido de EL HERALDO mientras platicaba de la copa 30 sobre las tablas del Teatro Padre Trino de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras...

“Mmm... sería... ‘Gracias, don Rafa’”.

¿Por qué?

“En la vida uno debe ser agradecido y el hombre me respaldó en el momento que más lo necesitaba durante estos dos años y medio acá en el Olimpia”.

- ¿Quién fue el actor principal de la copa 30?

- Debe ser don Rafael Ferrari, porque incluso me soportó cuando lo desobedecí...

- ¿Cómo así? ¿Cuándo?

- Bueno, no fue en este, sino en el campeonato pasado que traíamos una racha negativa y me dijo que a Tocoa llevara el cuadro titular. Yo llevé el alterno y ganamos. Capaz y si perdíamos se ponía en duda mi continuidad, no sé...

Un lujo ver a este León

Y si Héctor Vargas trazaba los diálogos del futuro campeón, en la cancha había un nombre que los interpretaba como el DT quería: “Fabio de Souza interpretó que yo decidí que los capitanes fueran Noel y Donis y nunca me cuestionó, jamás tuvo una mirada de reproche por quitarle el gafete”.

En el desarrollo de la obra, “Noel Valladares, Carlos Will Mejía, Donis Escober, los más grandes de la plantilla”, se constituyeron en los actores secundarios, “porque es gente que ha estado por años en la institución y me respaldó para encaminar a los jóvenes con la presión que significa Olimpia”.

- ¿Quién iluminó el escenario de la corona número 30?

- Creo que fueron varias luces que se empezaron a prender en el momento justo: la luz de Alex López, la de Alberth Elis, la de Carlo Costly, la de Fabio de Souza y su liguilla bárbara; quizá yo apreté los botones para que todas se encendieran como quería y logramos el título con 37 puntos, la mejor delantera, la mejor defensa, ganando los dos partidos de la final como no pasaba ya ratos.

- ¿En qué juego usted dijo “estamos para campeón”?

- El 4-1 a Motagua de la segunda vuelta. El equipo funcionó tan bien que me sentí seguro de ganar el título.

- ¿De quiénes fueron los mejores diálogos en la obra?

- En el momento en que puse a Alex López, Óscar Salas y David Meza en medio, esos tres hablaron el mismo idioma y contagiaron a jugadores como Quioto y Costly.

- ¿Cuándo llegó al clímax esta obra llamada “Gracias, don Rafa”, profesor?

- Con el segundo gol en la final de Tocoa, porque el pase que le mete Salas a Costly creo que en mi vida se lo miré a Andrea Pirlo solamente.

- Y Salas justo lo llega a abrazar a usted en vez de irse a celebrar con el grupo. ¿Qué significó ese abrazo?

- En el 0-0 contra Motagua, Salas no fue ni entre los 18, pero jugó en el 2-0 y antes de Tocoa le pregunté cómo estaba y me dijo que quería jugar. Con ese abrazo llegó a agradecerme la confianza y ese gesto se valora.

- ¿Cuál fue el mejor escenario que vio en este torneo?

- El de la final, lejos. El estadio lleno me transmitió confianza de que lo podíamos lograr, aunque también sentí presión al saber que no le podíamos fallar a tanta gente.

- ¿Qué sintió con el 0-1 de Marco Tulio Vega?

- Le dije a Nerlin Membreño, a quien miré desencajado, tanto que ni hablar podía, que estuviera “tranquilo... este partido lo ganamos”.

El “pedido” de Oliver...

Lejos del escenario y los tramoyistas, la tímida imagen de Héctor Vargas cuando los hinchas que caminan por los predios de la UNAH le agradecen la 30 o, incluso, le piden sacarse una foto, invita a pedirle una confesión de camerino para adentro. El de Formosa, 57 años y tres copas mediante con el Albo, accede antes de llegar al desenlace de la obra.

“Cuando empatamos 2-2 con Honduras Progreso en Tegus, Oliver Morazán se acerca a la oficina técnica del camerino y me dijo que no lo pusiera el próximo partido, porque se sentía culpable del resultado... yo le dije que no, que iba a seguir jugando aunque me costara el puesto.

El domingo que salimos campeones se me acerca y me dice: ‘Gracias, profe... le pido que siempre me lleve al club donde vaya, por favor’”.

- ¿Satisfecho con el argumento del Torneo Clausura?

- Sí, porque no hubo manchas, nadie embarró las canchas. Es más, después agradecí a Dios que Melvin Matamoros no haya pitado la mano de Hílder Colón cuando perdíamos. Imaginate los antiolimpistas diciendo que empatamos con un penal.

- ¿Le gustó cómo se cerró el telón de esta obra?

- Me encantó mucho. Por eso me arrimé a la gente que estaba en silla de ruedas, porque ellos no pueden correr detrás de los jugadores y había que homenajearlos.

- ¿Qué siente por Olimpia?

- Un agradecimiento tremendo. Imaginate que a mi hijo Héctor Stéfano no le gustaba el fútbol para nada y desde que estoy en Olimpia compra las camisetas, va al estadio... incluso me contó que con el 1-1 de Óscar Salas se puso a llorar. Esa alegría de mi hijo se la debo a Olimpia...

Hasta pronto...
Se cierra el telón. El maquillista termina de dibujar la 30 en la cara de los hinchas justo cuando Carlo Costly hace el 3-1 a Real Sociedad. “Olimpia trabaja de una manera noble y honesta, merecíamos esta copa”, se despide Héctor Vargas. La obra maestra llegó a un final feliz, pero los olimpistas ya empiezan a soñar con la frase que marcará el inicio del camino a la 31.

“Así es Olimpia, la gente es ganadora y lo demostró llenando el Nacional... por ahora hay que esperar las ventas para ver en qué departamento ocupamos refuerzos”. Habló el director de la obra.

Foto: El Heraldo

Foto: El Heraldo

Foto: El Heraldo