Honduras

Un reino natural impresionante

Gracias a su diversidad de ecosistemas, La Mosquitia hondureña es hogar de una infinidad de reptiles, anfibios, mamíferos, aves e invertebrados como insectos y moluscos. Ir a Especial: Ciudad Blanca

FOTOGALERÍA
07.04.2014

Explorar La Mosquitia abre la puerta a un mundo donde los reinos animal y vegetal son capaces todavía de sorprender con llamativas especies que no se ven en el resto de Honduras.

El vuelo de la guara roja no traspasa los confines de esta región del este hondureño y el ancestral oso caballo, una de las criaturas más extrañas del mundo y que se creía extinta, devora todavía los nidos de hormigas para saciar su apetito.

Habitan también este impresionante zoológico donde no hay barrotes ni ríos artificiales los jaguares, pumas, ocelotes, tapires, jagüias, cocodrilos de Morelet, leones de montaña y monos capuchinos, solo por mencionar algunos.

“La Mosquitia es un lugar sumamente diverso biológicamente. Es hogar de muchas especies de plantas y animales”, dice el naturalista hondureño Rodolfo Steiner, quien ha recorrido en varias ocasiones este paraíso.

Un privilegio hondureño

La Mosquitia es el hábitat natural continuo más grande que existe en Honduras y está formada por la Biósfera de Río Plátano, la Reserva Tawahka, el Parque Nacional Patuca, el área de uso forestal Mocorón, y las áreas propuestas de Rusrus, Warunta y el Sistema Lagunar de Caratasca y Kruta, explica el biólogo Franklin Castañeda, director del proyecto Panthera.

Aunque en los últimos cien años el resto del país ha sufrido un drástico crecimiento poblacional y una fuerte transformación en el uso del suelo,

La Mosquitia ha permanecido congelada en el tiempo, con una baja densidad poblacional y un leve cambio en su tradicional uso de los recursos.

Sin embargo, advierte, “no hay garantías de que podremos seguir gozando de este privilegio. Castañeda refiere que en la última década un masivo ingreso de ladinos a La Mosquitia ha incrementando las prácticas agrícolas y pecuarias de occidente, lo que impacta en esta región que hasta hace poco fue manejada bajo los valores de la culturas indígenas propias de la zona.

Pequeña amazonas

Para el naturalista James Adams, propietario del Pico Bonito Ecolodge, un centro turístico que atiende a un sector muy selectivo, Honduras tiene dentro de sus fronteras un tesoro nacional en la reserva biológica de La Mosquitia, equivalente a un amazonas en miniatura.

El dasónomo Jorge Salaverri lo secunda. Y destaca los ecosistemas de la costa, como las playas de dunas, el sistema lagunar, los humedales con laberintos de canales, las sabanas de pino caribeño, el bosque de galería en los ríos grandes que son inundados temporalmente y el bosque tropical muy húmedo en las montañas.

“Además de características geológicas interesantes, como inmensas montañas calizas con cuevas impresionantes en la Biósfera del Río Plátano y la Reserva Tawahka”.

Esta abundancia de ecosistemas, a su vez, permite una biodiversidad aún más extensa, explica este ingeniero forestal. En La Mosquitia se encuentra la mayoría de los reptiles, anfibios, mamíferos, aves, insectos, invertebrados y plantas en general de todo el país.

“Es la frontera biológica entre norte y sur”, afirma Salaverri. Explica que muchas plantas y animales del sur se encuentran hasta esta región, pero no se hallan más hacia al norte. Además, añade, aquí es muy fácil encontrar nuevas especies animales y vegetales para el conocimiento de los hondureños y de la ciencia.

No obstante, opina el naturalista Rodolfo Steiner, falta mucha más investigación científica para entender la riqueza de este lugar, cuya biodiversidad ha sido muy poco estudiada a causa de su enorme extensión y lo remoto y caro que resulta llegar a ella. “Hay estudios, pero no lo suficientemente extensos. Se debe hacer mucho más por esta área”, insiste.

El fantasmal oso caballo

Los esfuerzos realizados en conjunto por el Instituto de Conservación Forestal (ICF) y el proyecto Panthera han develado un descubrimiento que pone en evidencia la riqueza biológica de La Mosquitia hondureña.

A través del estudio de la fauna local utilizando trampas-cámara, estas organizaciones han podido confirmar la existencia de una singular especie animal que se creía desaparecida en Centroamérica. Se trata del ancestral oso caballo u oso hormiguero gigante.

El oso caballo, cuya presencia en La Mosquititia ha sido comprobada, es un mamífero que es considerado como un fósil viviente.

Es uno de los animales más raros de Centroamérica y en algunos países ya se le considera extinto, como en Costa Rica.
Sin embargo, en Honduras las investigaciones recientes ofrecen datos alentadores. “Un estudio realizado en el lado este de la Biósfera del Río

Plátano documentó cuatro fotocapturas de oso caballo y, recientemente, una colaboración de Panthera y el Proyecto Ecosistemas del ICF logró una nueva fotocaptura en el extremo oeste de la biósfera, lo que indica que esta especie probablemente tenga una amplia distribución en las selvas húmedas de La Mosquitia y, por lo tanto, sus poblaciones en Honduras están en condiciones favorables”, explica Franklin Castañeda, director del Proyecto Panthera.

Sin embargo, este biólogo advierte que, igual que el resto de la macrofauna de La Mosquitia, la subsistencia de este animal se ve amenazada por la falta de respeto a la aplicación legal establecida que protege la riqueza biológica de la región. El rápido avance de la frontera agrícola en todas las aéreas protegidas amenaza con eliminar el hábitat crítico de esta especie.

Ir a Especial: Ciudad Blanca

Esfuerzos del ICF

El Instituto de Conservación Forestal (ICF) cuenta con cuatro oficinas en la Biósfera del Río Plátano, ubicadas en Marañones, municipio de Dulce Nombre de Culmí, Olancho (extremo sur); Sico Paulaya en Iriona, Colón (extremo occidental); Wampusirpi, en Gracias a Dios (extremo sur occidental); y Palacios, en el municipio de Juan Francisco Bulnes, Gracias a Dios (extremo noroccidental).

Sin embargo, los pobladores de Las Marías, en el corazón de la zona de protección cultural, se quejan de la falta de presencia del ICF y lo inefectiva de su gestión.

Aunque también reconocen esfuerzos concretos para mejorar la investigación y conservación de la zona. Entre ellos el uso de trampas-cámaras en la frontera suroriental de la biósfera, en el poblado de Gracias a Dios llamado Wampusirpi, a orillas del río Patuca. Con estas cámaras automáticas que se disparan ante la presencia de un animal se ha podido estudiar la macrofauna de la zona. Resultados como estos permiten estudiar mejor a animales como el jaguar, puma, ocelote, venado o guatusa, una fauna que también se intenta conservar.

De acuerdo al último informe de biodiversidad del ICF, “existe una gran variedad de especies silvestres que por su condición actual dentro de la reserva requieren mayor atención y monitoreo. Estas especies solo existen en las áreas protegidas de la Mosquitia y, específicamente, en la biósfera”.

Oportunidad económica

Algunos expertos y conocedores de la zona creen que La Mosquitia hondureña tiene el suficiente potencial para convertirse en un destino ecoturístico y, por ende, en un motor más de la economía del país.

El norteamericano James Adams es de este criterio. “Solo hay que ver otros ejemplos como Panamá, Ecuador, Costa Rica y Belice para apreciar cómo se puede mejorar la economía y la vida de las personas que viven cerca de estos tesoros naturales”.


Adams reside en Honduras desde hace varios años y se gana la vida mostrando la belleza de nuestra naturaleza a turistas extranjeros y nacionales.
El explorador Jorge Salaverri tiene otra visión que involucra a los nativos de la zona en el desarrollo de un turismo sostenible.

“Los pueblos indígenas deberían manejar sus propios museos donde muestren las piezas arqueológicas colectadas. Son ellos quienes pueden ser los mejores guardianes de la biósfera si la ven como una buena fuente de ingresos”.
Además, expresa, si la frontera agrícola no avanzara por el río Paulaya, los ladinos podrían beneficiarse también del turismo, “ya que por allí hay sitios arqueológicos impresionantes y naturaleza de alta calidad”.

Esta perspectiva es compartida por el viceministro de las etnias Edy McNab, nativo de La Mosquitia: “¿Por qué no podemos aprender del pueblo bribri de Costa Rica? Ellos han encontrado la forma de atraer turismo por medio de la conservación de su propia cultura y de la belleza natural de sus tierras”.

Sin embargo, como advierte James Adams, no es posible que esta propuesta llegue a ser una realidad sin un efectivo plan de protección y de desarrollo económico a mediano y largo plaza.

“Para alcanzarlo es necesaria la protección inmediata del área” con patrullajes entrenados en puntos clave del río Plátano, en el caso de la biósfera, para que hagan efectivas las leyes que prohíben la caza y pesca comercial. Pero “todo esto cuesta dinero y el dinero puede venir a través de impuestos o tarifas cobradas por el gobierno a los turistas, visitantes y otro tipo de personas que deseen llevar a cabo prácticas parecidas dentro del área protegida”.

La protección de la región y una mentalidad de negocios a largo plazo son dos factores que deben marchar juntos para el éxito de esta empresa.