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Miguel Ferrera, peleador hondureño de taekwondo que busca clasificarse a sus terceros Juegos Olímpicos

En 2001 los doctores le expresaron que no se iba a poder recuperar tras ser operado de la rodilla por una rotura del ligamento que lo mantuvo fuera de las competencias un año y seis meses

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17.06.2020

TEGUCIGALPA, HONDURAS.-Conseguir una tercera clasificación para unos Juegos Olímpicos es el sueño que seduce al peleador hondureño de taekwondo, Miguel Ferrera. Ese propósito se viene forjando desde su última participación en los de Río de Janeiro en 2016.

Sin embargo, en esta ocasión ese deseo tendrá que esperar por el inevitable aplazamiento del evento deportivo que se tenía previsto realizarse este año en Tokio, y que por la crisis mundial que se enfrenta ante la llegada coronavirus, se ha postergado hasta 2021.

Han pasado más de tres décadas desde que aquel niño hiperactivo inició esta carrera en el mundo del deporte, disciplina que formaría su carácter y que años después también lo llevaría a convertirse en uno de los mejores atletas que ha tenido Honduras.

Al principio este camino no era de las preferencias de su madre, pues ella siempre quiso que practicara natación. No tardó mucho en darse cuenta de que la verdadera vocación de su pequeño estaba destinada en las artes marciales, misma que fue inspirada por esa fascinación que desde muy chico tenía por los “personajes enmascarados ninja” que miraba en las caricaturas de televisión.

Sus primeros pinitos en el taekwondo los inició a la edad de seis años, cuando ingresó a una pequeña escuelita. El lugar idóneo para que ese niño talentoso lleno de sueños encontrara el orden y la disciplina que necesitaba para canalizar todas sus energías. Es allí donde empieza a trabajar arduamente esa meta que se había propuesto: buscar la primera clasificación para unos Juegos Olímpicos, algo que parecía imposible en aquel entonces, en un deporte que recibe poco o nada de apoyo por parte de las autoridades. Es allí donde apuntaba Miguel.

Miguel Ferrera se enfrenta a la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020

Miguel Ferrera se enfrenta a la postergación de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Lograr este propósito no iba ser una tarea fácil, pues le esperaban años de entrenamiento que le permitieran mejorar el rendimiento, para lo cual tuvo que sacrificar fechas y acontecimientos importantes lejos de su familia, como la graduación de su hermana, el nacimiento de su sobrina, las bodas de sus mejores amigos, incluso no pudo estar en su propia graduación de la universidad por estar compitiendo en un torneo en el exterior, por lo que tuvo que conformarse con recoger en una oficina meses después el título que lo acreditaba como Ingeniero Industrial.

Estos sacrificios no solo se quedaron en limitarse a pasar tiempo con sus seres queridos, ya que en varias ocasiones tuvo que costearse con sus propios recursos los fondos para poder asistir a algunas competencias.

“Tuve que vender mi carro y el equipo de sonido del negocio, hasta el punto de quedarme en cero para poder lograr mis sueños”, ya que no podía disponer de un trabajo estable que le permitiera tener un ingreso permanente, porque ninguna institución le iba permitir dejar de hacer sus labores cada dos meses para poder asistir un evento deportivo, muchos de ellos en el exterior.

Estas dificultades nunca desenfocaron de su meta a este incansable soñador, que miraba en el deporte una oportunidad de crecimiento, aún cuando en 2001 los doctores le expresaron que no se iba a poder recuperar tras ser operado de la rodilla por una rotura del ligamento que lo mantuvo fuera de las competencias un año y seis meses.

Sin embargo, Miguel se sobrepuso al diagnóstico negativo con mucha terapia y el apoyo psicológico de su familia, sobre todo el de su madre que siempre ha sido su principal inspiración.

Retos

Otra de las personas que influyó en esta recuperación y en los logros que ha conseguido a lo largo de su carrera es el entrenador de origen cubano Julio Jova, que desde el primer momento apostó por el atleta para conseguir esa meta que se había trazado.

En uno de los entrenamientos, recuerda haber retado a Miguel para vencer su miedo a las alturas, esto consistía en que se debía lanzar desde el tercer trampolín de una piscina y, que si lo conseguía de la misma manera lo haría con una clasificación a los Juegos Olímpicos.

Con muchas dificultades lo consiguió y al salir a la superficie del agua gritó ¡sí lo logré! Algo que hizo gracia a todos sus compañeros, pero que resultó ser como un preludio de lo que se avecinaba.

En 2008 pudo escribir por primera vez su nombre en unos Juegos Olímpicos. Beijín era la sede. Una de las alegrías más grandes de su vida, pero a la vez una de sus principales decepciones, al ser vencido en un combate por su competidor chino. Una pelea que para muchos mereció ganar por su desempeño.

“Fue un momento muy duro para él” porque se le escapó la posibilidad de conseguir una medalla. Esta desilusión le provocó que expresara ese sentimiento de impotencia por medio de las “lágrimas de un campeón, no lágrimas de debilidad. Sabiendo que ese combate lo había ganado” dijo Julio Jova.

Esa experiencia no frenó en ningún momento a Miguel Ferrera, pues asumió con el mismo compromiso y con más impulso la preparación hasta conseguir una nueva clasificación para los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en 2016.

En la actualidad busca esa tercera clasificación, esta vez en los juegos de Tokio, pero en esta ocasión está a la espera de una invitación, que dependerá de conseguir algunos resultados meritorios en las competencias previas. Sin embargo, esto lo deberá esperar con paciencia, hasta que se pueda superar la crisis mundial que ha provocado el coronavirus, por la cual se tuvo que prorrogar la competencia que estaba prevista realizarse este año.