Honduras

Los famosos que se deleitan con puros hondureños

Los habanos de Camacho Cigars, fábrica ubicada en Danlí, son de los más apetecidos por grandes personalidades como Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis, Mel Gibson, Steven Seagal y Jean-Claude van Damme, y también por los expresidentes George Bush padre e hijo.

07.04.2014

Una tarde fresca a la luz de las velas, unas copas con champán para brindar con ese ser especial y, por supuesto, un buen puro hondureño son parte de la cita perfecta para cualquiera.

Así lo describe Sandra Ochoa, gerente general de Camacho Cigars, una de las empresas de puros más grandes de Honduras y que se ubica en esta pintoresca ciudad.

Visitar esta compañía donde se procesa una gran variedad de habanos es toda una experiencia religiosa, como diría el español Enrique Iglesias. Desde que uno entra, inmediatamente se siente ese olor característico y peculiar de las hojas con que se procesa este producto tan cotizado en el mundo no solo por su calidad inigualable, sino también por sus poderes afrodisíacos.

El proceso de elaboración comienza en tierra adentro, en donde se cultiva la planta y se eligen las quince mejores capas que servirán para elaborar el puro.

Luego de la recolección, hecha en su mayoría por familias enteras que realizan esta actividad de generaciones atrás, se procede a la cura o secado al aire, proceso natural supervisado de forma constante a fin de controlar la temperatura y humedad correspondiente; las hojas ensartadas se sitúan cerca del suelo, las que al irse secando se suben a la parte superior de la casa del tabaco.

Primero las hojas adquieren un color amarillo y luego, gracias al proceso de oxidación y pérdida de la clorofila, toman el color dorado-rojizo que indica que están listas para la 1ª fermentación. Tras el proceso de secado se procede al zafado o amarre.

La selección

Se preseleccionan los manojos de tabaco en rama situados en unos atados, con arreglo a un mismo corte, para evitar mixtificaciones, luego se procede al zafado, proceso que consiste en sacudir las hojas para despegarlas.

En el salón de abertura, la abridora selecciona las hojas de las distintas clases de capa para luego pasar al rezagado (en él las capas se clasifican según el tipo de tabaco, considerando su textura, tamaño y grado de defecto. Luego las hojas se agrupan por clase, se amarran en manojos de 40 o 50 con una cinta en su cabeza.

Se meten en una cesta y pasan al manojeador, que toma dos manojos en cada una de sus manos y las ata por la cabeza, dándoles vueltas con una cinta, para luego enderezar las hojas, plancharlas y pasar otra cinta hasta llegar al tope del manojo, donde remata con un nudo.

Se reclasifican las hojas y aquellas que no cumplen con los parámetros de calidad establecidos reingresan al proceso en la etapa del secado. Luego las hojas van al despalillo, donde se seleccionan hojas por su tamaño y se enciman una a una, punta con punta.

El despalillo es quitarle la mitad de la vena central a las hojas destinadas a tripa, un cuarto a las destinadas a capote y toda a las elegidas para capa, formando 2 bandas. Para el corte se utiliza una pieza de metal en forma de uña, después la vena se hala para no romper la hoja. Las hojas se colocan en una tabla y se planchan con una prensa; por último pasan a la sala de torcedores.

La manufactura

Son manos hondureñas también las que se encargan de elaborar estos habanos que son saboreados por reconocidas estrellas del celuloide hollywodense como lo son Arnold Schwarzenegger, Bruce Willis, Mel Gibson, Steven Seagal y Jean-Claude van Damme y hasta exmandatarios estadounidenses como los Bush.

Mientras recorríamos cada una de las secciones tuvimos la experiencia de elaborar uno de los habanos y constatamos que es todo un ritual desde que se reciben las diversas capas que constituyen el producto final.

Deben estar debidamente enrolladas a modo de no dejar espacios flojos porque esto arruinaría el producto final. Luego de elaborar los puros se colocan en unos recipientes rectangulares de madera en donde se dejan reposar por cierto tiempo. Luego se procede a colocarles el anillo, el celofán, el sello que distingue cada marca.

Se colocan uno a uno en una caja de madera de cedro que le dan el toque distintivo. Una vez sellada la caja, se verifica que esta contenga el sello final de calidad.

Luego cada caja se coloca en otra caja más grande pero de cartón para ser llevada al cuarto frío a menos nueve grados centígrados y ahí reposan hasta su exportación. Nuestra faena concluyó con la degustación de un puro y una taza de café fuerte.