Honduras

DNIC encubrió y protegió a los policías asesinos de universitarios

José Rubén Pozo declaró, en diciembre de 2011, que un oficial y un suboficial de la DNIC ayudaron a los policías sospechosos del crimen a fabricar sus declaraciones. EL HERALDO tuvo acceso a fotografías que muestran el nuevo aspecto físico de los prófugos.

07.04.2014

Varios oficiales están implicados en el crimen de los dos jóvenes universitarios,
según la declaración testifical del Policía José Rubén Pozo,
a la que tuvo acceso exclusivo EL HERALDO.

Aunque esta revelación se hizo desde diciembre de 2011, en presencia de la fiscalía y de un juez, estos oficiales no han sido identificados ni puestos a la orden de la justicia.

Pozo, en su declaración, revela la participación que tuvo cada uno de los policías que iban a bordo de la patrulla 92, con la cual hicieron persecución y abrieron fuego contra el vehículo RAV4
en el que se conducían los universitarios Rafael Alejandro Vargas (hijo de la rectora Julieta Castellanos) y Carlos David Pineda.

En la patrulla iban, además de Pozo, el oficial Carlos Galeas, el conductor Carlos Wilfredo Figueroa y el operador Santos Arnulfo Padilla.

Pozo reveló, según consta en la declaración publicada por EL HERALDO,
que cuando fueron llevados a la DNIC,
como sospechosos del crimen, un oficial y un suboficial les ayudaron a preparar sus declaraciones.

En el caso de Figueroa, este fue detenido en una posta en la carretera a Danlí y cuando llegó a la sede policial, su declaración estaba lista, solo para ser firmada.

En el relato se establece que el sub inspector Carlos Galeas fue el que ordenó que se le diera seguimiento al vehículo en el que se transportaban los dos estudiantes universitarios.

La orden se dio luego que guardias de seguridad les advirtieran que en el vehículo iban unos ladrones y por tanto debían perseguirlos.
Estos guardias, que están en proceso de identificación, podrían enfrentar cargos por calumnia.

Según Pozo, cuando daban persecución al RAV4, a inmediaciones de Metromall, el oficial Galeas empezó a disparar junto con el operador Arnulfo Padilla.

Los universitarios huyeron de la cacería policial por el bulevar Comunidad Económica Europea, Monumento a la Madre, pasaron frente a La Colonia y, a inmediaciones de La Tribuna, tomaron hacia la calle principal de la colonia 15 de Septiembre, donde finalmente detuvieron la marcha porque Rafael Alejandro Vargas estaba mortalmente herido.

Pese a estar herido, Vargas fue sacado del carro y tirado al pavimento.

Ahí, Galeas ordena que el joven sea subido al RAV4, en el asiento trasero y el mismo oficial Galeas conduce este carro hacia el sector de Los Hornos, donde serían liquidados.

En el caso de Carlos David, que había resultado ileso, fue tirado en la paila de la patrulla.

Cuando transitaban por la aldea Santa Rosa, en la salida al sur, el RAV4 se queda sin combustible, por lo que Rafael Alejandro también es subido a la paila.

De acuerdo a Pozo, ya en el sector de Los Hornos, es el oficial Galeas quien ordena que ambos sean liquidados.

Figueroa, quien conducía la patrulla se niega a halar el gatillo, por lo que Galeas toma su propia arma y acaba con la vida de Rafael Alejandro.
Pozo afirma, en su declaración, que Santos Arnulfo Padilla es quien le dispara y mata al joven Carlos David Pineda.

En la declaración, Pozo afirma que en Los Hornos hubo presencia de otros oficiales que no identificó por su nombre, pero si relata que llegaron en un carro turismo y en un pick up.

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Impunidad

Aunque esta declaración fue efectuada hace 10 meses, ninguno de estos oficiales ha sido detenido y puesto a la orden de la justicia.

Aunque existe en marcha un proceso de depuración, la Dirección de Investigación Criminal (DNIC) no ha informado quién es el oficial y el suboficial que se prestaron para fabricar las declaraciones que se presentarían ante jueces y fiscales.

El declarante identifica a estos elementos como “un alto peludo con una gorra y el suboficial trigueño”.

Pozo y Padilla llegaron a dar su declaración el miércoles (26 de octubre de 2011) a las 4:00 de la tarde mientras que Galeas llegó a las 6:00 de la tarde.

Al reunirse, les dijo que había contactado a un oficial de la DNIC para que ellos tomaran la declaración.

Los agentes de la DNIC tomaron la misma declaración para los implicados porque ya habían hablado con el subinspector Galeas, mientras que el policía
Wilfredo Figueroa se había escapado y fue capturado en la posta de Las Crucitas, salida a Danlí.

Sin embargo, ya en la DNIC solo procedió a firmar la declaración que había sido previamente elaborada.

Estos policías declararon que “a tal hora estuvimos en un accidente que hubo por el monumento a La Madre, les dijimos que a las 12:45 fuimos a la Esso América a correr a los que estaban tomando y luego fuimos a ver un vehículo que estaba asaltando en Altos de Toncontín, que no lo habíamos encontrado y retornamos a la Esso América”.

Concluyen su declaración afirmando que a “las 2 de la madrugada ya estábamos descansando”.

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Otros implicados

Tampoco han sido identificados quiénes son los oficiales que llegaron a bordo de vehículos a la escena del crimen.

De igual manera, las autoridades de Seguridad no han revelado ni capturado al oficial que acompañó al subinspector Carlos Galeas, en la ruta de la persecución de los universitarios, con el fin de identificar qué cámaras de video pudieron haber grabado la comisión del delito.

De igual forma, Seguridad no ha revelado quiénes fueron los oficiales que ayudaron a cambiar los cañones de las armas oficiales usadas para liquidar a los jóvenes Rafael Alejandro y Carlos David.

Fue el oficial Galeas quien le dijo a Arnulfo Padilla que buscara la forma de cambiar el cañón del fusil y que iba a llamar a un compañero oficial para hacer el cambio de cañón de su pistola al igual que hacer cambio de fusil.

Pozo relata que Galeas es quien advierte a los demás policías, el domingo 23 de octubre, que “tal vez no nos revienta clavo porque los encontraron muy rápido”.

El lunes 24 de octubre de 2011 transcurrió sin que los cuatro policías fueran señalados aún como responsables del crimen.

El mismo lunes, los policías salieron franco ya que habían estado encerrados el fin de semana.

Fue hasta el lunes, según Pozo que entre los jóvenes que fueron a matar a Los Hornose estaba Rafael Alejandro Vargas Castellanos, hijo de la rectora universitaria, lo que resulta difícil creer en virtud que desde el mismo sábado 22 de octubre se supo a través de los medios quiénes eran las víctimas.

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