Honduras

Manuel Bonilla, el general tras el legado azul

Manuel Bonilla es recordado por los nacionalistas como la persona
que dio vida a un partido del cual ahora muchos se sirven. Era un hombre humilde, agricultor, carismático y valiente en las guerras civiles.

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07.04.2014

Cuando entró en discrepancias con Policarpo Bonilla, del cual era su vicepresidente, el general Manuel Bonilla jamás se imaginó que tales diferencias serían la génesis de un partido que el miércoles 27 de febrero cumplió sus 111 años.

Los descendientes de este aguerrido general olanchano, que había cobrado notoriedad en la guerra civil de 1894 (que llevó al poder al fundador del Partido Liberal), se sienten orgullosos de ser parte de esta historia.

Ellos fueron invitados el miércoles a la ceremonia de aniversario que los altos dirigentes nacionalistas, encabezados por Ricardo álvarez y Juan Orlando Hernández, celebraron con “bombos y platillos” en el parque La Leona de la ciudad capital.

Los dos Bonilla eran liberales, la diferencia era que Policarpo era un intelectual, con poses de doctorado, y Manuel Bonilla un agricultor de Olancho, carismático y sobre todo valiente.

Ambos eran luchadores que querían el bien del país, pero las diferencias personales los separaron. A Manuel Bonilla no le gustó que, una vez en el poder, el presidente comenzó a marginar a muchos liberales, a verlos con indiferencia, y esto bastó para que se retirara del poder y organizara -el 27 de febrero de 1902- el Movimiento Manuelista, que posteriormente adoptó el nombre de Partido Nacional.

Con este movimiento participó en las elecciones generales de 1902, compitiendo con los liberales Juan ángel Arias y Marco Aurelio Soto, quien recién había retornado de Francia motivado por el presidente liberal Terencio Sierra. Los liberales participaron divididos en la contienda.
Bonilla obtuvo 28,000 votos, Juan ángel Arias 25,000 y Marco Aurelio Soto 4,800. El Congreso Nacional, al que le tocaba escoger al nuevo presidente, se decantó por Juan ángel Arias.

Ante esta situación anómala, Bonilla se fue a Amapala a prestar juramento como presidente legítimo ante el alcalde municipal Andrés Palacios.

Luego se alzó en armas para recuperar a punta de tiros la voluntad de los electores y lo logró al entrar triunfante a Tegucigalpa el 13 de abril de 1903.

En 1907, Manuel Bonilla fue sacado del poder por una fuerza militar de unos 20 mil hombres dirigidos por liberales que recibieron el apoyo -logístico, financiero y humano- del presidente nicaragüense, José Santos Zelaya.

La Leona y las celebraciones

Cada año los dirigentes del Partido Nacional suben hasta el barrio La Leona, uno de los más antañones de la ciudad, a colocar ofrendas florales a la estatua que en memoria de Bonilla fue edificada a instancias del laureado poeta Froylán Turcios quien, pese a ser liberal, guardaba una gran estimación y respeto por el general Bonilla.

Confió tanto Bonilla en la capacidad del poeta que lo nombró como viceministro de Gobernación cuando apenas tenía 19 años.
Muchos nacionalistas se vanaglorian de su partido, agitan banderas, gritan consignas, pero no conocen su historia.

El miércoles 27 de febrero, fecha que se celebra el aniversario del Partido Nacional de Honduras, los dirigentes nacionalistas volvieron a subir a La Leona. Esta vez estaban varios descendientes del fundador del Partido Nacional, entre ellos Melissa María Díaz, José Manuel Díaz y Andrés Felipe Díaz, tres tataranietos de Bonilla.

Ellos son hijos del general Andrés Felipe Díaz, hijo de José Manuel Díaz Bonilla, cuya madre, Josefa Bonilla, fue la única hija que tuvo el fundador del nacionalismo.

Doña Josefa se casó con Andrés Felipe Díaz, por eso el apellido Díaz en los descendientes del General.

“Manuel Bonilla nos dejó un legado de carisma, humildad, coraje y amor por Honduras”, dijo a EL HERALDO José Manuel Díaz Alemán, tataranieto de Bonilla.

“Bajo sus principios e ideales, el general Manuel Bonilla nos ha dejado una herencia, una historia, un amor por nuestro país, ya que él dedicó su vida por Honduras, por las personas más desposeídas, a él lo caracterizaba su humildad, su carisma, su gallardía, su don de entrega por el país”, dijo su descendiente.

Por su parte, Melissa María Díaz, otra tataranieta, considera que ser descendiente del fundador del Partido Nacional es para ella “un orgullo, el legado que él dejó ha marcado una historia en nuestro país y en la trascendencia del Partido Nacional”.
“él luchó por su patria, dejó innumerables legados y triunfos, ese es un ejemplo que debemos seguir de él y no solo nosotros, sino los líderes actuales del partido”, refirió Melissa.

Recuerdos

Los descendientes de Bonilla conservan a buen recaudo algunas herramientas del fundador del nacionalismo. Tienen el neceser, una especie de pequeña mochila de cuero puro que el dos veces gobernante utilizaba para llevar sus cosas personales. También el fusil y los binoculares, que usó durante los alzamientos armados, un libro de piano, utensilios de cocina (con su nombre), un bastón y una campana. Son, para ellos, tesoros vivientes.